Primera parte. Pensamientos de Valerie.
Era una mañana como otra cualquiera. Todos habían llegado ya, dudo muchísimo que hubiese alguno el cuál se atreviese a llegar tarde. Oh, por favor... ¿Quién podría llegar tarde y perder parte de las ocho preciadas horas diarias en las cuáles pueden ver tal belleza? - Obviamente, se refería a ella misma. Valerie se sentó en la silla de su despacho, inclinándose hacia delante y acariciando la mesa, extendiendo ambas manos hasta alcanzar a aferrar el filo de esta, practicamente recostada sobre esta. - Otra aburrida mañana por delante... - Tras estirarse tal y cómo lo haría una auténtica fiera volvió hacia atrás, sentándose en la silla, cruzando las piernas de una forma más que sensual y alentadora para cualquier trabajador que pudiese contemplar tal escena a traves de casi translúcido cristal que en la puerta dejaba ver de forma eventual la figura de "La Jefa".
Observo complacida a los trabajadores, que más que trabajadores eran mirones, es más, se estaba planteando seriamente el hecho de adquirir varios parches de estos que llevaban los caballos para no distraerse de su ruta. - Malditos becarios... - Dos simples palabras que destilaban prepotencia, arrogancia y todo el poderío que a su vez la daba potestad para tratarlos de manera tan degradante.
A pesar de todo, Valerie, que era de lo más "Benévola" se limitaba a pensar que eran simples niños traviesos... Además, en cierto modo le encantaba que la mirasen, ella bien sabía por qué solían pedir ir tanto al baño. Decidió salir de su despacho, observando complacida cómo al mirarlos a todos, uno por uno ellos iban apartando la mirada, temerosos... Y ella sonreía, le hacía sentir bien... Esos aires de grandeza... Hasta su perfume destilaba toda la clase que ella dejaba patente al andar... Miró hacia abajo, encontrándose con sus bien formados pechos, alcanzando a leer la plaquita la cuál le identificaba. "Srta. Valerie" Escrito en dorado, con una letra muy estilizada, ya que no merecía menos.
Acaso... ¿Está mal que me miren...? ¿Está mal que me deseen...? ¿Seré una niña mala...? Preguntas las cuáles golpeaban su mente sin cesar. Preguntas retóricas, pues sabe la respuesta... Aún más le gustaría que le castigasen por ello, por ser una niña mala... Pero desgraciadamente en esta patética promoción de becarios ineptos no había ninguno que diese "La talla", era una lástima, con lo que le gustaría jugar... A decir verdad era raro el día, o más bien la hora la cuál no le apetecía jugar...
Nací así... Se fijó en un muchacho nuevo, no tenía mala pinta... - Creo que voy a "incentivarlos" un poco... - Pensó para sí, mordiéndose el labio inferior, destilando lascivia, estaba deseando tocarse... Hacía ya casi una hora que no lo hacía, demasiado para ella. ¿Qué culpa tenía de tener semejantes curvas, si con sólo mirarse al espejo se excitaba ella misma? Hasta ese punto, sí, hasta ese punto alcanzaba su prepotencia y arrogancia.
Fue andando con esa sensualidad que le caracterizaba, pasando ante "El nuevo", Bryan parece se llamaba, o eso ponía en la plaquita de su mesa, miró hacia su entrepierna, pero parece ser que no le causó una gran impresión. - Eh, guapito. Quiero este informe para dentro de veinticuatro horas a lo sumo, en mi despacho, ¿Has entendido? - Inquirió de forma inquisitora. Sin más dilación se fue, éste hizo amago de contestar pues era un informe que le llevaría al menos siete días cumplimentarlo, pero ya le avisaron sus compañeros que lo mejor era no replicarla, así es que lo único que hizo fue resignarse a su suerte, suspirando, quedando ensimismado mirando al translúcido cristal que separaba las puertas del cielo y el infierno.
Valerie entró en su despacho, sentándose en el sillón y echándolo hacia atrás, para quedar así practicamente tumbada, extendiendo ambas manos para así coger su metálico maletín y abrirlo. Tras rebuscar entre papeles y demás encontró a París, un enorme consolador recubierto -Como no podía ser menos para ella.- de un metal bastante valioso, platino. - Hmm... Ven aquí pequeño... - Dijo pasándolo entre sus pechos, aún vestida, colocando ambas piernas sobre el escritorio, contemplando como el sol incidia en sus carísimos zapatos de charol. Entre tanto su otra mano ya había subido su ya de por sí cortísima falda, acariciando sus tersos y suaves muslos. - Un momento... - Echó una ojeada a las estanterías, todas colmadas de premios y reconocimientos por su labor de dirección. - Tal vez hoy te castigue, París... El otro día te tuve que cambiar las pilas tres veces... Tal vez hoy deje sentir dentro de mí alguno de esos trofeos...
