Es irónico cuando, a tiempo pasado, recapacitas sobre como dar tu vida a alguien es lo mismo que quitártela a ti mismo, el amor es precioso y no creo que nadie debiese vivir sin conocer el amargo sabor de una despedida y la dulzura de un reencuentro. No obstante en situaciones como la mía desearía un mundo sin amor, tampoco odio, pero sí un mundo totalmente aséptico en sentimientos, en el que cruzar una mirada con alguien no despertase ganas de conocerlo.
Es extraño, pero ahora, mientras me desnudo a mi mismo como antes había hecho a tanta gente e intento descubrir por qué no estas a mi lado, solo me castigan tus recuerdos mas dulces, no puedo ni tan siquiera visualizar las discusiones que seguro tuvimos, solo alcanzo a encontrarme a mi mismo visualizando una y otra vez tu figura en el horizonte mientras yo observaba, sentado en la arena, como te fundías con el agua, como te girabas consciente de que mis ojos te adoraban, y como una y otra vez me provocabas hasta que caía, gustoso, entre tus brazos. Sin embargo, lo que otras noches conseguía hacerme esbozar una sonrisa, hoy teñía mis ojos de añoranza. Me descubrí abrazando en el aire algún recuerdo perdido, y gritándole al vacío lo mucho que te odiaba, mientras mi corazón aun palpitaba por tus besos.
Me senté acunando en mi regazo una foto tuya acercándola lo mas que pude a mi pecho, sólo por sentir una vez mas que te tenía entre mis brazos, lloré como llora un recién nacido sintiéndose desprotegido del vientre de su madre. Lancé la foto contra el suelo y aparté la vista de ti por última vez. Desnudo, vagué sin rumbo, anduve un tiempo que creí eterno, hasta que, por fin, entré en razón, me aferré a mi última esperanza y me lancé a por ti… Mientras caía, el último suspiro de mis ojos brotó hacia el cielo intentando reunirse contigo, mas solo consiguió mezclarse con mis pensamientos en el borde de la acera….