Nueva Zelanda asiste a la caza de un ladrón al estilo del Oeste
1. • Una firma de vallas monta una campaña contra el hombre que le robó unos generadores
A imagen y semejanza de las ardientes cacerías que se desataban antaño en el Viejo Oeste, cuando los rostros de los hombres sin ley aparecían en las entradas de las cantinas, y a la vera del camino, y en las puertas de madera de las iglesias, siempre con la frase de "se busca" y el anzuelo de una jugosa recompensa de por medio; a imagen y semejanza de eso, la civilizada ciudad de Auckland se ha despertado de un día para otro convertida en territorio de caza, con la gente torciendo el cuello para mirar enormes vallas donde aparece la foto de un ladronzuelo, el valor de la recompensa y una frase: "¿Quién es este ladrón?". La ciudad más populosa de Nueva Zelanda, motor econó-
mico y polo cultural del país está embarcada en la caza del hombre. Un hombre con una suerte pésima. Es probable que al verse fotografiado y expuesto en varios puntos de la ciudad, ni más ni menos que con las manos en la masa, el ladrón se haya dicho a sí mismo: por qué yo. Su mala suerte fue ser captado por la cámara de un fotógrafo aficionado mientras estaba robando, subido a un techo del que alcanzó a llevarse unos generadores de energía valorados en 33.000 euros; su mala suerte fue que al fotógrafo se le pasara por la cabeza la idea de vender las fotos; su mala suerte, definitivamente, fue que las acabara vendiendo a la víctima del robo: el propietario de la empresa de vallas más antigua del país.
"A todos nos han robado cosas --dice Mark Venter, dueño de OTW Advertising--, pero por lo general no dejan su tarjeta de visita". Con la foto en la mano y el recurso de una inmensa red de vallas publicitarias a su alcance, Venter seguramente se lamió los bigotes antes de lanzar la cacería. Pero sin exagerar: cuatro vallas han sido suficientes. Estratégicamente escogidas --una, por ejemplo, en la principal calle de Auckland--, las cuatro muestran la misma foto del ladrón in fraganti y piden la ayuda de la población para identificarlo. "Parece que lo está arreglando. En realidad lo está robando. ¿Quién es?", se lee en uno de los carteles.
UN CENTENAR DE LLAMADAS
La información se paga a poco más de 200 euros y la población ha respondido. Venter ha recibido un centenar de llamadas en menos de siete días. El cerco se estrecha. "Últimamente nos dan todos el mismo nombre", dice. Las autoridades no ven con malos ojos la iniciativa, todo lo contrario: tanto mejor si un gran empresario se lanza a la yugular de la pequeña delincuencia. "Es el clásico ejemplo de cómo policía y comunidad pueden trabajar juntas para resolver un delito", comenta la policía local. Hecho un ovillo, parapetado quién sabe dónde, el ladrón de generadores se pregunta mientras: por qué yo.
La regla número uno en el manual del buen ladrón es 'no dejes que te fotografíen'. Por otro lado, probablemente en algún punto cerca de la regla número 437, se encuentra otra que reza 'no te hagas enemigo de alguien que tiene vallas publicitarias por toda tu ciudad'. Para su infortunio, un ladrón de Auckland rompió estas 2 reglas. Este individuo fue sorprendido en cámara robando caro equipamiento. El fotógrafo envió su instantánea a Mark Venter, jefe de una de las empresas de vallas publicitarias más importantes de Nueva Zelanda.
Le está bien empleado al ladrón, me gustaría haber visto su cara al ver su cara en las vallas de su ciudad. Eso sí es un