Por suerte, no me estanque ahí y salté a la nueva generación, a los 16-bits, la que para muchos (entre los que me incluyo) ha sido la época dorada de los videojuegos. De esta etapa me voy a quedar con tres juegos, aunque aquí tengo una amplia lista de juegos que me hicieron perder mucha vida social en aquel momento. Mi podium lo componen
Terranigma, Super Mario World y Zelda: A Link To The Past . Y vuelvo a repetir que me dejo por el camino joyas como Illusion of Time, Secret of Evermore, Yoshi’s Island, Kirby’s Fun Pack, Final Fantasy III (VI)…y paro ya porque sino se me van a saltar las lágrimas.
Terranigma es una palabra que a muchos os sonará a Chino, pero que a mí me suena a grandes recuerdos, a juegazo de Rol, a tal vez mi videojuego preferido (como dato curioso añadir que estaba desarrollado por Enix). En él, tomabas el control de Ark, un joven huérfano que vivía apaciblemente en una aldea subterránea debido a que grandes guerras habían destruido el mundo tal y como hoy lo conocemos. Todo iba bien hasta que un día descubre lo que podría definirse como la caja de Pandora, a partir de ahí se desarrollará una emotiva e impresionante historia sobre el héroe que sacrifica todo por resucitar el mundo. Todo lo que compone a este título, personajes, lugares, giros de guión es sencillamente insuperable. Por algo es mi juego preferido.
(No tengo palabras para describir a Terranigma)
Regresemos de nuevo al mundo champiñón, pero esta vez en una estética 16-bits, volvamos con
Super Mario World . Otra obra maestra, a la altura de los otros. Los chicos de Nintendo supieron innovar y crearon un título que era pura diversión, además para un chaval acostumbrado a dejarse la vista jugando a la Game Boy el ver aquellos entornos gráficos, tan coloridos, tan bonitos, era una sensación que aún hoy no sabría describir. Muchos años más tarde sigo echándome de vez en cuando alguna partidilla a este juego, por lo que no creo que tenga nada más que decir.
El otro juego que me marcó en Súper Nintendo fue
Zelda: A Link To The Past . Este es un caso curioso, puesto que el juego llegó en inglés y recuerdo que tampoco me enteraba muy bien de la historia y que alguna vez tuve que llamar al Club Nintendo (¿alguien se acuerda?) para saber que era lo que tenía que hacer pero el juego me tenía loco. Y es que no cabía en mi gozo de ver a ese muñeco tan raro de sombrero verde moviéndose por mi televisión al ritmo que yo le marcaba, quizás también era que no podía dejar a la princesa Zelda con los malos, quien podría resistirse…
Y pasaron los años, y la Game Boy se hizo de color, pero ¡cómo era posible!, los juegos de mi ‘pequeña’ Game Boy en color, no podía faltar, tenía que ser mía y así sucedió. Cuando ya tuve en mis manos mi Game Boy color me compré un juego que era compatible con el color (aunque no era puro de ella), el juego era
Wario Land . El hermano (o primo, a saber…) malo de Súper Mario protagonizaba otro juego grandioso, un plataformas de calidad que si bien no llegaba a la altura de los juegos de Súper Mario a los que yo había jugado me mantuvo pegado a la pantalla innumerables horas. Lo más innovador era el sistema de gorros que sustituía a las setas, flores, plumas etc. de los juegos protagonizados por el bigotudo. Horas, horas y más horas…
Continúa...