Tan joven y descubriendo las penurias de la vida.
El ser humano nace sin el conocimiento de que está ahí, de hecho, de no ser por aquellos familiares que recuerdan tus andares y poses y las fotos que te enseñan, no podrías probar que, en aquella época, estuviste ahí.
Creciste y viste pasar un paraíso de sensaciones delante de tus ojos. Era como ver brillar un arcoiris mientras tratabas de comprender que era realmente. Un mundo propio donde no cabía nadie más. Aquí vienen tus primeros destellos de una vida feliz y prometedora.
Continuaste creciendo.
Las cosas se complican. Parece ser que una chica te está mirando. Parece ser que le devuelves la mirada. De nuevo, algo que no comprendes, pero que hoy día, si aciertas a saber qué es. La primera relación.
¿Por qué recordamos siempre la primera experiencia, aunque sea totalmente negativa? Quizá porque todo tiene un principio, o eso creemos.
Ahora eres lo suficientemente maduro como para saber lo que fuiste, lo que eres y lo que serás.
Tu supuesto fin está muy claro: Morirás. Con un futuro así, el presente no es abrumador. El ciclo de la vida es más sencillo de lo que puede parecer, pero ocurre que, como seres imperfectos y llenos de errores, tenemos que complicarla.
Naces solo, vives solo y mueres solo. Entre esas tres épocas, existe la compañía de un ser querido, de una pareja o de una simple afición. Pero es solo eso.
Hay cosas que mejor olvidar. Aquello es una prueba. Aferrarte a la vida, a las ilusiones, a los objetivos, a tus ganas de ser feliz.
Y no morir hasta conseguirlo.
Es por eso que, aunque incompletos, somos lo más parecido a la perfección conocida.
Ahora sólo falta saber que te deparará el futuro, a ti y también a mi. No vamos a pretender que esto se acabe aquí. No queremos pretender que la existencia se reduzca a esto. Tampoco seremos de los que vayamos a buscar el sentido de la vida, ya que es muy probable que nunca desvelemos tal pregunta.
Nuestro paso por el mundo va a ser inexistente, como una gota de lluvia en un día de tormenta intensa. Esa gota no sabrá nunca por qué se deslizó hasta el suelo, pero ahí estuvo. Nosotros somos una gota de lluvia consciente de la caída.
Esa es la diferencia.
Qué paradoja. Saber que no serás recordado pero intentar que todos lo hagan. Tu historia siempre estará escrita, pero no se plasmará en ningun papel.