Recopilatorio. Sueños (Gorker)

Sueños... cosa que carece de realidad o fundamento; en especial proyecto, deseo, esperanza, sin probabilidad de realizarse.

En la vida suceden cosas que siendo sueños tenemos la esperanza de que sean reales, y de que cosas que son reales solo sean sueños... yo, como persona, recomiendo que no por ello se deje de soñar, ni de vivir la realidad, pues tanto la realidad como el sueño pueden destruirnos si los elegimos en exclusiva.

Mi texto, aquí presente no habla en si de los sueños, no tiene nada que ver, son sólo circunstancias y pensamientos sobre la vida en sí, algunas reales otras irreales, espero que os guste...

Como nota personal, y para dar paso a los capítulos, yo tengo una costumbre, siempre, creo yo, todos hemos tenido alguna vez la sensación de haber vivido una situación con anterioridad, yo tengo la costumbre de que siempre que me sucede eso, lo altero, no quiero tener la impresión de que las cosas ya han pasado, me da miedo pensar que ya está vivida la vida (valga la redundancia), y por ello hago cualquier cosa que no pensaría hacer en ese momento, generalmente sólo me quedo quieto, no hablo y dejo pasar el tiempo, y si no puedo hacerlo por alguna razón intento no decir nada que recuerde del "sueño"... puede que sea algo raro...disfrutadlo en la medida en que podaís...

Capitulos:

Sueños: Sueño I - Las Posibilidades

Sueños: Sueño II - La Imaginación

Sueños: Sueño III - La Tristeza

Sueños: Sueño IV - La Alegria *

Sueños: Sueño V - La Realidad *

NOTA: * textos sin acabar



Recopilatorio Mis cosillas
Sueños: Sueño I - Las Posibilidades




Sueños: Sueño I - Las Posibilidades

Hospital La Paz - Madrid. 20-Abril-2002


Es un día lluvioso, el cielo esta encapotado uniformemente, de un gris oscuro, aunque son las seis de la tarde, he venido para visitar a mi abuelo.


- ¡Hola abuelo! ¿Qué tal estas hoy? Se te ve mejor, ¿te cuidan bien?
- ¿Eh?...¡ah! hola Carlos, estaba esperando a que viniese él, pero aún no ha llegado...
- No abuelo, no soy Carlos, soy su hermano Rubén, ¿te acuerdas de mí?
- ¿Eh?...yo... yo solo quiero dormir, déjame dormir.

Mi abuelo tiene alzheimer, lleva ya casi cinco meses en el hospital, y parece ser que no esta mejorando, mi madre no quiere venir a ver a su padre, ella me espera en recepción, mientras yo le visito los martes y los jueves, creo que no puede aguantar ver así a su padre, tan... sin ser él mismo, sufre cada vez que nos estamos acercando al hospital, pero yo quiero seguir viniendo, es mi abuelo, le quiero.

A veces pienso en un mundo donde pudiese existir otra posibilidad, sueño con que exista otra opción para nosotros, pienso en ello como en un árbol, un árbol para cada persona, con un único principio, la base de todo, que es el nacimiento, y que a partir de ahí, se ramifica infinitamente, una rama por cada decisión que se puede tomar en esta vida, por cada decisión que puedes tomar se crea una rama, y esa rama es otra vida, otra posibilidad de vivir, es una vida nuestra que avanza sin ser nosotros conscientes de ella, y que a su vez avanza y se ramifica, por cada opción que tienes, desde elegir entre cruzar por un sitio u otro, por elegir entre mirar al cielo al salir a la calle o mirar al suelo o mirar a ambos lados o mirar al frente, en cada una de esas situaciones se crea una nueva posibilidad, pero eso seria muy simple, pienso en algo aún más complejo, que no solo se alteran las ramas de tu árbol por tus decisiones, sino q influyen unos árboles en otros, creando nuevas ramas, entrelazándose unas con otras de árboles distintos, algunas terminan pronto, otras más tarde, y otras crecen desde las ramas de otra persona, como el nacimiento de un hijo, que surgiría de una rama de una persona, o dos, según la circunstancia, de si eres huérfano, o simplemente no tienes padre, ya que de madre no podríamos prescindir, así pues tendríamos múltiples árboles de individuos, que surgen no le la tierra, sino de otros árboles, a mí me gusta imaginar todo esto en un cuadricula infinita de tres dimensiones, cada árbol con su propia identificación, por ejemplo un color, así me paso parte de mi vida, soñando con más posibilidades, tanto cuando lo paso mal, como si lo paso bien, aunque en estas últimas menos...