[...]
Entre tanto, fuera, era más que obvio que todos, todos sin excepción se encontraban espectantes viendo las acciones desenfrenadas y lujuriosas de esa translúcida figura. Lo único que lamentaban era que el aislante acústico fuese tan bueno.
Segunda parte. Pensamientos de Bryan.
Camina con pasos seguros, como cada mañana... "Clak, clak..." Resuenan sus tacones en el pulido y blanquecino mármol, especialmente encargado por ella, claro está. Ese ruido no hace más que evocar... Cada uno de los aquí presentes seguramente habrá imaginado en incontables ocasiones el poder tenerla recluida contra una mesa... Llena de archivos, los cuáles poco tardarían en caer al suelo... Otros sin embargo seguramente fantasearán con estar a sus pies, con ser sodomizados por ella... Cada uno va a lo suyo, hasta yo, que acabo de venir ya he caído en la tentación... La he visto a través del translúcido cristal, la he visto masturbarse... Esa sublime figura, digna de dioses...
Le gusta eso... Le gusta provocar, le gusta el pecado... Le gusta que pensemos en ella incluso cuándo llegamos a casa y estamos con nuestra novia o mujer...
Le gusta... Eso le hace sentir bien... Pero yo bien sé que es una desgraciada... Una puta desgraciada... Buscando la perfección pierde la oportunidad de follar a menudo, y eso se nota... Le excita saber lo que hacemos pensando en ella, y es algo lo cuál voy a aprovechar...
Sé que es poco el tiempo que aquí me queda. Me ha pedido algo imposible, todos lo saben, todos se compadecen... Se compadecen, pero pronto me envidiarán, porque pienso aprovechar esta única oportunidad para demostrarle a esa perra vestida de exquisitez lo que se está perdiendo... Y dependiente de ello lo haré...
Mañana es el gran día, no me voy a molestar en seguir rellenando este estúpido formulario.
Tercera parte. Cambio de tornas.
8:30 de la mañana. Avanza a paso ligero, llega tarde, aunque poco le importa. Sabe de antemano que va a ser despedido, hoy no va trajeado según lo estipulado en ese estúpido convenio, va vestido con unos vaqueros negros de los cuáles prenden cadenas, su típica camiseta reivindicativa y una chupa de cuero con numerosos remaches y parches bordados. Va marcando su paso con sonoros pasos propinados por sus botas las cuales tendrían que ser calificadas como mínimo de portentosas.
- ¿Qué pasa? - Inquirió Bryan al ver cómo se les quedaban mirando. - ¿¡Ah, esto!? - Se señaló las botas, esbozando una tétrica sonrisa. - Botas TNT Ranger de veinte agujeros, puntera de acero, y "sin estrenar".
Cuando Bryan hacía alusión al término "Sin estrenar" quería decir que aún no había abierto cabeza alguna con ellas. Prosiguió su paso hasta llegar al despacho de la que hasta ese mismo momento era su jefa.
- Vaya... Buenos días, Bryan... - Dijo ella, totalmente descolocada ante sus pintas. Definitivamente no se lo esperaba. - ¿Te he dicho alguna vez lo guapos que están los hombres trajeados?
Y nuevamente sentir esa prepotencia y mala hostia en su tono de voz... Y nuevamente esas ganas de alzar la mano y cruzarle la cara sin más... Pero debía contenerse. Tenía preparado algo más bien distinto...
- Toma asiento, Bryan. ¿Sabes por qué te he mandado llamar?
- Sí, señorita, quería qué...
- Señorita Valerie, si no representa ningún inconveniente. - Ataja ella.
- Claro... Señorita Valerie, me mandó llamar para que presentase un formulario el cuál suele tomar unos siete días o para que usted me entienda 40 horas cumplimentar. - Debería de haberse callado ese último comentario, no porque no le fuese a decir todo lo que pensaba, sino porque quería dejarlo para más tarde.
