Bueno, que conste que es el primer relato que escribo (bueno, al menos para el foro) asi que no seais muy crueles
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Se sentó frente a ella para mirarla cara a cara. La tenia apenas a unos centímetros. Ni siquiera sabía como se llamaba pero eso no le importaba en absoluto. Tan solo que estaba allí. Era una chica afortunada. Aun era muy joven. A primera vista no tendría más de diecisiete años aunque con las chicas de ahora nunca se sabe. Era hermosa. Muy hermosa. Llena de vida. Tenía el pelo castaño con una melena que le colgaba por los hombros. Aun estaba mojado del temporal que hace ahi afuera. Pero aqui dentro no se mojaría. De ninguna de las maneras. Él nunca consentiría eso. Era demasido bonita para permitirlo.
Se levantó de su silla lentamente. Disfrutando de cada segundo como si fuese el último que la fuese a ver ya que probablemente asi sería. En la habitacion solo se oian sus pasos, mientras tomaba una mejor perspectiva, y el sonido de la lluvia ahi afuera. La chica llevaba unos pantalones vaqueros y un top blanco con una tira rosa alrededor del cuello tapado por una cazadora vaquera. Lloraba. Sus constantes sollozos le impedia siquiera levantar la cabeza. Tal vaz fuese eso o el miedo que le infundía aquel extraño que tenía enfrente. Hace apenas una hora había decidido volverse a casa antes que sus amigas. Iba a cojer un taxi hasta casa pero se dio cuenta de que no le quedaba dinero así que decidio volver andando. Maldita casualidad. Él se limitó a empujarla al interior de su coche y llevarla a esta casa en las afueras. Fue algo limpio y rápido. Solo necesito tres o cuatro golpes. La pobre se quedo paralizada del miedo y ahi seguia llorando todavia.
- "No llores, cariño" - le dijo.
Obviamente no surtió ningun efecto. El miedo la hacía temblar y se hubiese caido al suelo de no estar atada a la silla.
- "Eres una chica con suerte ¿Sabes?" - prosiguió - "Seguro que tienes unos padres que te quieren mucho y os vais juntos de excursión de vez en cuando. Seguro que incluso teneis un perrito. Kal, se llama. No. Mejor Toby. Es algo más familiar. Seguro que cuando era cachorro os pasabais el día jugando juntos. Además también estoy seguro de que eres una chica muy lista. Con un prometedor futuro por delante como abogada... No, mejor como médico. También vivirás en una casa muy grande con un chico alto y guapo que será tu marido. Él para pedirte tu mano te llevará a cenar a un sitio muy romántico, con velas y todo eso. Y estareis bailando juntos toda la noche hasta que, de repente, te dirá algo que te hará encoger el corazón y acto seguido te pedirá que te cases con él. Eso es. Tu llorarás. Mucho. Pero de alegría. Al día siguiente se lo contarás a todas tus amigas que se volverán locas de envidia y no tendrás un momento tan feliz como ese jamás.".
Ella levantó la vista por un segundo. La perorata que le soltó aquel desconocido le dió tiempo para dejar de llorar un instante y poder observarle. Él sonreía. No tendría más de veintiseis o veintisiete años. Tenia el pelo de color negro, con una media melena muy cuidada. Era un tipo alto y bastante fuerte. Nadie podría decir que tenía mala planta. El problema es que esta no era una situación para pararse a contemplar al desconocido porque el desconocido era bastante atemorizador. De verdad se creia todo lo que le estaba diciendo. Entonces sus miradas se cruzaron y la expresion de él cambio completamente. En un intante pasó de sonreir a aplastarla con los ojos. No pudo evitar volver a mirar al suelo. Pero ya era tarde. Con la mano que no sujetaba la navaja de afeitar, aquel extraño la agarró del cuello y la obligo a volver a levantar la cabeza. Ella gritó. Era inútil ya que estaba amordazada y no podía hacer un gran esfuerzo con la cara por los moratones de los golpes que antes le había propinado.
- "¿Te crees que tu vida vale más que la mía? Seguro que te crees que soy una basura. Un fracasado que no tiene donde caerse muerto. Una escoria a la que ni siquiera te dignarías a mirar si me cruzase contigo por la calle ¿verdad? - dijo - ¡¿Verdad?! - le gritó al oido.
