Bueno, ya es suficiente. Me retiro.
Yo, el que estoy detrás de este personaje, no soy un hater. No odio a Nintendo, ni me atropellaron una mascota, ni me violó Miyamoto con un Wiimote. No soy un ex-fan descontento por la era de Wii, ni un seguero vengador, ni un niñato ansioso de reafirmar su "madurez", ni un veterano buscando legitimar resentimientos. No soy Quiro, ni RicSheik, ni Bat, ni nadie por el estilo. Obviamente, tampoco soy nintendero. No tengo un altar con Amiibos, ni me aparezco en las convenciones con armaduras hechas de cartuchos de SNES, ni se me hinchan los mofletes cuando veo a alguien quejarse de los bajones de framerate de Breath of the Wild, ni estoy haciendo psicología inversa. Para mí la N es una empresa más entre muchas otras marcando de cerca a mi bolsillo, igual que Sony, Microsoft, Sega, Atari, NEC, SNK y todas las que han pasado por la historia del videojuego. En la vida real la trato exactamente igual que a las demás. Poseo algunas de sus consolas, otras no. Me gustan algunos de sus juegos, otros no. Y me haré con una Switch si hay rebaja y acumula suficientes juegos que me atraigan. Mi presencia en Vandal se limitaba a la de un simple lector, desde los tiempos de la PS2, pero un día se me ocurrió entrar al cotarro a través de un personaje. En fin, soy sólo un tipo cualquiera interpretando un papel con el fin de divertirme, que es para lo que más se presta el foro viendo el circo que se ha vuelto en estos últimos meses (con honrosas excepciones).
Sé que mi aventura no es nueva, estoy bien enterado del antecedente Vandalero de hannibal_smith y su galería de clones. De hecho usé uno de sus textos hace mucho tiempo. También le debo la idea de haberme aventurado en el Photoshop para currarme el super-mosaico de "cosas que Nintendo no inventó", pues lo hice inspirado por una imagen similar más pequeña que él había publicado bajo uno de sus seudónimos. Pero me diferencio del hombre del Equipo A en que lo mío ha sido más modesto, sólo por entretenimiento, en cambio él armó una especie de quinta columna con el fin de manchar a foristas supuestamente adversos a su empresa favorita. No sé de él, pero yo sí conseguí lo que quería.
Sépase que al principio yo podría perfectamente haberme vuelto en contra de cualquiera de las multinacionales del sector, y habría acabado como enemigo público de un bando completamente distinto (y "colega" del otro). Pero escogí arremeter contra Nintendo porque es la más fácil de atacar dada la situación de la industria, y porque la actitud media de los foros me garantiza más respaldo. Nintendo es el blanco perfecto: va a su bola, sus juegos no lucen duros ni controversiales, en sobremesa su situación es crítica, las bases de su jugabilidad suelen ser inofensivas y poco complicadas, sus consolas son menos potentes que la competencia, no puede negar su historial de desmanes legales y mano dura con las thirds, y su secretismo genera un barullo ensordecedor de rumores. Además, si hacen algo que no merezca crítica, siempre queda la opción de enfilar hacia sus fans más acérrimos, o hacia su pasado. Desde hace dos décadas a Nintendo y sus usuarios les ha tocado hacer de "tonto del pueblo". O parafraseando al mencionado hannibal en una de las entradas de su blog, Nintendo es el gordito feo de la clase al que todos hinchan a collejas. Traslademos todos esos factores a un foro con media de edad de veintitantos y altas ganas de atención, y se juntan el hambre con las ganas de comer.
Escogí para mi avatar la expresión vacilona y arrogante de Robert Mitchum, cuya franqueza incómoda y fama de problemático calzan a la perfección con la imagen que emite el típico internauta hard políticamente incorrecto. Me vino de perlas, sobre todo en Twitter, el coto privado por antonomasia para desatar nuestro sociópata interno. Ahí conseguí mi debut estelar y mis 15 minutos de (mala) fama internacional con aquel mensaje que me respondió Hideki Kamiya sobre Bayonetta 2. No lo podía creer, la mitad de mí estaba en damage control y la otra daba palmadas de alegría.
En muchas instancias he usado tips del manual no escrito de nuestros queridos amiguitos, los políticos. La mayoría de lo que soltaba en el foro poseía su fundamento en la realidad pero no necesariamente era cierto al 100 por 100, sino distorsionado a mi favor y salpicado de subjetividad cuidadosamente hilvanada entre las verdades. Para muestra, la serie de tochos sobre la SNES y las prácticas ilegales de Nintendo, hechos expresamente para tocar las pelotas y avivar fanboyismos. Me entretenía buscando piezas de historia y declaraciones para acomodarlas en contra de N, porque "no hay que mentir si la verdad hace más daño". Y no es que Nintendo sea la única choriza en la industria. Es lógico que sea la que acumula más deslices porque es la que lleva más tiempo en activo, aparte de que en los 80 y 90 había menos regulación y Yamauchi era casi un yakuza. Pero eso no convierte a Sega, NEC, Atari, Sony o Microsoft en hermanitas de la caridad. La industria es una guerra, es como aquella peli de Tinto Brass: "todas lo hacen".