Valerie se puso en pie, su maletín estaba abierto y podía verse a "París", su juguetito predilecto asomar. - Descuide, a pesar de que no esté presente la mitad de las horas o en su defecto me encuentre aquí dándome placer, sé perfectamente por lo que pasáis... - Eso último dejó un tanto perplejo a Bryan, no pensaba que se lo fuese a decir tan claro, a pesar de la mala hostia que llevaba encima le era imposible disimular lo que le atraía esa mujer de perfecta silueta y proporciones. - Ya pero...
- Shh... Ella sonrió de medio lado. - Sé que es duro el observar como paso a vuestro lado, dejándoos sentir unicamente mi embriagadora fragancia, sé que es duro el tener que conformarse con ver mis largas piernas, sé que se os hace duro el mirar como me toco y disfruto mientras que vosotros curráis como unos cabrones... ¿Pero sabes qué...?
- Sorpéndeme...
- Ya no tendrás que sufrir eso nunca más. - Volvió a tomar asiento, flexionando una pierna y colocándola en el borde de la mesa, dejando ver de forma más que clara su ropa interior.
- Lo supuse... ¿Pero sabes qué...? - Se tomó la libertad de tutearla, en esos momento estaba mirando la hora en el móvil, mantenía la cabeza gacha, pero justo cuándo alzó la testa para comenzar a reprochar y mandarla a la mierda fue cuando vió esa más que clara muestra de insinuación. - Ehm... Yo...
- ¿Qué ibas a decirme, pequeño...? - Dijo sonriente, levantándose y caminando de forma lenta y elegante hasta quedar tras él, recorriendo el pecho del joven con sus delicadas manos hasta que finalmente llegó a su entrepierna, sin darle tiempo de reaccionar aferró su miembro con fuerza, para comprobar su estado. No es necesario matizar que su excitación era más que patente - Me encanta... - Le susurró al oído. - Tal vez te despida de ese puesto... Para otorgarte otro... Pero eso depende de como te portes... - Rió por lo bajo, ella dejó caer su minúscula chaqueta, la dorada plaquita al chocar contra el inmaculado suelo de mármol fue quién advirtió de ello.
Bryan cerró los ojos, sintiendo esa exquisitez destilada en cada uno de los suspiros que exhalaba su superiora. ¿Se estaría tocando...? Ahora mismo libraba una lucha interna, él pretendía joderla, dejarle claro que nadie le mangoneaba... Aunque si primero podía sacarle partido... Tal vez fuese cosa de seguirle el juego. - Y dígame... ¿Qué debería de hacer para ganarme dicho puesto, señorita Valerie...? - Inquirió en un tono de voz bastante lento y pausado, tratando como buenamente podía de mantener la compostura, pues ya sentía como Valerie había desabrochado sus pantalones, introduciendo la mano bajo la ropa interior para sacarle el miembro y comenzar a mover la mano de arriba hacia abajo.
- Tienes madera, chico... Tienes más madera que Ikea. Lo esencial para este puesto es tener... "Predisposición..." - Remarcó con fuerza esa última palabra, sacando la punta de la lengua y trazando sobre su cuello una húmeda senda de saliba la cual fue a morir tras su oreja para una vez allí enseñar los dientes, mordiendo el lóbulo de su subordinado y tirando de el, juguetona. Y creo que eso es algo lo cual ahora mismo no te falta... Aunque no es esa la única aptitud la cual busco y persigo, claro está... - En ese momento Bryan sintió cómo se echaba sobre él, como los pechos de Valerie dibujaban su forma sobre la espalda del excitado joven, el cuál nuevamente mantenía la cabeza gacha, sólo la alzó, buscando algún tipo de respuesta cuando sintió cómo algo aprisionaba sus muñecas.
- ¿Pero qué coño...?
- Shhh... Tranquilízate, guapito... - Dijo volviendo a depositar la cinta adhesiva sobre la mesa, sonriente. - Si realmente veo que puedes ser útil para este puesto... Tal vez te dé posibilidad de... "Expresarte..." Antes de nada quiero ver hasta como de alto puedes "apuntar", ya sabes, hay que ser ambicioso...
Bryan flipaba. Así de simple. - "Ya lo único que le queda es vestirse de cuero y azotarme." - Pensó para sí, observando cómo ella volvía a tomar asiento en su amplio y por supuesto comodísimo sillón, colocando ambas piernas flexionadas, descansando sus rojos zapatos de charol sobre el filo de la mesa.