Ella volvió a llorar otra vez. Ahora si que estaba verdaderamente asustada. Ni siquiera sabía como se llamaba ahora mismo. Ya ni se acordaba de como había llegado hasta allí. Solo sentía pánico. Quería correr pero no podía. No podía levantarse de aquella silla a la que la mantenía atada y salir corriendo aunque era lo que más había deseado en su vida. El comenzó a acariciar su cuello con la navaja de barbero. Sus pulsaciones se disparaban. Ambos podían oir su propio corazón en ese momento. Él prosiguió con su charla ahora con un ritmo mucho más lento. Saboreando cada palabra.
- "Pero, ¿serías capaz de decirme quien es la basura ahora? Ahora le he dado la vuelta a la tortilla. Ahora soy yo quien tiene el poder y tu la que no tienes futuro. Todo es tan relativo. Es tan fácil acabar con un buen porvenir. Es tan fácil acabar con tanta belleza con un solo golpe de navaja. ¿Sabes lo que se siente al matar a alguien? ¿Sabes lo que se siente al cercenar la vida de una persona con un golpe de navaja? Yo lo sabré pronto." - él volvía a sonreir - "Pero estate tranquila. Todo esto acabará pronto. Al menos para tí."
La volvio a soltar y se levantó. Ahora jugueteaba con la navaja mientras tarareaba una canción. Al ritmo de la canción siguió con su monólogo.
- "Aun así no pienses que hago esto por rencor ni nada parecido." - dejó de cantar - "En realidad lo hago por curiosidad. Simple curiosidad. No tengo nada en contra de ti. Ni mucho menos. Bueno... un poco de envidia tal vez pero nada más. Lo hago por simple y sencilla curiosidad. Tenía que probarlo. Probar lo que se siente. Oler el aroma de la muerte. Tenerla cerca. Sentir que me roza..." -hizo otra pausa escénica y dijo - "Creo que me estoy extendiendo demasiado."
Cuando termino se puso en cuchillas, reflexionó un rato y le dijo:
- "Bueno, se va acercando el momento. Cuando termine..." - y se detuvo de repente.
Se quedo pensativo y puso un gesto contrariado. Aun no había pensado en lo que pasaría después. ¿Y si se arrepentía? No podría devolverle la vida a la chica sin más eso está claro. Además como escaparía de la policía. Porque le perseguirían. De eso había que estar seguro. Ni siquiera se había preocupado por que no hubiese testgos asi que seguro que alguien les habia visto ya y habría llamado a los maderos. Vaya. Eso era un problema. Además no se podía permitir el tomarse mucho tiempo para pensarlo porque si no la tarea quedaría a medias. Obviamente dejarlo ahora no tenía sentido. Sino, ¿para que había llegado tan lejos? Deseaba tanto matar. Deseaba tanto probar el sabor de la muerte que ahora no podia dejarlo. Así que decidio proseguir y después ya solucionaría el resto de detalles. Sólo necesitaba hacer un pequeño cambio en el plan. Un pequeño matiz que le permitiría seguir con todo adelante sin ningún problema. Como podía ser tan tonto y no habérsele ocurrio antes.
- "En fin..." - dijo resuelto.
Fue un movimiento rápido y certero y el suelo se baño en sangre. Todo había terminado...
Apenas media hora después la policía entró en aquella habitación. El espectáculo era horrendo. La chica estaba inmovil y el suelo estaba adornado con una alfombra de sangre. Procedieron a sacar el cuerpo sin vida mientras un tipo vestido de traje sacaba fotos a todo. Había otro policía de pelo canoso y bajito a su lado que negaba con la cabeza.
- "No entiendo nada. Según aquella vecina el chico forzo a la chica a meterse en su coche y luego la trajo hasta aqui."
- "Si, señor." - se limitó a contestar su compañero.
- "¿Y la chica no presenta ningun signo de agresión sexual?"
- "Ninguno."
- "Entonces, ¿por que diablos se suicida el secuestrador frente a la chica?"
- "No tengo ni la más remota idea."
- "¿Ella se ha despertado ya?"
- "Si, señor. Pero comprenda que el shock ha sido fuerte y no creo que pueda hablar hoy."
- "No entiendo nada..."
- "Yo tampoco, señor. Yo tampoco..."