Y entonces después de salir de la habitación sonrío, porque me gusta pensar que en otro sitio, en otra posibilidad, yo estoy con mi madre, mi padre, mi hermano y con mi abuelo, y somos felices, somos distintos pero nosotros. Y al bajar a la planta de recepción y preguntarme mi madre qué que tal esta mi abuelo, la miro, la sonrío y la abrazo fuerte, ella llora.
Sueños: Sueño II - La Imaginación




Sueños: Sueño II - La Imaginación

Torrejón de Ardoz - Madrid. 4-Mayo-2002


Estoy en el autobús, me dirijo al instituto, es mi segundo año, me encuentro en un asiento cerca de la ventana, me gusta mirar tras el cristal, mirar afuera, a la gente caminando con sus vidas, tengo la mochila encima de mis rodillas, y la frente ladeada hacia el cristal.

Mientras veo a la gente pasar, pienso en que cada uno a de tener su propia vida, sus propios problemas, pero que la mayoría de nosotros no somos conscientes de nada más que de un universo propio, donde se alojan las personas a las que conocemos, lo que nos afecta. Aunque seguro que hay alguien ahí fuera pensando lo mismo que yo, o eso espero...

Al pensar esto, levemente sonrío, y recuerdo cuando hace unos cuatro años, jugaba con mi hermano, éramos pequeños, pero era en esos momentos en los que estábamos solos, jugando, cuando todo cambiaba, cuando disfrutábamos con esas historietas que inventábamos y creíamos, me hace ilusión recordar que cuando era más pequeño, me imaginaba grandes árboles parlantes, donde su voz era la mía, cuando un objeto cualquiera se convertía en una espada, y el mundo se tintaba de colores imposibles, de fuertes emociones que no eran más que creaciones de uno mismo, esa imaginación constante, la hecho de menos, y por ello aún de vez en cuando, vuelvo a mi mundo...me encanta fantasear y convertir la realidad en otra cosa, ser capaz de no ver gente paseando por la calle, sino tal vez por un campo, poder acariciar una planta y sentirme fuera de mi cuerpo, me gusta la idea de seguir creciendo sin perder esto, y si por alguna razón tuviera que perderlo, por lo menos, no olvidar que existió. Me considero una persona con bastante imaginación, cosa que me encanta, y me asusta perder esa inocencia que se tiene al ser un niño, esa creatividad que queda eclipsada por los deberes de una vida impuesta.

Y aún estoy en el autobús, las paradas pasan, el cielo es gris, pero no esta nublado, la gente esta en su mundo, vive lo que bien podría ser una realidad, su realidad. Una señora se acaba de sentar a mi lado, tiene el pelo corto y teñido de castaño claro, grandes pendientes blancos en las orejas y un colgante bastante contundente con cadena gruesa,- bastante simples de diseño-, lleva una chaqueta y una falda de un color rojizo, con bandas horizontales más oscuras y un gran broche en la solapa, calza unos zapatos negros, de ella destacan sus abundantes arrugas, en la frente y las manos, y una gran cantidad de maquillaje que intenta ocultar su rostro, aunque es ciertamente ineficaz, habla con su hijo por el móvil...No parece tener nada presente, nada especial, ningún tipo de sueño por cumplir, la gente de ahora solo se dedica a vivir sin pensar en que es lo que quieren, que les apetece, que desean como personas para ser felices, solo se conforman con lo que poseen, nada más, sin imaginación ni ilusión.

Hace un rato, dos paradas, que una chica entro en el autobús y se coloco frente a mi, esta de pie, me mira de vez en cuando con rostro tímido, a mi me gusta su expresión, me hace sentir bien, es morena, tiene el pelo largo y ondulado más allá de los hombros, unos grandes ojos castaños y una boca dulcemente pequeña, lleva la mochila junto a sus pies, es preciosa, me he puesto rojo al coincidir su mirada con la mía y creo que se ha dado cuenta, me gustaría poder conocerla, hablar con ella, reírnos juntos, me siento atraído por ella, de una forma totalmente pura. Es gracioso como somos, como nos sentimos, y como varían nuestras percepciones según la edad, yo quiero seguir avanzando en mi vida, ser más complejo, pero sin perder lo que fui, sin olvidar lo que pensé y creé, sin dejar de soñar despierto, sin perder la imaginación, quiero ser complejo y completo y para ello no puedo renunciar a lo vivido ni bloquear lo que viviré. La chica de enfrente me atrae, me gustaría decírselo, pero no creo que sea el momento, aunque quizás no exista otro, ¿qué hacer?...

Aunque no sea un niño viviré, no olvidaré como crear, no olvidaré como soñar con fantasías e ilusiones, con imaginación.

