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BiG_LoKe escribió:Era el primer día de vacaciones de Navidad, cuando le vi. Sentado en un banco, con barba de tres días, ropa sucia,y esa gorra que nunca se quitaba. No lo veía desde hacia muchos años. Desde que perdió el empleo, desde que dejamos de ser compañeros de trabajo.
Me hubiese gustado pararme a hablar con él. Preguntarle cómo estaba, cómo le marchaban las cosas... cómo había llegado a esa situación.
[¿Por qué no punto y aparte?]
Cuando ocurrió, se acababa de comprar un coche. Un coche razonable para él, a pesar de que le gustaban los BMW y los Audi. Quería estrenarlo en un viaje a su pueblo, para visitar a los parientes en esas fechas tan señaladas [¿Qué fechas? No sabemos cuándo compró el coche... o sí, podemos suponer que en Navidad, pero entonces debemos imaginarnos que el despido fue en ¿Navidad? ¿antes? ¿la Navidad de qué año?]. Para comprobar el consumo, y darle un poco de rodaje. ¿Llegaría a hacerlo? No lo sé. Probablemente nunca llegue a saberlo. Estaba delante de él, mirándolo, pero él no me veía. ¿Qué podía decirle? ¿Que lo siento, y que sé lo difícil que es esa situación cuando se tienen cincuenta y cinco años?
El momento de su marcha fue un punto de inflexión en mi vida. Un punto y aparte que provocó mi transformación de adolescente tardío en adulto. Nunca más volví a verlo entrar por la puerta del taller por las mañanas, ni a oirlo renegar por la faena, ni intentar arreglar el país de alguna manera que no compartía nadie. Nunca más le ofrecí mis silencios en el coche, mientras salíamos hacia nuestro destino a trabajar. Ni le di mis consejos. Ni recibí más.
Me quedé solo, sin llegar a decirlelo quecuánto le apreciaba. Y, después de tanto tiempo, ahí estaba. Solo.
Una nube de ideasopuestascontrarias barrió mi mente durante los segundos que tardé en cruzar la calle,y dejarlo a un lado. ¿Me habría visto? Joder, me gustaría preguntarle tantas cosas...
Entré en la primera tienda de la calle,a comprar un regalo para Navidad: el motivo por el que había bajado al centro de la ciudad.
En cada etiqueta que consultaba el precio, leía una pregunta que quería hacerle. ¿Cómo estás?,Leí en una camiseta. ¿Cómo has acabado así?,Leí en unos pantalones. Preguntas y más preguntas,me surgían en cadatodas lasprendas. Era mi oportunidad, y él estaba allí para satisfacer mislasansias de saberlo, resumiendo todo en un ¿por qué?.Así que salí, giré la esquina,y me preparé para gritarle su nombre. Quería escupirle [¿escupir? Escupir es algo que da asco, algo que se hace con repulsión, escupir preguntas es preguntar con asco o desprecio y no creo que en este caso la idea sea esa] todas las preguntas una a una, pero ya no estaba.
Sefuehabía ido.
Mevolvióhabía vuelto a dejar solo.