SIEMPRE LLORO CUANDO ESTOY TRISTE.
Mares de añoranza
enmascaran rabia contenida,
que vestida de exabruptos
se escapa de mis labios.
La noche esconde su cara
y solapa mi decrepitud,
disfrazada de pálidos azulados.
Isotópica mi lengua
suelta veneno contenido
amalgamado con letal ácido
y amarga hiel.
Nunca fui un hombre duro
pues sollozo cuando estoy triste,
paciente espero a la vida
en lares desérticos,
en esquinas de geometría imposible.
Los mastodontes me miran
vestidos de vergonzosos harapos,
las alondras no cantan
sólo revolotean
buscando tal vez una fosa séptica
para alimentarse.
Se posan confiadamente
en mi hombro.
¿Por enésima vez
me han descubierto?
Y es que nunca fui un hombre duro,
pues lloro
cuando la tristeza
viene a mi encuentro.