Hace tres días tuvimos que tomar la decisión de sacrificar a mi perro. Era un perrito bastante anciano, con artritis, pero nunca había dado señal de nada más.
Todo ocurrió en función de horas. Empezó a asfixiarse y a las pocas horas hubo que dormirle. Siempre había pensado en esos momentos como algo horrible, pero el verlo pasándolo mal hizo que todo fuera más sencillo. Lo único importante era que él estuviera bien.
Mi gordito tenía un problema de corazón que a saber desde cuándo llevaba arrastrando. No habíamos visto nada raro, sólo un poco de tristeza durante dos días. También estaba preocupada porque no hacía caca en dos días (íbamos a ir al veterinario). Así que sólo vimos la última consecuencia, que es cuando fallaron los pulmones.
El momento de que se fuera lo recuerdo duro, pero fue sencillo decidir. Verlo descansar después de esos momentos de agobio fue un respiro y estoy segura de que él lo agradeció. Darle el último beso no lo fue tanto. Sabía que era la última vez que lo iba a tocar, que no lo volvería a ver ni a oler su cabecita.
Ahora han pasado los días y me acuerdo de él a ratos. Me da mucha pena, pero no consigo expresar los sentimientos. Me siento fría, he seguido haciendo mi vida como si nada. Lo quería muchísimo y me agobia no estar mal. No sé si a alguien le ha pasado algo así.
Yo, por lo que es por mi niño, no estoy mal. Sé que estaba mal y sólo quise que eso acabara pronto. Estuvo acompañado en todo momento y, pensándolo en frío, ojalá todas las personas que me importan murieran en 5 horas, sin agonías que duren días o incluso semanas.
Pero llego a mi casa, que ahora ha cambiado por completo. Sus cosas no están, la casa no huele a nada (a mi perro le olían sus pies y tenía mucha halitosis) y se me cae el mundo encima. Pero no consigo llorar y aliviarme. Es lo que necesito, pero tengo una culpabilidad por no hacerlo increíble. Siento como si no lo quisiera, cuando hemos crecido juntos y casi todos los recuerdos de mi vida son con él. Y, joder, claro que lo quiero.
Aún a veces parece que está aquí. Suenan sus pisadas y esas cosas. A veces consigo descargar alguna lagrimilla, pero el resto del tiempo siento presión por no expresarme. Nunca me había pasado algo así.
Bueno, muchas gracias por leerme.
Sé que los perros no leen, pero te quiero mucho, cariño. Eras mi fierita más feroz y el perro más guapo y bueno del mundo.