[RELATO + OPINIONES] No me gusta comprar

No me gusta ir a comprar, no llegaría a decir que lo odio pero por ahí rondaría. Normalmente solo compro por supervivencia, compro la comida necesaria para pasar la semana, los trapos necesarios para cubrir mi cuerpo y los cacharros tecnológicos necesarios para saciar mi espíritu geek. Pero hay establecimientos que me repatea sobremanera ir… la razón es: NO SE COMPRAR EN ELLOS. Un ejemplo de esto lo tenemos en las ferreterías, yo no se comprar en una ferretería.

Normalmente las cosas que compras en una ferretería son de un solo uso, te puedes comprar una caja de 250 tornillos para utilizar sólo dos que cuando la vayas a buscar habrá desaparecido y esto siempre me ha pasado cuando había hecho un hueco en mi apretada agenda para colgar un cuadro, arreglar una silla… Pongamos que quería colgar algo de la pared. Toca ir a la ferretería:

- Hola necesito un clavo de esos que tienen forma de L…
- Alcayatas
- Eso alcayatas, pues necesito
- ¿Cuántas necesita?
- Pues yo creo que con dos
- Vienen en cajas de 75, 150 o 250
- Pues dame la de 75 que ya aprovecharé y montaré el museo del Prado en casa
- Tambien necesito un tornillo de esos que uno de extremos tiene forma de C
- perdona
- Si hombre de esos que se ponen en la parte de atrás de los cuadros, se atornilla – mientras decía esto iba haciendo gestos del todo impropios sacados de contexto (haciendo un circulo con los dedos pulgar e indice y pasando el indice de la mano contraria por en medio)
- Cancamos
- Pues eso cancamos
- ¿Abiertos o cerrados?
- ¿Los abiertos se pueden cerrar?
- No ¿por?
- Por saberlo, pues dame …
- vienen en cajas de 93, 134, 230
- Veo que esta pensado para que cuadre con la de las alcayatas, dame la de 93 una de abiertos y otra de cerrados

Todo esto para llegar y darme cuenta de que los tacos que tengo no coinciden con el diámetro de los bichos esos y bailan cuando hago los taladros, se caen y no hay forma de desatascarlos. Tras usar 5 alcayatas y 3 cancamos para colgar un cuadro tengo la completa seguridad de que la caja de herramientas es la entrada a una realidad paralela, tipo Narnia pero en cutre, es dejar la cajita allí y desaparece para siempre y va a parar al mundo donde viven Ana de “Enrique y Ana”, Ramón de OT y el guapo de los hermanos Calatrava. Allí viven felices correteando en campos y atornillándose contra los árboles.

Tambien como no se lo que voy a comprar tampoco se lo que pesan las cosas, recuerdo un día cuando estaba de obras en mi anterior piso que el albañil me mando a comprar cinco sacos de hormigón y tres de cemento. Llego a la tienda, que estaba tres calles arriba de mi casa, con las manos en los bolsillos y pido los sacos como si estuviera pidiendo bolsas de pipas.

En un momento sobre el mostrador había 8 sacos de 25 kg cada uno. Yo no soy de naturaleza fuerte, vamos yo no soy de naturaleza soy más bien de estar sentado enfrente de un ordenador. Cuando el chico me vio me dice:

- ¿Como te llevarás todo esto?
Me dieron ganas de decirle “Con telekinesis” pero le dije:
-Me parece que dividiré esto en el maximo de paquetes posibles y dare tantos viajes como paquetes
- ein?
- Que daré ocho viajes, leñe
- Si quieres te podemos dejar una carretilla como ya nos conocemos…

Para aquellos que no sepan lo que es una carretilla es un engendro diabolico que tiene una rueda delante, una cesta oxidada encima y dos mangos para cogerla por detrás. Yo cargué todos los saquitos de 25kg en la carretilla. Paremos un momento aquí para hacer un pequeño calculo al estilo un dos tres: Tenemos 8 sacos a 25 kg cada uno da un total de 200kg.

