Madrid, 17 de Diciembre de 2002. Ya es Navidad, cae sobre la ciudad una ligera lluvia, las calles están iluminadas, las tiendas y escaparates llenos de juguetes y los niños rebosan de felicidad. Allí está Lucía, una niña de 6 años y su hermano Pedro, 3 años menos que ella. Lucía mira atónita los escaparates y no hay ninguno en el que no se pare a observarlo detenidamente, mientras tanto, Pedro, en su carrito, mira entusiasmado ese hombre gordo, rojo y con barba que hay en la puerta del centro comercial.
-Papá, papá, ¡Mira! ¡Corre! ¿Me lo compras?
-Lucía ya te he dicho que se lo pidas a los Reyes Magos y ya veremos si ellos te lo traen.
-Pero papá… ¿Por qué no entramos a verlo?
-Te he dicho que no que tenemos prisa.
-Anda Víctor, no seas así…
-Eva, le he dicho que no y es que no, bastante tenemos ya con tener que venir todas las tardes a pasar frío para que además tengamos que entrar a las tiendas a hacer cola.
Después de oír esto, empiezan a caer unas pequeñas lágrimas en los ojos de Lucía y comienza a llorar, Víctor, enfadado, da media vuelta y vuelven a casa.
Una vez allí Víctor abre la puerta y corre a saludarlo un perro grande y blanco, era Zeus, el perro que Eva le regaló a Víctor en su segundo año de noviazgo. Lucía, sin mediar palabra, sube corriendo a su habitación, mientras tanto, Eva, le quita la bufanda, el gorro y el abrigo a Pedro, lo levanta del carrito y se va a la cocina. Víctor se pone sus zapatillas, su albornoz, enciende la televisión y se tumba con Pedro en el sofá.
-¡Víctor a cenar!, ¡Lucía a cenar!.
-Ya voy cariño.
-¡Yo no voy a cenar mama!.
-Eva sube tu a por ella porque si subo yo la vamos a tener.
-Víctor deja a la chiquilla…
Eva sube a por Lucía y al cabo de 5 minutos baja con los ojos enrojecidos. Víctor ya ha empezado a cenar y esta casi terminando y Pedro juega con las cucharas de plástico.
-Pedro a ver si te vas a hacer daño hijo mío.
-Anda Eva deja al niño que se divierta. ¿Lucía ya tienes hambre?
Lucía sin dirigirle la palabra a su padre se sienta en su silla y comienza a cenar, Eva prepara los potitos para Pedro y Víctor se levanta de la silla y sin decir nada se va hacia su sofá.