El caso es que todo el mundo lo ve desde su punto de vista, lógicamente. La mayoría de nosotros lo vemos con los ojos del consumidor, por eso vemos que las discográficas son intermediarios que en el mundo digital han dejado de ser imprescindibles, y que añaden un costo al producto final que no nos resulta aceptable.
Pero el tema no es algo tan sencillo como que la piratería beneficia al artista y sólo perjudica a la discográfica, y por lo tanto la discográfica, que antes era un mal necesario, ahora puede dejarse a un lado. Y me explico.
Si nos fijamos en las
listas de superventas vemos que hace décadas se vendía mucho más que ahora. Es decir, que un producto en el mercado actual es menos rentable que antes. Lo que significa que una discográfica puede decidir apoyar únicamente a los artistas que sean éxito seguro, Bisbales y compañía. Eso iría en detrimento de los que intentan empezar en ese mundo. Por lo tanto, no es tan seguro que la caída de ventas sólo perjudique a la discográfica.
Lo bueno es que los costes de producción y difusión de un disco actualmente han disminuido, y se puede acceder a ello con un presupuesto más modesto.
Sin embargo, cuando los artistas son su propia discográfica constatan que las copias que circulan por Internet les disminuyen las ventas y por lo tanto ponen en riesgo su negocio y su medio de vida. No me lo invento, mi fuente es Marillion.
Para quien no los conozca, Marillion son un grupo de rock conocidos a nivel mundial, que tras años de grandes éxitos comerciales y de crítica se encontraron con que no pudieron formalizar un contrato con una compañía importante y tuvieron que conformarse con una independiente.
Con ella sacaron tres discos, que obtuvieron una escasa promoción. Su carrera estaba a punto de acabarse, cuando decidieron montar el negocio por su cuenta. Para financiarlo se les ocurrió una idea loca: pedir a sus fans que pagaran el disco por adelantado, antes de entrar en estudio. Esto fue posible gracias a Internet, lógicamente en otros tiempos no habrían podido hacer tal propuesta.
Lo que entonces ocurrió fue inesperado. La respuesta de los fans fue mucho mayor que lo que podrían haber imaginado, y 12.000 personas compraron el disco, que se publicó en 2001.
Desde entonces Marillion han seguido sacando discos. Ellos están de acuerdo en regalar música. De hecho, si vais a su página oficial podréis escuchar varios temas, y no sólo eso, hasta te regalan un disco y te lo mandan a tu casa (esta que escribe lo pidió hace varias semanas, a ver si llega y os puedo confirmar que es cierto) si lo pides. Pero al mismo tiempo han tenido que pedir a sus fans que no distribuyan los discos por los torrents, mules, rapidshares y demás, porque esas copias les están haciendo bajar las ventas.
Así que todo es relativo: cuando el grupo es su propia discográfica ya veis que sí se les hace daño al copiar indiscriminadamente.
Ahora bien, hay una cosa que yo siempre he dicho, y es que el consumidor debería tener derecho a saber qué está comprando, si un buen disco o un mal disco, si compra algo que le gustará o algo que no le gustará. Lo que no es justo es que nos tengamos que tragar cualquier cosa simplemente porque nuestro grupo favorito ha decidido esforzarse poco esta vez (se me ocurre "This left feels right" de Bon Jovi, por poner un ejemplo).
A lo mejor si pudiéramos hacer donaciones directamente a los músicos que nos alegran la vida a través de las descargas podríamos equilibrar un poco las dos posturas.