No pude evitarlo… Es algo superior a mí, al ver… Tus pechos, aún no viéndolos tal y cómo yo querría… Es una sensación extraña… Siento el impulso de extender ambas manos, de tocarlos, quiero cada uno de ellos entre mis manos… Quiero que sientas el calor de mi lengua sobre ellos, que veas el reflejo de la tenue luz del cuarto dónde nos encontraríamos resplandecer tras la estela de saliva que dejaría mi lengua… Abrazarlos, sentirlos apretados contra mi pecho, tocarlos, masajearlos… Apretarlos en los momentos más pasionales y lujuriosos de nuestros encuentros…
Quiero que sientas mi húmeda lengua trazar círculos alrededor de tus pezones, mis dientes presionarlos, tirar de ellos… Quiero oír tu respiración alterarse, los latidos de tu corazón en aumento, quiero que mientras juegue con tus pechos y lleve la mano libre a tu vagina la note húmeda, deseosa de mí… Pero aún no ibas a suplicar… No puedes hablar sin el consentimiento de tu amo, pequeña… Oh, no… Podrás suplicar sólo y cuándo tu dueño y señor te permita hablar… Emplearás bien las pocas palabras que puedas usar, las emplearás en humillarte, degradarte, en someterte ante mí…
Quiero… ¡Necesito! Tomar tu dulce néctar… Deleitar a cada uno de mis sentidos con el olor de tu sexo, su tacto, sentirlo húmedo, ver cómo se contrae, cómo ansioso pide más y más, cómo lubrica, cómo anhelas que deje de trazar círculos en torno a tu clítoris para que comience a lamerlo de una vez, quieres desfogar, correrte en mi boca…
Pero para eso, aún te queda mucho que sufrir…
Mide tus gestos, mide cada uno de tus movimientos, ya que podría ser reprimido, para tu dolor y disfrute por la firmeza de mi mano, habla sólo cuándo se te ordene, acciona sólo y cuándo te sea permitido. “¿Crees que puedes hacer algo lo cuál agrade a tu amo?” “¿Crees que por eso tienes potestad para llevarlo a cabo?” “Cállate, zorra, no te extralimites en tus funciones, limítate a obedecer, a callar, anhelas muchas cosas…” Te asustan otras tantas… Y aún así sabes que lo vas a probar todo… A su debido tiempo, pero ves que el tiempo pasa lento, ves regodeándome ante tu impotente mirada, ante tu sexo, el cuál no hace más que desprender ese néctar tan preciado para mí… “Lubrica, pequeña, lubrica, piensa es por tu propio bien…” ¿Para qué usar remedios artificiales pudiendo usar tus propios flujos para lubricar tu ano…? ¿Crees va a doler? Yo creo vas a disfrutarlo, ¿Te dolerá al principio? El fin justifica los medios, Nicolás Maquiavelo; sigamos su doctrina.
No quiero explayarme, no en exceso… Todo fue un impulso, quedé ensimismado mirando esa foto… Tu cuerpo… Tus pechos…
Tan sublime figura sólo es digna de aquel que sea capaz de llevarla al más delicioso éxtasis que pueda sentir en su vida, EXTENUACIÓN… Hasta ahí, vamos a llegar… Hasta ahí, te conduciré… Será entonces, cuándo tu rostro torne su expresión de infinito agradecimiento y relax a uno de dolor… Al sentir cómo eres marcada, ¿Cómo si de un animal te trataras…? No… Te sientes mucho más que eso, quedas marcada por el que es tu amo, el sentir el caliente semen de tu señor por tu vientre, muslos y pechos ya te es suficiente para entender que eres de su propiedad única y exclusiva, destinada para su disfrute, y para el tuyo propio siempre y cuándo se te sea permitido.
Tu cuerpo me evade a nuevas ideas, formas, hace que mi mente, esa maquiavélica máquina que tanto te gusta ver funcionar y así mismo contemplar plasmados los pensamientos en acciones las cuales te llenan de placer... Es poco lo que pido, ¿O tal vez no?
No te pido a ti. Lo EXIJO. Sabes que más bien temprano que tarde acabarás sucumbiendo al placer que de antemano sabes que voy a proporcionarte, quiero marcarte, quiero que seas mía, serás mi esclava sexual, la única, al igual que sólo me reconocerás a mí cómo dueño y señor de tu cuerpo, destino y deseos. Pero no dejaré que todo esto se queden en palabras.
Lo voy a hacer, y me lo vas a agradecer.