Capítulo II: La Comandante
Un pitido agudo lo despertó. Dio un par de vueltas en el catre antes de abandonar el mundo de los sueños y volver a la realidad. El pitido volvió a escucharse en toda la nave. Enseguida lo reconoció, alguien estaba intentando contactar con él.
- ¿Quién diablos podrá ser? -pensó.
De mala gana se puso en pié, se desperezó, se puso las botas y salió por la puerta en dirección al puesto de mando.
Una vez allí dio paso a la transmisión, y en la pantalla apareció el rostro serio de una mujer joven y atractiva.
- Saludos –dijo la mujer-. Soy la Comandante Ailka de la Flota del planeta Mencor –su código identificador apareció en la pantalla. Mencor era un próspero planeta industrial que gobernaba otros siete planetas de carácter agrícola. Desde Mencor se llevaba a cabo la organización, procesamientos y exportación de todos los productos obtenidos en esos planetas. Las carnes y hortalizas que exportaban eran ensalzadas en todos los planetas a los que llegaban.
- Capitán Holan Sveerng. Pero ahorrémonos las formalidades, no estoy de humor.
- Como prefiera. Iré al grano: nos hemos puesto en contacto con usted porque necesitamos ayuda, el sistema de hiperespacio de nuestra nave ha sido saboteado y necesitamos algunos repuestos para poder realizar el salto. Por supuesto les serán abonados.
- Sí, claro. ¿Y por qué razón no se han comunicado con su planeta para pedir los repuestos? –preguntó Sveerng un tanto desconfiado.
- Bueno, el incidente ha ocurrido hace unos minutos –explicó la Comandante-, tenemos algo de prisa, y puesto que usted estaba tan cerca, me pareció preferible pedir su ayuda a tener que esperar a una nave que tenga que venir desde Mencor.
- Está bien –accedió Sveerng-, de todas formas no tengo ninguna prisa en llegar a mi destino. Adelante, inicien la maniobra.
Holan extendió los tubos de acoplamiento y colocó su nave en paralelo con la nave mencoriana. Estos tubos de acople tenían tamaños estándar en todas las naves, por lo que no había problema en unir dos naves cualquiera que fuera su procedencia. La única distinción era que las naves más grandes contaban además con otros túneles de acople de un tamaño bastante más grande para poder unirse entre sí teniendo más espacio. Por otra parte, esos túneles tan grandes eran bastante más difíciles de acoplar y requerían mucha pericia por parte de la persona que realizaba la maniobra, por lo que normalmente sólo se usaban en ocasiones especiales como reuniones neutrales entre gobernadores de distintos Sectores.
Al poco rato las dos naves ya se encontraban conectadas por el estrecho túnel con compuertas a ambos lados. Sveerng se quedó sentado en la silla del puesto de mando mientras se procedía a llenar de aire el túnel para poder cruzar sin ayuda de los incómodos trajes espaciales. Al fin el piloto que estaba situado encima de la salida cambió su color rojo por el verde y poco después se abrió la compuerta. En ella apareció la Comandante Ailka, flanqueada por dos soldados. Era una mujer alta de aspecto imponente y expresión orgullosa. Llevaba el pelo recogido detrás de la cabeza, lo que acrecentaba su aire de seriedad.
- Saludos Capitán Sveerng –dijo Ailka.
- Un placer –respondió Sveerng simplemente-. Los repuestos están en ese compartimiento –añadió señalando una pequeña compuerta, al tiempo que los soldados ya se ponían en movimiento.- ¿Qué es todo eso de un sabotaje?
- Llevamos a bordo de la nave a tres prisioneros que estamos trasladando a Mencor para ser llevados a juicio. Debido a la ineptitud de un vigilante –añadió endureciendo la mirada- han conseguido escapar de su celda e inutilizar el sistema de salto así como todos nuestros repuestos. Si no nos hubiésemos dado cuenta antes del siguiente salto, podríamos haber tenido serios problemas. Por suerte algunos soldados todavía saben cumplir con su deber –dijo con ironía- y el sabotaje fue descubierto a tiempo, pero los prisioneros todavía no han sido capturados.