Ya llego a mi parada, le pido con tono suave a la mujer que me deje pasar, cojo mi mochila y me dirijo a la puerta del autobús, no sin mirar por última vez a la chica de enfrente, ella, se baja en la misma parada.
Sueños: Sueño III - La Tristeza



Sueños: Sueño III - La Tristeza

Torrejón de Ardoz - Madrid. 16-Mayo-2002


Hoy es mi cumpleaños, en clase todo sigue como si nada, tampoco es que tenga muchos amigos así que nadie sabe que día es hoy. Por fin localicé a la chica del autobús, es de la clase de al lado, creo que ella también se fijó en que yo venía a este instituto, puede que sepa cual es mi clase, tengo un cierto regustillo en el estomago cuando la veo a lo lejos, me gusta esperar en mi clase a la hora de salir para verla pasar por la puerta, sólo ese segundo en que se tarda en dar dos pasos y desaparecer. Espero descubrir por donde vive.

Después de clase me dirijo a casa de mi padre, ya que esta noche tengo cena con mi madre y mis abuelos, iremos al restaurante chino del barrio, me encanta el arroz tres delicias. En el camino vuelvo a coger el autobús, de nuevo vi a la chica morena, está con una amiga, es un poco más bajita y castaña, lleva gafas y tiene unos rizos muy pronunciados en un pelo bastante corto, me intenté acercar a ver si podía oír su voz, pero fue imposible oír nada, entre el barullo del autobús y los volantazos del conductor.

Al final llegó su parada, y lo único que pude hacer es mirar como descendía y esperar a que llegase mi turno, la verdad es que se me hizo largo el trayecto, aunque al bajar sentí algo de alivio, vería a mi padre y me hacía cierta ilusión ya que llevaba mucho tiempo sin verle. Al entrar en casa me abrazó y me felicitó, después estuvimos casi toda la tarde comiendo gusanitos y jugando a la consola, por lo menos el jugaba conmigo, mamá solo me impedía jugar diciendo que se estropearía la tele e incluso mi cerebro, qué cosas tiene.

Al cabo de un rato nos detuvimos como por inercia, dejándonos caer en el sofá, repanchigados con trozos de gusanitos por la camiseta y camisa, y él suspiro.

- Papá, ¿no echas de menos a mama?
- ...si, claro que si hijo - Se notaba cierta tristeza en su voz.
- ¿Y porqué no lo arreglas?
- No es tan fácil hijo, ella no quería estar conmigo, deseaba otra cosa, parece ser que tu madre está buscando algo que...
- ¡Pero papá si tu la quieres tienes que luchar por ella!, ¿no? - En ese momento me acordé de la chica morena del instituto.
- Mmm...es más complejo hijo - Dijo perdiendo la vista en el televisor apagado.

En ese momento miré a mi padre, estaba ligeramente iluminado por la ventana del salón que quedaba tras él, así que por unos segundos sólo aprecié su silueta, pero se veía perfectamente su rostro; sin afeitar, cansado y abatido, la camisa sin planchar de varios días, con alguna que otra mancha que se había intentado quitar sin éxito. En apenas dos meses casi no podía reconocer a mi padre, algo le faltaba, algo se le había perdido, y seguramente fuese algo más que el hecho de no estar con mamá.

- Mmm – Sin cambiar la expresión de su cara dijo - ¿Iréis al chino esta noche?.
- ..sí...- Le miré extrañado.
- Pasadlo bien, y no hagas de rabiar a tu madre.
Se levantó del sofá lentamente, mientras le seguía con la mirada, cogió mi abrigo y me lo acercó.

- Llegarás tarde, es mejor que te vayas.

Yo simplemente lo cogí, me levanté para ponérmelo, y me dirigí a la puerta donde estaba mi mochila, me la puse al hombro, me giré y abrace a mi padre, él me cogió con un solo brazo, e inclinó su cabeza hasta besar la mía. Después me separé de él un poco, levanté la mirada y dije.

- Papa...
- ¿Si, hijo?
- ..nada.

Le volví a abrazar, sintiendo su tristeza, para después salir de la casa. Al cerrarse la puerta escuché como mi padre recogía las cosas que habíamos sacado con un andar pesado.

Esa noche fuimos al chino del barrio, y me puse las botas con el arroz y el pollo agridulce, mi abuela no dejaba de decirme que estaba muy guapo y crecido, cosa que no soporto, y mi abuelo me enseño por millonésima vez como hacer una rana con la servilleta del restaurante. Este año no me regalaron más que dinero, cosa que agradecí y mucho, ya que los últimos regalos no me gustaron nada, así podía coger algo que realmente me gustase o necesitase.

Al regresar del restaurante, una vez con el pijama puesto y tumbado boca arriba en la cama, me puse a pensar que estaría haciendo mi padre, sintiendo esa pesada tristeza, hasta que caí dormido.
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