Ahora no se que ser si metrosexual o agrosexual, esto acabara en grandes cadenas de correos
Leyendo un artículo me encuentro, así, de repente, con que desde hace
no más de diez años tenemos entre nosotros a unos seres, raros raros,
que la moda se empeña en denominar metrosexuales.
Se dice que son hombres, pero que visten como mujeres, oh!. Que se
tiñen el cabello, broncean su piel, usan cosméticos, perfumes,
mantienen bien depilado su vello corporal, e incluso no dudan en hacer
uso de la cirugía para desarrollar su otro yo más femenino y así, en
perfecta armonía con la ambigüedad, ensalzan su imagen en detrimento
de la propia identidad con un objetivo claramente seductor y/o sexual.
Vaya, que de lo que se trata es de pillar cacho, como siempre.
En mi pueblo los llamamos mariconas, así, con todas las letras,
ma-ri-co-nas.
Claro que según tengo entendido, los metrosexuales son definidos por
su caracter urbanita, metropolitano, de ahí el nombrecito. Entonces
los donjuanes de provincias, los de interior, ¿deberían denominarse
aldeanosexuales, rusticosexuales quizás? Yo más bien me atrevería a
acuñar la palabra como agrosexuales para denominar al mozo hortelano
que, después de 14 horas con la azada al hombro y las albarcas llenas
de barro, se refrota la sobaquera en la acequia, se engalana con la
camisa franela de los domingos, se pone "tol pelo patrás" y se va al
teleclub del pueblo a echar un tinto pa que le vean las mozas
casaderas locales. Y ellas suspiran.
El agrosexual no necesita ir al gimnasio, goza de un bronceado que
muchos ya quisieran y lleva una alimentación envidiable que le
proporciona un buen aspecto físico. El agrosexual desarrolla un
instinto cazador para el fin de semana, cultivado en sus largas horas
de soledad en el campo o entre su ganadería. El agrosexual da una gran
importancia a su apariencia física cuando sale de cacería, preparando
concienzudamente todos y cada uno de los detalles que le asegurarán el
éxito con las zagalas en edad de merecer. El agrosexual es una bestia
imparable en el erial del amor y la seducción, es una mezcla entre la
trogloditez del macho en celo y el amante trovador, poeta de verso
tullido y entrecortado. El agrosexual es directo, implacable, un
triunfador con los bolsillos repletos de billetes capaz de embaucar a
las más difíciles hembras. El agrosexual nunca se va de vacío, nunca
se queda en blanco ni a dos velas. El agrosexual no tiene reparos en
descargar su preciosa mercancía en algún club de vuelta al pueblo, y
presumir de ello, incluso. El agrosexual no necesita vestir como una
nena y siempre marca paquetón. El agrosexual no se molesta si le
confunden su hombría, es más, le gusta presumir de su inexistente
homofobismo. El agrosexual se rodea de tipos no-agrosexuales que le
parten la cara ipso facto a aquel que puso en entredicho su
masculinidad. El agrosexual en resumen es un líder, un triunfador en
todos los campos que no tiene que adaptarse al medio, ya que consigue
que el medio se adapte a si mismo. El agrosexual no necesita ir por la
vida demostrando nada a nadie puesto que tiene tierras, un gran
Mercedes, paga rondas de cubatas a los no-agrosexuales y si dice que
"siete sin sacarla" nadie duda que, a buen seguro, habrán sido ocho o
incluso más.
En las ciudades son conocedores de este tipo agrosexual y han creado
su propia versión del galán rural, del Don Juan de pueblo, del
seductor aldeano de toda la vida, llamándolo metrosexual, pero vaya,
ni puta idea.
Envidia cochina, mariconas!
Idea original de Carlitos Tachín.
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