Aprovecho la iniciativa que el blog de La 2 Noticias ofrece para motivarme a escribir... Y esto es lo que he hecho. Todo el que se anime a continuar el texto que pego aquí (el original, no el mío que termina la historia) o simplemente escribir algo que le sugiera este fragmento, será bien recibido. Os dejo
la entrada al blog y así podéis ver otras respuestas.
Sonó el despertador. Se dio la vuelta en la cama y vio el espacio revuelto y vacío del otro lado. Acarició las sábanas despacio y las olió. Inspiró profundamente. Era incapaz de saber qué sentimiento le provocaba aquel olor. Ya no acertaba a definir si era ternura o hastío, ni siquiera sabía si era su olor o era su olor. Giró hacia su propia almohada, clavó la mirada en el techo blanco de la habitación para quedarse un rato escuchando a la mañana colarse por la ventana y al cabo de unos minutos, se inquietó. No se oía nada. Cerró los ojos para concentrarse bien, agudizó los oídos y buscó. Nada. El ric-ric también había desaparecido.
Comenzó la sensación de incomodidad. La cama empezó a hacerle sentir aguijoneado. Se le erizó la piel y terminó por levantarse casi de un salto de la cama. Arrastró sus pies por la habitación con la ingenua (y consciente de serlo) intención de despegarse de esa sensación dejándola esparcida por la madera del suelo.
La taza con medio café frío. El plato en la mesa, sin usar. Una servilleta de papel arrugada. Nada diferente, pero todo más vacío.
Ducha, con agua monótona en un baño donde nadie dibuja sonrisas o corazones en el espejo cubierto de vapor, donde las toallas parecen más ásperas y el suelo más frío. Su mano arrastra el vapor para arrancar del vidrio el reflejo cansado de una cara con demasiadas lágrimas marcadas en la piel.
Vuelve, desnudo pero sin expectativa. La camisa blanca. El traje negro. Y unos minutos de espera hasta que llega el amigo que conducirá al cementerio sin apenas decir más palabras que:
- Parece mentira que ya haya pasado un año.