Sueños: Sueño III - La Tristeza
Sueños: Sueño III - La Tristeza
Torrejón de Ardoz - Madrid. 16-Mayo-2002
Hoy es mi cumpleaños, en clase todo sigue como si nada, tampoco es que tenga muchos amigos así que nadie sabe que día es hoy. Por fin localicé a la chica del autobús, es de la clase de al lado, creo que ella también se fijó en que yo venía a este instituto, puede que sepa cual es mi clase, tengo un cierto regustillo en el estomago cuando la veo a lo lejos, me gusta esperar en mi clase a la hora de salir para verla pasar por la puerta, sólo ese segundo en que se tarda en dar dos pasos y desaparecer. Espero descubrir por donde vive.
Después de clase me dirijo a casa de mi padre, ya que esta noche tengo cena con mi madre y mis abuelos, iremos al restaurante chino del barrio, me encanta el arroz tres delicias. En el camino vuelvo a coger el autobús, de nuevo vi a la chica morena, está con una amiga, es un poco más bajita y castaña, lleva gafas y tiene unos rizos muy pronunciados en un pelo bastante corto, me intenté acercar a ver si podía oír su voz, pero fue imposible oír nada, entre el barullo del autobús y los volantazos del conductor.
Al final llegó su parada, y lo único que pude hacer es mirar como descendía y esperar a que llegase mi turno, la verdad es que se me hizo largo el trayecto, aunque al bajar sentí algo de alivio, vería a mi padre y me hacía cierta ilusión ya que llevaba mucho tiempo sin verle. Al entrar en casa me abrazó y me felicitó, después estuvimos casi toda la tarde comiendo gusanitos y jugando a la consola, por lo menos el jugaba conmigo, mamá solo me impedía jugar diciendo que se estropearía la tele e incluso mi cerebro, qué cosas tiene.
Al cabo de un rato nos detuvimos como por inercia, dejándonos caer en el sofá, repanchigados con trozos de gusanitos por la camiseta y camisa, y él suspiro.
- Papá, ¿no echas de menos a mama?
- ...si, claro que si hijo - Se notaba cierta tristeza en su voz.
- ¿Y porqué no lo arreglas?
- No es tan fácil hijo, ella no quería estar conmigo, deseaba otra cosa, parece ser que tu madre está buscando algo que...
- ¡Pero papá si tu la quieres tienes que luchar por ella!, ¿no? - En ese momento me acordé de la chica morena del instituto.
- Mmm...es más complejo hijo - Dijo perdiendo la vista en el televisor apagado.
En ese momento miré a mi padre, estaba ligeramente iluminado por la ventana del salón que quedaba tras él, así que por unos segundos sólo aprecié su silueta, pero se veía perfectamente su rostro; sin afeitar, cansado y abatido, la camisa sin planchar de varios días, con alguna que otra mancha que se había intentado quitar sin éxito. En apenas dos meses casi no podía reconocer a mi padre, algo le faltaba, algo se le había perdido, y seguramente fuese algo más que el hecho de no estar con mamá.
- Mmm – Sin cambiar la expresión de su cara dijo - ¿Iréis al chino esta noche?.
- ..sí...- Le miré extrañado.
- Pasadlo bien, y no hagas de rabiar a tu madre.
Se levantó del sofá lentamente, mientras le seguía con la mirada, cogió mi abrigo y me lo acercó.
- Llegarás tarde, es mejor que te vayas.
Yo simplemente lo cogí, me levanté para ponérmelo, y me dirigí a la puerta donde estaba mi mochila, me la puse al hombro, me giré y abrace a mi padre, él me cogió con un solo brazo, e inclinó su cabeza hasta besar la mía. Después me separé de él un poco, levanté la mirada y dije.
- Papa...
- ¿Si, hijo?
- ..nada.
Le volví a abrazar, sintiendo su tristeza, para después salir de la casa. Al cerrarse la puerta escuché como mi padre recogía las cosas que habíamos sacado con un andar pesado.
Esa noche fuimos al chino del barrio, y me puse las botas con el arroz y el pollo agridulce, mi abuela no dejaba de decirme que estaba muy guapo y crecido, cosa que no soporto, y mi abuelo me enseño por millonésima vez como hacer una rana con la servilleta del restaurante. Este año no me regalaron más que dinero, cosa que agradecí y mucho, ya que los últimos regalos no me gustaron nada, así podía coger algo que realmente me gustase o necesitase.
Al regresar del restaurante, una vez con el pijama puesto y tumbado boca arriba en la cama, me puse a pensar que estaría haciendo mi padre, sintiendo esa pesada tristeza, hasta que caí dormido.