En ese momento entró en la nave otro soldado.
- Disculpe Comandante, uno de los hombres a sido detenido. Estaba intentando llegar a una cápsula de escape –dijo.- Del otro hombre y de la mujer aún no sabemos nada.
- Rectifico, uno de ellos ya está bajo arresto –dijo Ailka a Holan-, espero que esta vez podamos mantenerlo así hasta llegar a Mencor –añadió de cara al soldado, que bajó la vista avergonzado-. Enciérrelo y vigílelo personalmente. Esta vez no admitiré errores.
- Sí, señora –dijo el soldado.
- E intensifique la búsqueda de los otros, la nave no es tan grande como para que puedan esquivarnos por mucho tiempo –ordenó Ailka.
- A sus órdenes, Comandante –dijo el soldado mientras salía por la compuerta.
Los otros dos regresaron con los repuestos y lo siguieron de vuelta a su nave.
- ¿De qué se les acusa? –intervino Sveerng.
- Forman parte de un grupo independentista –respondió Ailka-. Pretenden separar su planeta, Kevor, del gobierno de Mencor, y para conseguirlo se dedican a matar soldados mencorianos y levantar a la población de Kevor en nuestra contra.
- ¿Tienen alguna clase de organización seria? –preguntó Sveerng.
- Simplemente siguen a un loco con ansias de grandeza que se cree con derecho a gobernar por un débil parentesco con el antiguo rey de Kevor, cuando aún no formaba parte del Sector de Mencor. Todavía no lo hemos podido localizar, pero pronto lo haremos.
Mientras la Comandante decía estas palabras, Sveerng percibió una pequeña sombra en el túnel, detrás de ella, y al momento siguiente ya se encontraba saltando hacia ella. Ailka, al verlo, intentó esquivarlo y echó mano de su arma, pero no tuvo mucho tiempo para reaccionar debido a la sorpresa, y esto le salvó la vida, pues tan pronto como Holan la arrojó al suelo, un cuchillo pasó rasgando el aire en el lugar donde había estado Ailka un segundo antes. Rápidamente, Sveerng rodó por el suelo hacia el atacante al tiempo que le propinaba una patada en el brazo, lo que provocó que soltara el cuchillo, que cayó con estrépito a dos metros del atacante. Sólo un momento después, Holan ya se encontraba en pie de cara al asaltante. Se trataba de un hombre bastante mayor, vestido con sucias ropas y con una expresión de disgusto y pena en su arrugada cara. Echó una mirada al cuchillo y otra a la Comandante, pero para sorpresa de Holan, no continuó con el ataque, sino que se dio la vuelta y echó a correr por el túnel de vuelta a la nave mencoriana. O al menos eso intentó, ya que los soldados de la nave que ya venían por el túnel alertados por el ruido lo apresaron con facilidad.
La comandante Ailka, que entretanto ya se había levantando y había recuperado la compostura, sólo le dedicó una rápida mirada furiosa antes de ordenar que se lo llevaran y lo metieran en una habitación distinta a la del otro hombre.
- Ya hablaremos de esto –dijo refiriéndose tanto al viejo como a los soldados que deberían haberlo detenido antes de entrar en la nave de Sveerng.
Cuando los soldados se hubieron ido, se volvió hacia el Capitán.
- Parece que estoy en deuda con usted –le dijo-, gracias –añadió mientras extendía su mano.
- No ha sido nada –respondió él, estrechándole la mano.
- Ya que dentro de poco vamos a separarnos –dijo Ailka con una expresión más suave-, no me va a ser posible devolverle el favor más adelante, así que acepte al menos cenar conmigo. Tenemos comida de verdad a bordo, comida mencoriana –añadió con una sonrisa. Cuando sonreía todavía era más atractiva.
- De acuerdo –respondió él sonriendo a su vez-, ya empiezo a estar harto de tomar el mismo puré de viaje todos los días. No discuto que sea muy sano y completo, pero sabe a rayos –añadió riendo abiertamente, ya más relajado tras el incidente.
- Por aquí Capitán –dijo Ailka cogiéndole del brazo.
Y los dos juntos se encaminaron hacia el túnel que conectaba ambas naves.
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