Relato Corto. El comienzo de una guerra.

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-Vamos hijo, los hombres del sur se hacercan, no lleveis mucha carga, tenemos que llegar al puerto oeste del lago antes de que arrasen todo a su paso.

La joven madre de Ardeneth metia prisa a su hijo de tan solo catorce años de edad, ella era de cabellos morenos y tez rosada como su hijo, no era muy alta, iba vestida con unos harapos azules manchados de barro; Ardeneth era mas alto que su madre, sus ojos eran marrones, eran tristes pero al mismo tiempo la esperanza nacia en su interior, su pelo era oscuro, y su tez rosada como ya he comentado antes, iba vestido con un pantalon marrón y una camisa tambien marrón y tambien llevaba un cinturon bastante grande para su estatura, y en él llevaba una daga, Ardeneth no tenia padre, lo tuvo, pero murio, él era un caballero de la corte del Dragón, era un combatiente formidable, tanto en la lucha cuerpo a cuerpo como con el arco, pero su fatal destino llegó cuando tuvo que partir hacia el reino del norte en busca de ayuda contra los hombres del sur, pero una extraña criatura alada les atacó al pelotón del padre de Ardeneth, que por cierto se llamaba Adrenth, como os iba relatando, el padre de Ardeneth murio por una criatrua alda, no se sabe que clase, pero lo que si se sabe es que vienen del norte, y como nunca llegaron a su destino, la ayuda no llego, y no fue por que el rey del reino de Tare no insistiese, porque mando mas de cinco pelotones, pero todos morian donde Adrenth pereció, a manos de la criatura alada, lo único que Adrenth pudo dejar a su hijo, fué la daga que él tuvo de pequeño, forjada por los enanos, y ahora esa daga la lleva Ardeneth la lleva colgada en el cinturon de su padre.

-Vamos madre, monte en el caballo usted primero-decia cortesmente Ardeneth.

Cuando los dos ya habian montado se encontraron con Ernera, la hija de los vecinos de Ardeneth, ella era castaña, con el pelo por los hombros, sus ojos eran marrones, era muy bella, iba con un vestido azul y blanco.

-Vamos Ardeneth, vayamos todos juntos-obviamente se referia a

Ardeneth y su madre, y a Ernera y su madre y su padre.
Cabalgaron durante toda la mañana, era un dia nublado pero sin riesgo de lluvia, los cabellos de Ernera bailaban al son del viento, que no era demasiado fuerte.
Cuando por fin llegaron al puerto oeste del lago vieron algo terrible, las casas y las tabernas ardían sin cesar, alguien habia irrumpido la tranquilidad del puerto oeste.

-Los hombres del sur... -decia el padre de Ernera amargado- malditos, este fue mi hogar cuando yo era un niño, ahora todo esta consumido por las cenizas y la desolacion.

-Padre, tenga usted valor para afrontar la perdida de nuestros vecinos del puerto oeste, pero todavia podemos salvarnos, hay un bote detras de ese árbol caido, mire-le decia Ernera a su padre.

Fueron corriendo hacia el bote, cuando ya estaban montados miraron hacia los hogares de las gentes del puerto del oeste.
Cuando avanzaron unos metros unos caballeros descendieron de los árboles que quedaban intactos por el fuego y sacaron sus arcos y empezaron a disparar hacia el bote de Ardeneth, pero por suerte la madre de Ardeneth llevaba una gran manta gruesa que les cubrió de las flechas.
Cuando ya advirtieron de que ya no les disparaban, se quitaron la manta de las cabezas y cuerpos y pudieron ver que se habian desviado 75º hacia el este, habrian recorrido tres millas, pero hacia el este. El problema no terminaba ahí, no tenian remos, asi que tuvieron que utilizar las manos, estuvieron hasta la noche navegando, pero cuando los dos soles se escondieron y aparecieron las cuatro lunas se arroparon con la manta que antes les habia salvado y durmieron...
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Mañana continuo con el relato corto. ¿OK?.
Para tener tu edad es una pasada, sobretodo la forma en la que cuentas la historia. Quizás un poco precipitada en los acontecimientos, pero el énfasis que le dás es muy bueno.
Por cierto, ¿si se trata de un relato corto no tendrá muchos capítulos, no? Bueno, gracias por exponer tus historias aquí, que de eso precisamente se trata este foro.
Saludos!!
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Cuando el crepusculo asomaba los primeros rayos del alba por el horizonte Ardeneth se despertó, decidió despertar a los demas para conseguir llegar hasta el otro lado del lago.

