Si te acercas,
te lo cuento.
No es culpa del sol
ni de los árboles.
No es el café,
ni el blanco
de tus pies
modelando mi suelo.
Si te acercas,
te lo cuento,
hoy, mientras andaba,
el día me olió a azúcar...
Como extensión
del paladar en mis ojos,
el aire era dulce,
y la vida no parecía mala...
Es extraño,
no fue culpa del viento,
ni tu espalda dorada
cincelando la cama...
si te acercas,
te lo cuento.