Como sabéis, mi papel se iba al extremo. Sulawesi no era un simple ex-nintendero cabreado por la gestión de Iwata, ni un sonyer tocapelotas haciendo trolleo "sano". Era un anti-Nintendo hardcore volcado totalmente en contra de todos y cada uno de los aspectos de la compañía. No sólo la época Wii o los traspiés desde N64, sino absolutamente todo, desde las Game & Watch hasta el infinito. No bastaba que Nintendo se hiciera third party, sino que debía desaparecer de cuajo de la faz de la tierra. Sus consolas siempre eran las peores, sus juegos sobrevalorados, sus notas compradas, su manejo empresarial el más sucio y mafioso, sus usuarios infantiles y/o fanáticos. Y si por casualidad afloraba la curiosidad por probar algo de ellos, siempre debía hacerse desde la crítica más draconiana y a través de una vía que no le reportase un sólo céntimo a la empresa. No me corté disparando a lo más alto, no se me salvaron ni siquiera vacas sagradas como el catálogo de Super Nintendo o el Metroid Prime.
A fin de disminuir el riesgo de que mi extremismo luciera caricaturesco, posteaba con un tono mayormente serio y cierta dosis de autoridad "documentada" por datos "irrefutables". Y ahí llegaba siempre el apoyo de mis votantes habituales. Por supuesto, reciprocar los votos en otros comentarios haters o críticos también era parte de mi diversión, y para fines de realismo, procuré no sumar respaldo a posts con falta de tacto en temas delicados (por ej. la muerte de Iwata), lo que en mi opinión hacía más creíble al personaje. Tampoco votaba un post hater si incluía un mínimo reconocimiento de algo positivo a Nintendo (tipo "esto no pasaba con la SNES"), así mi anti-Nintenderismo radical lucía más coherente y serio. Además dispersamente soltaba un post fuera de los temas videojueguiles, pero muy muy poco.
En el trajín de Vandal y Twitter (con breves incursiones en Meristation y EOL) me la pasé acumulando una colección de amigos y followers de lo más cuca. De primeras me cayó de sorpresa que más foreros de los que esperaba le dieran votos y apoyo a este notas al que Nintendo "le repugnaba" y quien "evitaba todos sus productos". Hasta me propusieron colaborar en Youtube, lo que rechacé por razones evidentes. Eso significaba dos cosas: que estaba interpretando bien mi papel, y que había una significativa (e influyente) masa de usuarios metidos en la onda del haterismo y el schadenfreude sólo para echarse unas risas. Efectivamente, me dediqué a profundizar en otros foros, redes sociales, vídeos, blogs y demás material en la red, y el resultado general fue de perogrullo. La mayoría lo hace por el mismo fin que yo: descojonarnos a costa de la susceptibilidad de otras personas, el proverbial for the lulz de 4chan. De todos modos esa actitud no es tan difícil de detectar en un post si se pone atención al tono y la manera de "refutar".
Sin embargo, esa indagación también me demostró que había pecado de ingenuo. Yo, que siempre procuré alcanzar un nivel en el que mis lectores reaccionaran con "¿y este tío se cree lo que dice?", ahora me vi preguntándome eso mismo. En este mundo hay de todo, sin embargo lo más lejos que se me ocurría era que existiesen "Sulawesis" de verdad. No importaba lo creíble que resultara el experimento social, la realidad había superado a mi ficción.
Personas que no exhiben un simple haterismo de la boca para afuera, sino que rechazan de corazón a una o varias compañías, con seguridad total de lo que dicen, dentro y fuera de los foros. Enemistades unilaterales con empresas que parecen llegar a lo personal, como si fueran lobbyistas por intereses políticos o rebeldes enfrentando un régimen dictatorial. La verdad, preocupa leer escritos de gente adulta, con empleos y familia, menospreciando y hasta insultando a otras personas con la sinceridad más absoluta porque prefieren consolas o juegos de una marca. Jugones con experiencia de décadas abogando con toda franqueza por el hundimiento de una empresa porque su filosofía de mercado o contenidos no concide con la suya. Gente con pelos en los huevos, incluso con prestigio reconocido en diversos ámbitos, tildando de mierda a todas y cada una de las consolas de una u otra fabricante, y de sobrevalorados a sus catálogos completos, sin más base que el puro arraigo por una competidora. "Otro vendrá que bueno me hará", como dicen.
Y ahí se empezaron a abrir mis ojos. Post a post me sentía más desencantado y ganaba más conciencia de que pasarme 4 años echando mierda como un chimpancé había sido una idiotez. Me harté de burlarme de otras personas a través del cobarde parapeto de Twitter. Ya no me divertía el "azotar" a una multinacional japonesa desde un foro del que probablemente ni se enteran de que existe. No exactamente por sentimientos de culpa ni por "desagravio" a la comunidad nintendera, no se trata de compasión, sino de madurez. No quería verme en el futuro siguiendo con esta bobada. Ya mi propio alter-ego me daba pena.
En cierto modo, me siento como un ex-fumador que se percata del olor a tabaco de los que aún fuman. O retomando el símil escolar, como un antiguo bully que se re-encuentra en la calle con una de sus viejas víctimas y le pide disculpas. Ya sé que quedo ante todos como un descomunal hipócrita, pero me siento aliviado de una inmensa carga al abandonar esta manera tan absurda de entretenerme. Espero que también abran los ojos los que están metidos en este sainete por meras ansias de fastidiar la marrana, aunque sé que es difícil porque ya le sacan pasta. Y esos otros que se creen y ejercen su haterismo en la vida real con plena conciencia (contra Nintendo, Sony, MS o cualquiera), ojalá que al menos no influyan en los jugadores jóvenes, porque sé que para esa minoría cambiar es demasiado tarde. Ser fanboy es una tontería, pero ser hater es una peste.
Adiós, y con vuestro permiso, me dedicaré a JUGAR.