Me acuerdo que era un día de mucha lluvia. A través de alguna gotera del cochambroso tejado se filtró una gota de agua que cayó encima la cabeza de aquel hombre; parecía una especie de señal que le instigaba a levantarse de aquel taburete lleno de polvo en el desván. Acto seguido, cogió su sombrero negro de un perchero para posteriormente colocárselo de mala manera encima su oscuro pelo despeinado antes de partir escaleras abajo.
Ya en el recibidor de la casa, el ruido de los truenos y los relámpagos que asomaban a través de las ventanas parecían ponerle muy nervioso. No obstante, con paso firme y decidido alcanzó la puerta que daba acceso al pequeño jardín delantero. Nada más salir, una tremenda y espontánea ráfaga de viento se ensañó con él haciéndole tambalearse de un lado a otro. Una vez marchado su enemigo del lugar, marchó a paso raudo hasta el pequeño garage para hallar encima una mesa un mapa de la casa y alrededores, sobre el cual había una X señalada en negro en la parte trasera de la casa.
Rodeando los charcos del jardín, y procurando no enfangarse con aquella tierra removida por la lluvia, llegó al supuesto lugar indicado en el mapa. Allí, sobre la cabeza deforme de un viejo y rídiculo espantapájaros se encontraba su sombrero negro. Tras darse cuenta enseguida que ya no lo llevaba puesto seguramente a causa de aquel fuerte vendaval de antes, se puso a reir y lo cogió con holgura. Posteriormente, empezó a subir por una escalera que conducía a una gran ventana de madera de la parte posterior del desván. Después de abrirla para poder adentrarse en la habitación, la cerró rapidamente para evitar que la lluvia se colara allí dentro.
Allí se encontraba un montón de gente en fila india, mayoritariamente inquieta, formando una cola donde el destino era un gran agujero en la pared, dejando a la vista gran parte del desván. Se acercó paralelamente a la fila de personas en dirección al agujero y divisó, sentada sobre el mismo taburete que él estuvo anteriormente, a una mujer con los ojos cerrados que daba la sensación de no estar dormida, sino esperando algo, quizás una señal. Toda la gente contemplaba expectante la escena; unos alegremente, otros con cara perpleja e incluso alguien observaba con temor...
¿Que aventuras le aguardan a esta mujer, y a todos los que esperan para sentarse en el taburete?