- Bryan, querido... Quiero presentarte a París, un buen amigo mío... - En ese momento fue cuándo sacó del maletín su vibrador, dedicándole al pobre Bryan una sensual mirada para posteriormente abrir su camiseta ligeramente, habiendo desabrochado algún que otro botón, pasando el instrumento entre sus pechos, encorvándose al hacerlo, siguiendo rozándose con el... Lo pasó por su ingle antes de adentrarlo ligeramente en su vagina, alzando la mirada... Esta mordiendose el labio inferior, ese carnoso labio que tanto anhelaba morder el becario...
- "Esto ya ha llegado demasiado lejos..." - Pensaba Bryan mientras trataba de librarse de la cinta adhesiva con la cuál había sido sujeto a la silla. Miró de forma fugaz hacia la derecha, todos los empleados de esa planta estaban pegados -metaforicamente aunque algunos casi de forma literal.- a las translúcidas mamparas que dejaban ver con claridad esa sugerente posición adoptada por su jefa. La excitación lo poseía... Sinceramente en otra situación hubiese temido rasgar su ropa, por suerte ya con anterioridad este obstáculo fue salvado, Valeria sonrió una vez vió elevarse su miembro y asomarse incluso tras la mesa, era increíble lo que había conseguido, ni él mismo pensó nunca que podría llegar a excitarse y empalmarse de semejante manera... En cierto modo, y muy a su pesar, la situación le gustaba... Aunque podía ser mejorable, y no iba a ser marioneta de una zorra consentida. Para aquel entonces ya había introducido a París casi por completo en su interior, lo sacaba de forma regular, lo dejaba vibrando con violencia sobre su clítoris, haciéndola estremecer, llevaba entre tanto la mano libre, abría sus labios... Dejando ver ese rosado paraíso repleto de ese rocío tan preciado para algunos... Introducía sus dedos anular y corazón para posteriormente lamerlos emulando que lamía otra cosa... Y el pobre hasta la fecha subordinado, no podía más que asistir impotente... O eso le hacía creer...
Ya practicamente se había deshecho de toda esa ingente cantidad de cinta adhesiva, la verdad es que no le fue del todo difícil. Estaba deseando darle una lección a esa perra con collar de diamantes y aires de grandeza... Ella volvió a mirar hacia sus empleados, sonriente... Le ponía que se la imaginasen así, más aún viendo a Bryan "Sin nada que hacer"... Valerie cerró los ojos, introduciendo a París en su interior completamente, emitiendo un sonoro gemido el cual traspasó su despacho, llegando con claridad a todos sus empleados. Tenía los ojos cerrados y no hacía más que gemir como una loca, descontrolada, aferrando con la otra mano su pecho, con fuerza, pellizcándose el pezón.
"Crack"
Un sonido un tanto extraño se oyó, pero poca importancia le dió, siguió a lo suyo, con párpados caídos, al borde del orgasmo, cuándo de pronto sintió una presencia tras ella, una mano aferró su muñeca, retirándola de golpe, oyéndose un posterior metálico ruído al caer París al suelo. - Sólo hay algo que joda más que el que te dejen a medias... - Susurró Bryan al oído de su jefa. - Que te dejen a punto... - Dejó oír una ruín carcajada, acompañada de una sonrisa que destilaba mezquindad; ahora, era su turno...
- Bryan... Detente... - Bryan no alcanzó a distinguir si la entonación era de miedo o por el contrario de excitación, poco le importaba. Avanzó hasta una esquina, estirándose hasta alcanzar a colocar sobre una estantería una pequeña cámara, algo de lo cuál Val -obviamente.- no se percató. Se retiró unos pasos antes de propinar una brusca patada a su sillón, algo lo cuál la hizo salir por los aires casi literalmente, más que nada fue el acto reflejo para no comerse el filo del escritorio, total, que al final acabósemiempotrada en el escritorio, tal y cómo Bryan esperaba. Pronto un sonido un tanto particular rasgó el aire, acabando en una sonora "caricia" en el trasero de Valerie. - ¿¡Pero qué coño te crees qué...!? - Zas, otro nuevo azote de mano de su cinturón acalló su protesta. - Cállate, zorra...