-Vaya, ¿ya ha pasado la noche?-dijo Ernera.

Estuvieron remando con las manos hasta bien avanzada la tarde, cuando llegaron se tomaron un descanso. Habia un pequeño puerto, pero no vivia nadie, estaba todo verde, habia dos árboles bien maduros, eran manzanos, aprovecharon que era primavera para recoger un puñado de manzanas y asi poder comer.
Cuando ya avanzaba la noche todos se acurrucaron en el tronco de un manzano y durmieron placidamente hasta que el ruido de unos cuernos y tambores les alertaron a todos.
No tenian una antorcha, pero por suerte el cielo no estaba nublado y las lunas estaba alzadas en el cielo e iluminaban todo el lago y consiguieron ver un barco, habia muchos hombres armados, eran del sur, sus ropas verdes esmeralda les delataban, en la proa y en la popa tenian arqueros preparados para un asalto rapido y eficaz.
Ardeneth y los demas no tuvieron otro remedio que ir hacia el este, donde habian acordado refugiarse todos, pero ahora solo quedaron ellos. Iban a marchas forzadas, estaban agotados, pero no podian parar, de cuando en cuando hacian una pequeña pausa para ver el lago, y el barco de los hombres del sur se acercaba más y más. Cuando el alba asomaba timidamente sus rayos por fin llegaron ha una posada, la posada del Unicornio Encantado, de allí era famoso su vino, de la viñeda del oeste, la mejor de Urien. Pero se llevaron una gran desilusion, la puerta estaba cerrada, la posada estaba cerrada, estaban todas las ventanas tapadas por madera, pero tenian que descansar, estaban agotados, asi que decidieron hacer uso de la daga de Ardeneth y la espada del padre de Ernera.
Despues de estar golpeando la puerta durante un rato consiguieron romperla y entraron, la posada daba pena, estaba sucia y mugrienta, tenian barriles de vino abiertos, y el olor era de putrefaccion, como si hubiese habido una matanza y los cuerpos estuviesen descomponiendose lenta mente, estuvieron inspeccionando los dos pisos, cuando llegaron al piso de arriba descubrieron con horror una pila de cuerpos descomponiendose, todos los cuerpos estaban llenos de heridas.
Se fueron a una habitacion mas bien grande, habia cinco camas, se acostaron cada uno en una cama y durmieron hasta que los tambores y los cuernos de los hombres del sur se hacercaban hacia el lugar donde dormían, tenian miedo, la tarde acababa de empezar, tenian que escapar. Salieron de la posada y salieron corriendo, pero al poco tiempo los hombres del sur se acercaban en caballos.

-Vaya vaya, tenemos aqui a los ultimos supervivientes del oeste, ¿qué hacemos con ellos jefe?-decia el que mas cerca estaba de ellos.
-¿Matarlos?, mejor no, los llevaremos ante el rey y qué el decida-decia el jefe, llevaba unos pantalones y una armadura con dibujos verdes, y llevaba una gran espada en la vaina, parecia un hombre frio como la noche-vamos, cogedles y nos los llevamos.

Pero Ardeneth no estaba dispuesto a dejarse llevar por unos arrogantes caballeros del reino enemigo.

-Primero dejadme una espada y nos batiremos, pero no me dejare abasallar por unos oprimidores.
-Vaya vaya, la hormiguita se cree escarabajo, si quieres un reto, de acuero, toma una espada-le quitó una espada al hombre que estaba mas cerca de él y se la dio a Ardeneth.

El jefe se bajó del caballo y desenvaino la espada.

-¿Hacemos un trato?-preguntó Ardeneth.
-Desembucha escarabajo.
-Si gano yo, os vais de aquí y nos dejais en libertad, ¿de acuerdo?.
-NO-mientras decia esto atacó a Ardeneth, pero la esquivó con rapidez y maña.
-Vaya, ¿tienes miedo de mi?-decia Ardeneth mientras esquivaba los espadazos del jefe.
-De un saco de mierda no-dijo el jefe.

