- Y es obvio que…
- Los reyes magos no existen.
La cocina se quedó en silencio mientras Tobías hacía remolinos con la insípida sopa de letras. Esa sopa estaba extrañamente deleznable ante cualquier condimento. Echara limón, vinagre, sal…Asquerosa. Tobías había elaborado una teoría de que aquellas putas letras absorbían el condimento y se reían entre ellas formando ironías. Esto desconcertaba a la vez que congratulaba a Tobías, que se sentía pletórico al comprobar con cuán facilidad había elaborado tan ardua hipótesis. Mientras esta teoría florecía también había puesto con las letras salvadas del fondo marino-sopero la palabra “INCOMEST”. Aún quedaban náufragos a los que rescatar. Tobías volvió al mundo.
- ¿ Qué has dicho Tobías? – La madre superiora Aurelia le miraba con cara estupefacta y petrificada. Parecía la modelo de uno de esos tantos cuadros horrendos que colgaban de las paredes mostrando miradas de virgen hasta que la muerte nos amarre.
- Que los Reyes Magos son una invención, no existen, para ser claros, carajo. – Tobías era un tio escueto y directo. Era un buen tío. Era un tío.
Se hizo un murmullo monjil general en la sala comunal, mientras la madre Aurelia intentaba acallar voces a la vez que salir de la palidez. Su rostro reflejaba fielmente una clara devoción hacia la virgen. Tobías permanecía ajeno a todo ello y simplemente mordía la cuchara. Morder una cuchara. Sin duda era una actividad relajante.
Madre Aurelia volvía al ataque:
- ¿ Qué herejías son esas? ¿ Acaso no te ilumina la luz del señor cada día de Reyes?. – Esta última frase había adquirido un tono bíblico digno de mención, la sala era un clamor que se disputaba entre la sorpresa y la veneración confesa.
- Madre Aurelia, que veo cada noche como te sacas los regalos de debajo de las faldas. No hagamos esto más infantil. – Sin duda era un tío removiendo la sopa en posición interesante la ostia de interesante.
El rebaño monjeril se hizo un clamor y empezaron a estallar las primeras acusaciones, alabanzas y desvanecimientos varios, mientras madre Aurelia movía las manos rítmicamente marcando compases de calma en allegro. Era todo un espectáculo compenetrado y orquestado a las manos de Ludwig van Aurelathoven.
- No blasfemes hijo mío. ¿ Estás seguro haber visto tales demencias? – La cara de Aurelathoven era una mezcla difusa entre un amago de ira y amenaza, con claros tintes de caritativa alma. Sin duda ser monja era una jodienda para expresar contratiempos.
- Por supuesto. Vi además como la monja Angustias la ayudaba a transportar los regalos.
Locura. Angustias salía ágil, pese a su corvada espalda, hacia la traición a madre superiora. Era una monja vilmente inteligente. Esto no fue inadvertido, sin embargo, por Aurelia, que pese a su edad conservaba una visión periférica sobresaliente, y había vislumbrado la salida de su compinche. La ira consumía su túnica. Aurelia Von Bismarck veía como su sistema de alianzas se volvía caduco.
- Considera tus palabras Tobías, ¿ Has visto el escándalo que estás armando? – Von quería armarse para acabar con ese escándalo, pero su cara era un ser independiente de la república federal Aureliana y obraba con placer entre sonrisas y complaciencias.
- No pienso retractarme madre. Tú me enseñastes a no mentir. – Tobías era un revolucionario dispuesto a derrocar al totalitario estado aureliano.
La apacible sala comunal se había convertido en un estadio cristiano repleto de hinchas eclesiásticos.
- ¡ Hereje! – Espetaba una hincha exhibicionista verbal por la derrota temporal de su equipo.
Von, Von…se te va de las manos.
- ¡ PAZ! PAZ!- Von optaba por afianzar fronteras. Estrategia acertada señora Von. Aurelia Von.
La voz celestial irrumpió en coro a través de los pilares y por un momento cesó el fuego bendito.
- Tobías, tendrás que retractarte o deberás abandonar a la familia. – Atacando fronteras.
- Digo la verdad. – Tobías seguía siendo un buen tío.
Y allí se encontró, a las puertas de lo celestial, a las salidas de la mentira, con su plato, su cuchara mordida y su saco de regalos vacío.
Había completado la palabra:
INCOMESTIBLE.