Bryan estaba totalmente fuera de sí, su excitación aumentaba a medida que pensaba en cómo humillar a la persona la cuál en tantísimas ocasiones había jugado y degradado a sus compañeros de trabajo. Antes de seguir con su "maléfico" plan secercionó de dejar bien atadas sus manos con cinta americana, la cuál trajo a propósito. Colocó su erecto miembro sobre el cóccix de Val, dejándola sentir toda su excitación. - Vaya vaya vaya... Dime, ¿Qué podría hacer contigo, huh...? - Inquirió, paseando ambas manos por su trasero, dejando notar como una de estas aún aferrada el cinturón.
Finalmente y tras meditarlo unos segundos Valerie se aventuró a responder - Bueno ya que... - Zas. Ese sonido comenzaba a hacerse habitual para ella, una nueva caricia sobre su piel la cuál enrojecida parecía ansiar más. - Perdona, creo que no me expresé con la suficiente claridad pero... ¿Quién te dió permiso para hablar, pequeña...? - Dijo mientras se retiraba, dando unas cuantas vueltas alrededor del despacho, pensativo, ambas manos manteniéndolas en la espalda, moviendo el cinturón de un lado a otro, acompasando ese movimiento de vaivén con el de sus lentos y medidos pasos. Una vez quedó frente a ella se subió en la mesa, quedando de rodillas, extendiendo la diestra para aferrar el cabello de la que fue despótica leona y ahora era humillada minina. - Creo que mientras que me lo pienso vas a hacer algo lo cuál seguramente se te de muy bien y hasta te guste, ya puedes empezar. - Tras ver como su silencio -Forzado o no.- otorgaba vió complacido como volvía a degradarse, abriendo esos lujuriosos labios y tomando su miembro por la punta. Rodeó su glande con los labios, dejándole sentir una deliciosa presión la cuál le hizo alzar la testa, excitado a más no poder.
Bryan sentía como todos y cada uno de esos lametones los cuáles parecía propinarle de buen agrado no hacían más que acercarle al más delicioso, puro y destilado placer que jamás hubiese podido sentir. - Se te da bien esto, perra... Muy bien... ¿Y si finalmente fuese yo quién te contratase, huh...? - Ella frunció el ceño, furiosa, sacando el miembro de su boca y haciendo amago de replicar, gesto el cuál fue censurado de mano de un nuevo tirón de su suave, lisa y lacia cabellera. - Perdona pero creo que... No te he entendido... ¿Ibas a decir algo...? - En contra de todo pronóstico, lo que ella hizo no fue otra cosa más que morderse el labio inferior y volver a introducir el miembro de Bryan en su boca, parece ser que su nueva táctica consistía en hacer que se corriese en el menor tiempo posible para que así la dejase en paz pues la efusividad que dedicó en esta ocasión era especialmente alta.
- Como te iba diciendo... - Decía con voz melosa mientras acariciaba su cabeza, cómo si de un perro se tratase. Lo cierto es que al tipo este le ponía bastante el echo de tenerla dominada, de degradarla, de humillarla... Y el caso es que a ella no parecía descontentarle, aunque eso es algo lo cuál probaría en un rato. - ... Creo que una buena forma de ofrecer un aliciente a tus trabajadores... - Volvió a girar la cabeza, sonriente, contemplando complacido como toda la oficina se mantenía espectante, hasta empleados de otras plantas habían bajado llamados por los sms de sus compañeros. - Sería el ver como eres follada... Y no sólo eso, sino como disfrutas con ello... - Sonrió de medio lado, retirándose y aprovechando así para descansar ya que a ese ritmo no tardaría mucho más en correrse, cosa la cuál no quería aún. Se acercó despacio a la puerta, tomando el pomo con la diestra, haciendo amago de girarlo.
- ¡No por fav...! - Cerró la boca, demasiado tarde... - Vaya... Creía haberte dicho algo relacionado con tus permisos, perrita... - Dijo volviendo a aferrar el cinturón. Ésta se encogió como acto reflejo, aunque lo cierto es que no llegó a sentirlo. Puso en pie el sillón el cuál tiró con anterioridad, acercándose a la mesa y revisando varios informes y apuntes. Así es qué... ¡Oh, vaya, pero qué es esto...! - Sonrió con picardía, hundiendo dos dedos en su dilatada vagina, algo lo cuál le hizo gemir inevitablemente. Bryan sonrió, acercando el rostro a su trasero, mordisqueándolo y bajando un poco más hasta alcanzar a contemplar su sexo. - Ponte a cuatro patas. - Ella obedeció sin más. - Así es que... Vaya, no sabía que esto te gustase... Creí incluso que era más bien al contrario, pero esto... Cambia las cosas... - Hacía alusión, obviamente a los flujos los cuáles su vagina no paraba de segregar. Tras retirar la mano bañados en ellos e introducirse uno de esos dedos en la boca llevó los restantes hasta la boquita de Valerie, haciéndoselo tragar "forzosamente"
- Qué, ¿Está bueno, verdad...?