Tras poner los 200kg sobre la carretilla la empujé por la tienda, no sin esfuerzo hasta la calle. La calle tiene una inclinación considerable, la única razón por la que siempre está limpia es porque la suciedad resbala hasta la primera calle recta. Al salir se produjo un suceso curioso. Si yo por aquella pesaba unos 85, hemos de restárselos a los 200kg de la carretilla con lo que me ganaba por unos 115kg suficientes como para que en cuanto pisara la rampa de la calle echara a correr calle abajo la carretilla con un pelele cogiéndole por los mangos, el pelele era yo. En un primer momento intenté controlar el cesto del demonio pero era imposible tenía la habilidad de un mono manco borracho conduciendo una bici, así que mi única preocupación era mantenerla recta y gritar lo máximo posible con mi mejor voz, a la vez que rezaba para que nadie saliera de su casa ni se cruzara en mi loca carrera calle abajo, por una parte me daba cosilla atropella a alguien con la carretilla loca y también me daba un poco de aprensión que en algún cruce de los que tenía que hacer en los que podía mirar, pero me era imposible parar un coche, moto o camión me parara contra su radiador. Llamarme quisquilloso.

Cuando conseguí llegar al portal de casa me toco subir los saquitos uno a uno dos pisos hasta mi antigua vivienda.

Otra tienda a la que me daba bastante rabia ir a comprar es a la pescadería. Recuerdo que mi madre me decía:

-Ves y compra un kilo de mairas (y mi mente enferma siempre añadía gomeces kempes) si están bien, si no están bien compra sardinas si estan bien de precio y son frescas sino compra boquerones pero sólo si son frescos
- Como se si un pez de esos está bien?
- Pues si le miras a los ojos lo sabrás

Eso si que me lo explicaron, mirando a los ojos de la gente y los pescados puedes aprender muchas cosas de ellos.

Asi que llegaba yo a la tienda o pescadería. Lo primero que llama la atención de estas tiendas es la gente que las atiende. Las pescateras gritan, gritan mucho. Normalmente en el mercado sabes donde estan siguiendo las indicaciones auditivas:

- MIRA NENA QUE SEPIA TENGO, GUAPAS QUE LO TENGO FRESCO, MIRA QUE SARDINAS PERO SI TODAVÍA SE MUEVEN

En otro contexto no me acercaría a ninguna mujer que se ofreciera a enseñarme su sepia porque la tiene fresca, sin importarme a que se quiera referir con sepia. Pero aquí como embrujado por su canto de sirena te acercas a la zona de pescaderías. Llama la atención que todo está mojado, hay hielo y hojas de lechuga por todas partes. En bandejas cubiertas de hielo hay peces multicolores y multiformes. La filosofía de las pescaderías es similar a la Bolsa tu vas un dia y tienes las mairas a 3 euros kilos, vas mañana a 5 y pasado a 2. Todo radica en saber comprar, como nunca supe siempre las compraba a 5 euros kilo.

El caso es que llegaba alli a la pescadería y ponte a mirar a los ojos de los peces, he de decir que son bastante inexpresivos, pero bueno tras un pequeño careo con esos pequeños seres muertos me decido por las mairas y siempre la misma cuestión:

- ¿Te quito la cabeza?

Si todos los asesinos fueran así de educados habrían muchos menos crímenes, porque para encontrar gente deseosa de que le quiten la cabeza…

- Te puedo quitar la cabeza y las tripas

Mucho mejor, si enterraran a peso saldría mucho más barato. Como supongo que se refiere a rematar las mairas le dejo que proceda, y con un cuchillo digno de daga de Alatriste se pone a darles viajes a las mairas mientras canturrea y chilla:

- ULTIMO KILO DE MAIRAS A 3 EUROS GUAPAAAA!!!!
- Pero si a mi me has cobrado a 5 euros
- Pero tú no te has llevado el último…

Caratonto se te queda. Pero nada comparable a pagar, lo peor viene cuando te da el cambio, dan ganas de decirle: “Por sus hijos y los nietos que vendrán quitese el guante para darme el cambio” pero no te da un billete manchado de visceras de pescado y tinta de calamar, mojado y mugriento que no sabes si guardarlo en la cartera o comprarte cualquier chorrada para pagar con el enseguida.

¿Se entiende ahora porque no me gusta comprar?
Me ha gustado tu relato, me he reído un rato. Me gusta la forma de contarlo en primera persona que tienes, es un estilo que me encanta.

Un apunte, que no sé si lo pusiste así porque era una cita o te equivocaste, en la parte de la pescadería, donde pones "Ves a la pescadería", sería "Ve a la pescadería".

PD: Sigue así ;)
Muchas gracias por el comentario, lo cierto es que era una cita pero no es excusa para escribirlo mal, lo tendré en cuenta para futuros escritos
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