Lo que el jefe no sabia es que Ardeneth tenia una daga de su padre dispuesta a matar, y cuando el oponente de Ardeneth cogia aliento este le asesto un espadazo pero lo paró, pero Ardeneth sacó la daga y se la clavo en el pecho.

-M...a...l...dito, trampo...so, ma...ta...dl urgh-mientras decia esto sus ojos se apagaban y su corazon dejaba de latir.

Los caballeros gritaron, pero increible, no de furia, si no de alegría, les habia salvado de su jefe.

-Gracias chico, ninguno nos atrevimos ha hacerles lo que tu le has hecho, muchas gracias.
-P... p.... pero, yo.....
-Muchas gracias, ¿adonde quereis ir?-decia un caballero.
-Pues huiamos de vosotros, atacasteis la aldea y el puerto-decia el padre de Ernera.
-Primero me voy a presentar, soy Jutereh, hijo de Jujhez, y respecto a lo de la aldea nosotros no atacamos la aldea, fue el jefe solo, el solo mató a todos, uno por uno, mujeres, niños, hombres, a todos, nosotros somos del reino del oeste, nos infiltramos para hacer un ataque desde dentro, pero ya nada, se han arruinado nuestros planes con la muerte del jefe.
-Lo siento, ahora, ¿que pasará?-decia Ardeneth.
-Ahora iremos con vosotros, pero tendremos que coger ropa nueva, con esta ropa no creo que nos crean.

Despues de que los caballeros hicesen un apaño con las ropas de antes para tener unas nuevas continuaron hacia el oeste, pero ahora tenian la ventaja de ir a caballo, los caballeros eran unos cien, ciento quince para ser mas exactos. Cuando la noche ya era fría y oscura llegaron al este, allí habia una gran fortaleza, y en lo alto un castillo grande, de unos cincuenta metros de alto, y en la almena mas alta asomaba una gran bandera de una espada y un caballero muy grande. Cuando ya llegaron a las puertas les esperaban unos guardas, los dos eran altos, iban con un casco con una espada hacia arriba en la frente, las ropas eran rojas y verdes.

-¿Solo sois vosotros?-dijeron los guardas.
-Si, los demas murieron por el ejercito de los hombres del sur-contestó Ernera.
-De acuerdo, pasad, el santo y seña es: Luz verde en dragón azul, se necesita para entrar en cualquier sitio.

Tuvieron que andar durante un corto tramo hasta que llegaron a una posada, el Dragón Blanco.
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Espero que os guste como continua.
ostras ZaCK-ER esta muy bien el relato [babas]


