La noche era cálida, como todas las anteriores desde que comenzó el maldito verano. Todavía no lo entiendo, cada año que pasa, el verano es más caluroso, esa misma tarde hacían 40º a la sombra.
-Maldito calor, no puedo dormir. -pensé para mí mismo.
Visto que no podía conciliar el sueño, decidí dar un paseo para por lo menos despegarme; me puse mi chándal corto y cogí las llaves y el móvil.
La calle estaba vacía, tampoco me extraño, eran las 6 de la mañana. Seguí mi camino por la calle principal hasta llegar al parque en el que pasaba largas tardes de mi niñez jugando en la arena o en los columpios, por desgracia esos recuerdos llevaban tiempo truncados desde que el parque se convirtió en el nuevo centro social de los pandilleros del barrio. Sinceramente, esperaba que con el infernal calor que hacia no hubiera ningún pandillero por la zona... me equivoque.
Allí estaban 6 o 7 pandilleros tomando cerveza y destrozando todavía mas el parque, decidí pasar como si no les viera, pero ellos decidieron verme a mí. Sin darme cuenta estaba corriendo como jamás en mi vida calle abajo mientras los pandilleros me perseguían gritando y aullando como animales. No había problema, la policía no empezaba a patrullar hasta las 7 por lo que con suerte encontrarían mi cadáver todavía caliente. No sé si fue por el miedo que me recorría el cuerpo o por la rapidez con la que intentaba pensar como salir vivo de allí, pero acabe en un callejón sin salida, yo que presumo de conocerme palmo a palmo la ciudad.
-Patético. -pensé.
Bien ante lo que se avecinaba inevitable decidí por lo menos plantarles cara, así que allí estaba yo, de pie en mitad del callejón oscuro esperando a que los pandilleros saltaran sobre mí.
-Bonitos ojos. -Escuche en el fondo del callejón, justo detrás de los pandilleros.
En cuestión de segundos la situación se puso a mi favor, pero de que manera dios mío; de repente cayeron uno a uno en un enorme charco de sangre. No podía creer lo que estaba viendo, una especie de sombra golpeaba y destrozaba en instantes a los pandilleros hasta acabar con todos ellos.
Pretende decirme con eso señor Tyler ¿qué una “sombra misteriosa” mato y descuartizo a 7 jóvenes armados de una banda? –pregunto irónico el detective.
Le estoy contando lo que paso, ¡no me invento nada! –conteste cabreado.
Pero enseguida me calme, en mi situación necesitaba que me creyeran y alterarme no iba a ayudarme.
El detective aspiro la ultima calada a su cigarro y lo apago en el suelo, después me miro y dijo:
-Esta bien señor Tyler, continúe.
Como le iba diciendo, los pandilleros estaban en el suelo del callejón, en un enorme charco de sangre, la escena era dantesca, había trocitos suyos por todas partes, yo estaba muy alterado y tan solo quería irme de allí, pero la sombra seguía allí, de pies al principio del callejón. Durante unos segundos nos miramos el uno al otro, entonces la sombra se acerco a mí, poco a poco pude distinguir de que se trataba... era un hombre.
Llevaba gabardina y sombrero al más puro estilo Bogard pero su apariencia me inquietaba. Se paro justo enfrente de mí, y a pesar de lo alterado que estaba, entable conversación con él como si nada pasara a nuestro alrededor.
-Hola, bonitos ojos. –me dijo
-Hola, ¿por qué esa obsesión por los ojos? –le conteste sin pensar.
-Porque son el reflejo del alma.-Y esbozo una sonrisa.
-Cierto. –le dije sonriendo.
El hombre se quedo mirándome a los ojos un momento mas y dijo:
-Interesante, tenemos que hablar.
Sin mediar mas palabras me golpeo en la nuca y quede inconsciente.