No soy una persona asídua a escribir, pero hoy por el msn me lo ha pedido mi mejor amiga y he decidido hacerlo, aquí os dejo la primera parte de la historia que terminaré a lo largo de esta semana que entra.
Todo comenzó cuando me levanté.
No se cómo, pero intuía que hoy no iba a ser mi día. Hice esfuerzos por levantarme con el pie derecho aun estando en mala posición y siendo naturar levantarme con el izquierdo. Una vez me encontraba en pie decidí ir a darme una rápida ducha que me ayudara a despertarme. Notaba como el agua caía entre mi pelo, y poco a poco, la sensación del mal día iba desapareciendo. Tras ducharme me sequé, me lavé los dientes y salí a la calle a las 11.30 aproximadamente.
Había quedado con Álvaro en la puerta de su casa, e iba un poco tarde, así que decidí ir deprisa, hasta que me la crucé. Ella apareció de la nada, doblando una esquina, y no pude hacer otra cosa que saludarla y quedarme mirandola como un tonto. Iba vestida como siempre más o menos, pero me parecía la chica más guapa que había visto. Me despedí de ella con un adiós cálido mientras andaba con la cabeza girada cuando un coche impactó contra mí.
Afortunadamente, el choche no me hizo casi daño, pues iba lento, pero aún así caí al suelo con dolor en la cabeza y en el pecho. Con la mano derecha rocé mi cabeza, y la noté húmeda, entonces noté que estaba sangrando.
Escuche un leve grito de Patricia diciendo si me encontraba bien, pero de mi garganta solo salió un grito sordo que nunca llegó a escucharse.
Tras un rato inconsciente me desperté en el hospital con una venda en la cabeza, escuchando los sollozos de Patricia, acurrucada en mi pecho.
Abrí los ojos, creyendo que había sido imaginación mía, pero ahí estaba ella, llorando. La miré.
*-Lo siento - Le dije, fue lo único que pude decir
Ella me miró. Seguía llorando, pero ahora era un llanto distinto, lloraba aliviada, sabiendo que había despertado. Sus ojos verdes clavaron una mirada cálida sobre los míos, y me puse rojo, era la chica con la que había soñado estar durante cuatro años, y ahora estaba delante mía, llorando de alegría porque me encontraba bien, así que sin pensarlo dos veces se lo dije.
-Te quiero.
Pasó un minuto, y el sentimiento que nadie conocía a parte de mi almohada había sido revelado. Ella me miraba, tenía la cara roja como un tomate, y yo notaba que podría haber salido bien, ella acercó su cara contra la mía, y enconces, justo antes de que mis labios rozaran los suyos entró la enfermera.
Sentí unas ganas increíbles de mandarla a tomar por culo, no me importaba ahora el dolor de cabeza, las molestias del suero ni el picor en el pecho de los arañazos, solo importaba ella, y la enfermera había entrado para estropear el momento que tantas veces había imaginado, aunque todas totalmente distintas a ésta,
Pasaron unos eternos minutos hasta que la enfermera, una mujer rubia, de no más de treinta años salió de la habitación. Había roto el momento, pero eso no importaba, ahora ella estaba agarrada de mi mano, con fuerza. Notaba la brisa que entraba por la ventana, y entonces, cuando menos me lo esperaba me besó.
Fue un beso eterno, increíble, mucho mejor de como lo había imaginado, pero por desgracia acabó, Patricia era asmática, y se estaba quedando sin aire.
Pasaron los días y volví a casa, ella había estado visitándome todos los dias varias veces e incluso me había dado de comer en un par de ocasiones. Ahora todo había cambiado, así que la llamé por teléfono. Estuvimos hablando una hora y un poco más, hasta que colgué para ir a verla sin que se lo esperara.