saludos [toctoc]
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Allí había mucho ambiente de fiestas y jolgorio pese a la crisis que se avecinaba a la vuelta de la esquina.
Después de cenar un mendrugo de pan con aceite y cerveza se fueron a dormir, pero Ardeneth decidió dar un paseo por la fortaleza. Estuvo paseando un buen rato, si cuando llegaron era medianoche estuvo hasta pasadas las dos caminando. Era una gran fortaleza, situada al noroeste de Urien, la fortaleza fue construida para el ataque de los orcos en la edad de la creación, cuando todas las criaturas fueron creadas y algunas se fueron corrompiendo por el poder de los Antiguos Soids, ahora de los Soids solo se saben de su existencia por las antiguas canciones de los elfos, que tambien estos huyeron hacia el oeste del mar, a una gran isla, donde allí vivían en paz, sin preocupaciones, pero a lo que íbamos, la fortaleza ahora era una gran ciudad, con lo que eran antes siete grandes aldeas, pero ahora era todo una, la fortaleza de Zeron, ahora su rey era Teral, que por suerte no había vivido tiempos de guerra hasta ahora. Bordeando el mar esta el Gran Castillo, donde vive el rey viudo, su mujer murió por una enfermedad, pero pese a la muerte de la reina de Zeron no estaba muy mal. El símbolo de Zeron era un guardián con una espada, se dice que es el Guardian de Esuwath, la espada del primer Soid, el que venció a los Antiguos Invers.
Cuando Ardeneth llegó a la habitación su madre y los demás ya estaban dormidos.
Al día siguiente un gran sonido de cuerno despertó a todo Zeron, los primeros indicios de la guerra venían por el este, los hombres de Reregar venían con ganas de muerte, dolor, sufrimiento. Un pelotón de guardas venían avisando:
-Llamad a todo Zeron, tenemos que luchar, no hay otro remedio, no podemos escapar, tenemos que luchar ahora, las mujeres y los niños que se vayan en barcos hacia la tierra de los elfos a buscar ayuda, necesitamos todo el apoyo que podamos, ellos son mas de cinco mil, y nosotros no llegamos a mil, y además les acompañan los guerreros de Zegend, los jóvenes que vengan al castillo, allí les daremos armas, yelmos y cotas de mallas, pero YA.
Ardeneth y su madre hablaban con terror.
-Vamos hijo, llama a Ernera y a su madre, tenemos que irnos.
-Pero madre, yo ya tengo edad para luchar, escapad vosotras, yo me quedaré luchando.
-No, tu eres lo único que me queda, no te perderé en la maldita enfermedad de la guerra.
-No me perderás, cuando hallamos vencido la guerra vosotras vendréis y lo celebraremos con una gran comida.
-Esta bien, pero ten mucho cuidado y toma esto-mientras la madre de Ardeneth decía esto le daba un colgante-esto pertenece a los elfos, mi padre me lo dio cuando se marchó a la guerra, y volvió, espero que tu también sobrevivas, te quiero hijo.
-Yo también a ti madre.
Después de esto un guardia se llevó a la madre de Ardeneth y le dijo a Ardeneth.
-Chico, tu ya puedes elegir entre luchar o irte. ¿Cuál es tu opción?
-Quedarme y luchar.
-Entonces acompáñame y te daremos el equipamiento necesario.
-De acuerdo señor.
Ardeneth y el guardia se fueron hacia el rancho donde tenían los caballos y con ellos subieron hacia el castillo. Fue un largo trecho, tres millas, cuando llegaron Ardeneth se quedó maravillado al contemplar semejante obra magna de construcción.
-Vamos chico, no te quedes ahí quieto, la oscuridad y el sufrimiento de la guerra se avecina y hay que luchar fieramente.
Ardeneth entró en el castillo acompañado del caballero mencionado. La puerta era muy grande, era de madera oscura. Dentro del castillo se podía contemplar unas grandes obras de pintura y escultura, la pintura que mas llamo la atención de Ardeneth fue una de un caballero agarrando la empuñadura de una espada muy hermosa, con un mango no muy largo y con una piedra preciosa verde en la parte superior del mango, ya en la hoja se podía contemplar un grabado extraño, en la parte superior de la hoja se distinguía un sol idéntico al de la parte inferior, y entre los soles había un vacío; el caballero que sostenía la espada llevaba una gran armadura, en el pecho llevaba una camisa con un grabado de la espada que empuñaba con la hoja hacia abajo, la cara no se podía apreciar porque había una sombra que le tapaba.
-Vamos chico, deja de mirar el cuadro, el rey te espera.
Anduvieron hasta una sala contigua a la anterior, allí había un trono, y sentado en él estaba el rey Teral, era un hombre de mediana vejez, tenia los cabellos grisáceos, su tez era rosada tirando a oscura, llevaba un fardo grande, llevaba un cinturón ancho, y en él una espada larga.
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¿Qué os va pareciendo?
Se nota que te gusta mucho "El señor de los anillos" y similares :P
El asunto es que me gusta el relato, aunque con peros.Por ejemplo, tiras mucho para el estilo de Tolkien de "Nombres complicados", cosa que a mí no me gusta, me gustan los nombres más sencillos...pero que reflejen la personalidad del personaje(aparte de que no sé si te los inventas o no, si tienen o no una base como los de Tolkien).Eso también lo podría aplicar a la mitología del relato.
Por lo demás está bastanta bien, ortografía aparte,claro:

los hombres del sur se hacercan,

[poraki]

Por cierto, ¿Qué edad tienes?

Está bastante bien.;)
Es que la ortografia a ordenador esta bastante aparte de la de clase (en los dictados 10 puros [sonrisa] ).
Pues son mios los nombres, se me ocurren espontaneamente.
Respecto a la edad, bueno, dejemosla en de los pequeños de eol. [angelito]
Salu2.
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