Umberto Eco se quejaba de que Internet funcionaba como amplificador de opiniones de "Don Nadie", poniéndolas al mismo nivel de popularidad que las de grandes intelectuales, de tal modo, que ya no se sabe a quién hacer caso. Otros se quejan de la epidemia de puritanismo que nos invade, que hace que la gente se ofenda cada vez más por cosas casi insignificantes.
Un catedrático universitario que conozco se dio de baja hace poco de una red social porque se cansó de leer comentarios estúpidos y hostiles en esa red social.