- La verdad es que... ¡Ahhhh...! - Un grito desgarrador hizo temblar la sala. - ¡QUIÉN TE DIÓ PERMISO PARA HABLAR, PERRA! - Había introducido su miembro por completo en su ano, de golpe y porrazo, algo lo cuál le sorprendió aunque no por ello desagradó en exceso, tardó relativamente poco en acostumbrarse a las violentas penetraciones las cuáles comenzó a procurarle, aferrándola en todo momento de los tobillos para evitar que se desplazase en exceso a lo largo de la mesa. Llevó la mano libre hasta su sexo, buscando su clítoris y presionándolo con un par de dedos para comenzar a frotarlo con suma rapidez. Su vagina no paraba de expulsar flujos, se contraía ya de forma peligrosa, buena o mala señal según se mirase, el caso es que ella volvió a dar un grito algo más destacado a los demás.
Las penetraciones se habían endurecido más aún si cabían, en todas y cada una de ellas Bryan se sentía poderoso, se sentía dominar a la domadora. - Tal vez te gustaría que hiciese pasar a los empleados... Y que todos y cada uno de ellos se fuesen corriendo ante ti... Sí, seguro que es algo lo cuál te agradaría... Sé que disfrutas excitándolos, zorra... Disfrutas sabiendo que no tienen nada que hacer, y que lo saben... Pero mira por dónde esta vez no todo salió como tú esperabas... - Respiraba entrecortadamente, su ritmo cardíaco había aumentado hasta máximos y no se demoraría mucho más.
- Eso no... Tómame, dómame... Pero no hagas eso, es... Demasiado... Yo... - Respondía entre gemidos, al borde del éxtasis.
- Has sido mala... Muy mala... - Volvió a embestirla con fuerza, el sudor perlaba la piel de ambos, purificándola, Bryan observaba y sentía como tras cada penetración las puertas del cielo se le iban abriendo hasta que finalmente dejó escapar un gemido bastante más destacado que los demás, corriéndose en el interior de la aún atada Valerie, la cuál se mantuvo espectante.
- Va... Bryan, sólo un poco que casi... ¿Pero qué...? - La atónita mirada de Valerie constractaba enormemente con la cruel mirada de Bryan, el cuál ya procedía a subirse los pantalones. - Antes no te dije la verdad. Hay una cosa más jodida que el que te dejen a punto, ver como el otro llega, y se niega a hacer que tú lo imites. - Le guiñó un ojo, cogiendo el mismo el contrato y rompiéndolo delante de las narices, dejando sobre la mesa el rollo de cinta americana.
- ¡Bryan maldita sea haz algo no me dejes así...! - Este quedó frente a la puerta, pensativo. - Bueno... Tal vez... Sí que pueda hacer algo... ¿Quieres correrte, verdad pequeña...?
- ¡Sí! - Respondió exhaltada.
- Y para ello, cómo bien me has demostrado no te importa... Por qué pasar, ¿No es así...? - Ella asintió energicamente, frotando sus muslos para darse un placer el cuál en esos momentos le era insuficiente. - De acuerdo... ¡Oh, se me olvidaba algo! - Dijo volviendo a la misma estantería dónde dejó la videocámara. - Confío encarecidamente en que no despidas a ninguno de tus trabajadores nunca más.
Tras eso abrió la puerta y ladeó el rostro energicamente hacia ambos lados con el único propósito de retirarse el pelo de la cara. - Chicos, podéis pasar.
Esa fue la última vez que se supo algo de Bryan. A los dos días llegó por mensajería un paquete sin remitente el cuál no contenía otra cosa que la copia original de la grabación de ese día. La copia era virgen, sin estrenar, no había sido grabada, junto a ella se adjuntaba una única nota en la cuál explicaba que unicamente la utilizó a modo de represión para que no pusiese ningún tipo de impedimento ante la ola de becarios que se le vendría encima, aunque lo cierto era que teniendo en cuenta que podría haberlo evitado ya que ese chantaje realmente no lo era pues no existía tal copia, el hecho resultaba aún más humillante y degradante.