Íbamos caminando por el bosque, sin rumbo alguno. Aquella tarde eran las siete desde la última vez que miré el reloj y aun no habíamos llegado a la casa de los abuelos de Luis.
Estábamos los cuatro en silencio, escuchando los hermosos ruidos de la naturaleza cuando un gran ruido nos cambió ese paisaje sonoro, no le dimos importancia pues estábamos en el bosque y ya se sabe que con lo animales todo puede pasar.
Seguimos caminando hasta que nos paramos ante una gran casa, debimos suponer que sería la casa de los abuelos de Luis, tenía un color oscuro pero no muy definido, tenía dos pisos, en las ventanas tenía unos tablones de madera que no dejaban ver su interior. Junto a la casa había un granero no muy grande, todo estaba muy antiguo...
Nos acercamos sigilosamente ya que no sabíamos con lo que nos podíamos encontrar, realmente no sé para que fuimos ya que sus abuelos habían fallecido hacia un par de años, mas tarde nos enteramos de como ocurrió.
Cuando Carlos se disponía a abrir la puerta, no se sabe como ni porqué pero la puerta se abrió sola, como por arte de magia. Nos miramos extrañados pero continuamos con nuestra idea aunque yo cada vez me sentía mas asustada pero con Carlos a mi lado sabía que no corría ningún peligro, hacía un par de meses que me gustaba pero desgraciadamente a él le gustaba mi mejor amiga, Marta, o al menos eso decían aunque en aquellos momentos yo no estaba para pensar en esas cosas.
Cuando ya habíamos entrado los cuatro, la puerta se cerró sola dando un fuerte portazo.
Continuamos caminando sin saber a donde ir ya que todo estaba en penumbra. Llegamos a una mesa en la que había un candelabro de siete brazos, Carlos sacó un mechero y encendió las velas una a una ya que el candelabro parecía muy antiguo. La verdad es que veíamos algo más que antes pero tampoco había mucha diferencia.
Caminábamos por un pasillo muy largo pero a lo lejos se percibían unas escaleras que debían llevar al piso de arriba. Nos quedamos en silencio, parados, nos miramos y sin saber porqué Marta echó a correr hacia aquellas escaleras que por desgracia no sabía hacia la situación que le iban a llevar.
Nos pasamos al menos una hora buscándola pero no encontramos señal alguna de su existencia, tan solo oíamos unos ruidos un tanto extraños.
Nos separamos para que la búsqueda fuera más eficaz, Carlos fue hacia el salón, Luis hacia las habitaciones y yo hacia las escaleras.
Por mas que la llamaba no contestaba, subí las escaleras, estaba hecha de tablones de madera, la barandilla estaba medio rota y a la derecha al subir había un ventanuco por el que no se veía absolutamente nada de fuera.
Llegué al desván, había un tocadiscos, una radio, un sillón y lo que mas me llamó la atención fue la gran alfombra que cubría gran parte del suelo pues esa gran alfombra tenía una mancha roja, en aquel instante se me pasaron muchas ideas de como podría haberse manchado.
Seguí caminando, miré detrás de un mueble que había justo al fondo, parecía un tocador por que encima había frascos de perfume, tarrinas con polvos de maquillaje y encima un espejo, detrás del mueble encontré a Marta. Cuando se levantó nos miramos las dos en el espejo y detrás de nosotras estaban los abuelos de Luis o al menos eso creíamos, nos dimos la vuelta pero ya no estaban y justo en ese momento el espejo se hizo añicos. Marta y yo echamos a correr como nunca de algo nos tenía que servir que el profesor de gimnasia nos hiciera correr tanto en sus clases. Cuando llegamos abajo nos chocamos con Carlos y Luis. Les contamos lo que nos pasó arriba, se quedaron un poco parados pero Luis nos contó como murieron sus abuelos, una noche estaban en casa tan tranquilos como otro día cualquiera y unos ladrones entraron en la casa a robar, como estaban ellos dentro primero cogieron a su mujer y la mataron por que no decía donde tenía todas las pertenencias, después mataron al marido por defender a su mujer e intentar atacar a uno de los ladrones, aun no han encontrado a los ladrones por eso los abuelos de Luis, hasta que no encuentren a los que les mataron no descansarán en paz.
Intentamos salir de la casa aquella noche pero las puertas de salida estaban atrancadas. Nos marchamos hacia el salón ya que allí había una chimenea, encima tenía un jarrón de porcelana, colgado de la pared un cuadro de foto familiar y a la derecha en el suelo había unos hierros que serían para mover el fuego. Conseguimos hacer fuego, nos tumbamos al lado del y así pasamos la noche, estábamos todos en silencio pero pendientes de lo que allí pudiera ocurrir.
No me podía dormir y creo que Luis tampoco, estaba sentado junto al fuego, me acerqué a él, me senté a su lado y empezamos a hablar, realmente no sabía por qué no me había fijado en él antes, nos miramos a los ojos y cada vez le notaba mas cerca de mi, notaba su respiración, sus manos acariciándome el rostro, estábamos a punto de fundirnos en un beso cuando el timbre de la casa nos interrumpió. Carlos y Marta seguían dormidos así que fuimos Luis y yo a ver quien era. Seguían insistiendo tanto en llamar que nos apresuramos. Nos acercamos a la puerta, abrimos y nos encontramos a un guarda-bosques.
Nos contó que se había acercado a la casa por que había visto algo de luz dentro y como la casa hacía tiempo que estaba vacía se paró para ver quien estaba dentro.
Después de habernos sometido a un interrogatorio nos llevó a casa. Nuestros padres estaban muy preocupados pues ya eran las dos de la madrugada.
Cada vez que nos reunimos los cuatro, seguimos recordando aquel día, aun nos preguntamos que fue lo que nos hizo ir a aquella casa, lo que a Marta y a mi nos pasó solo lo sabemos nosotros pero gracias a aquella noche Luis y yo estamos saliendo juntos.
Hace ya un año que ocurrió y aun hay gente que asegura haber visto por la noche a dos ancianos vagando en soledad. ¿Serán los abuelos de Luis?