Solitario Thanatos

Si se esforzaba, todavia podia recordar porqué los mortales, atareados, van de lugar en lugar, arrastrando sus problemas mundanos, como si fueran el centro del universo.

"Despertad, para mi no soys más que ganado."

Incautos, se diviertian por las calles, sin saber que quizás, una fiera les olisquee entre la multitud, y decida ,que esa ha sido su última noche.

Conocia cada milímetro de aquella abarrotada calle, y la calle le conocia a él. No existian los rincones ni las sombras. Ahora siempre andaba desgarbado, pero conservaba algunos detalles de alguien que, tiempo atrás, tuvo un porte casi aristocrático. Pero no me detendré más en él , por ahora.

Las sombras se lo tragaron al llegar a una puerta oxidada, y nadie podria jurar que alguna vez hubiera existido.

Caminaba rápidamente con unos zapatos de tacón exagerados, su bolso se zarandeaba de aquí a allá, como si quisiera escaparse de su delgado brazo. Se lamentaba para sus adentros, un leve quejido salia de sus labios. Miraba hacia el suelo, temerosa de ver algo que no quiesiera encontrar.

Demasiado tarde para correr.

Sintió una mano que se aferraba velozmente a su cuello, cortandole casi la respiración. La obligó a girarse. Sus zapatos rodaron por el suelo, y ella levantada en el aire, habia dejado de patalear para enfrentarse cara a cara con el vástago.

Lo que vió era solo un animal.

Se encontró unos ojos que carecian de cualquier tipo de bondad, indiferentes. Su corazón se aceleró. Bajó la mirada , su pálida piel carecia de vida, sus manos, casi garras, ahora también le oprimian la cintura como si de unas tenazas se tratara.

Oyó un a leve risita. Volvió a mirarle cara a cara , pero empezó a sentir un ansia desesperada por él, como si todo el sentido de su vida se hallara en aquellos ojos, y se dejó abrazar.

Poco quedaba ya de humano en aquella béstia. La depositó a un lado de la calle, sentada como si un maniquí perdido se hubiera parado a descansar. Y él siguió calle abajo. Paró en seco, un poco de tierra habia ensuciado sus preciados botines. Los aseó y siguió su camino.

Una criatura sin escrúpulos. En su otra vida, nunca fué feliz. Nunca del todo. Quizá le faltó algo. No pudo saber lo que era. Como una pieza de un rompecabezas, un juego de tablero con defecto de fábrica.

Continuó andando, en su estómago seguia ese vacio que ni esa sangre llenó. Por que su mente siempre estaba en parte, ausente .Y sus pasos se encaminaban, hacia la más negra soledad.

Sentia más hambre, volvió a girar la ruleta.
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"-¿Tienes miedo de morir?

-Sí, todo el mundo lo tiene.

-Pero morir como pueden morir los amantes... morir juntos, para vivir juntos..."

(Carmilla, S. Lefanu )
Hacia ya décadas que habia dejado de relacionarse con la comunidad, aunque todavia conservaba algunos contactos. Podian contarse con los dedos de las manos, y quien sabe que tipo de interés les acercaba.
Su creador le habia abandonado al poco de nacer como vampiro, lo único que se dignó a darle fué , un nuevo nombre:

Karloff, ja ja ja, me recuerdas a él . Imagen

Y no volvió a tener un contacto íntimo con él, se sintió durante siglos, abandonado. Porque aquel fué su único legado. Su nombre y aquel abrazo.

De aquello ya hacia demasiado. Mentiria si dijera que aún le importaba, que le guardaba rencor. Porque Karloff hacia mucho que solo era un manojo de instintos dentro de una bestia que salpicaba de sangre las calles.

Representaba un peligro para el resto de su especie, llamaba demasiado la atención, pronto acabarian con él o lo obligarian a marchar. Pero el tiempo era una palabra obsoleta.

Más o menos saciado, aceleró su paso para encontrarse con uno de sus contactos.

Nunca se acostumbraria a encontrarse con este vástgo. Él era un simple animal, pero por dios, conservaba el buen gusto, llegó a pensar.
Su contacto, en cambio, no habia mejorado nada con la inmortalidad. Casi carecia de pelo, su piel no era tersa, y su apariencia , en general, causaba repulsa. Recordaba a la criatura de Murnau.
Imagen

Pero Karloff tenia buenas razones para acudir a sus citas, era este un gran informador, y una fuente digna de confianza.
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"Para los Vampiros, la sociedad humana es una sombra cambiante, pues ellos no envejecen ni cambian como lo hacen los hombres. Este tipo de vida somete a una gran presión las mentes de estas criaturas, por lo que se ven constantemente acompañados por la locura. "

(Condes vampiro , Warhammer)
Acudió a su cita tarde, su gavardina gris le ocultaba de los curiosos, pero a su confidente le hacia falta algo más que eso.

Un pañuelo oscuro le cubria casi en totalidad la cara, y un sombrero anticuado nos protegia de la visión de su fea cabeza. Despedia un ligero olor a humedad, cosa que molestaba el refinado olfato de Karloff. Pero esas citas eran necesarias.

Habian quedado en el lugar de siempre. De espaldas, el otro vampiro, esperaba.
Pero al ir acercandose a su nariz llegó otro conocido olor.

Apestoso traidor...

Masculló sin apenas separar los labios. Su contacto desapareció como siempre hacia, por una boca de alcantarilla, y en ningún momento se giró para mirarle.

Justo detrás de él, la causa de su alarma, cuatro vampiros a los que no conocia de nada. Estaba claro. La caza habia comenzado, su cabeza tenia un precio.

No habia que ser muy listo para deducir que sus otros contactos estaban al corriente de la noticia. La ciudad le habia rechazado.
Salió corriendo gastando lo que le quedaba de fuerza para perder de vista a aquellos cuatro y tomó una decisión.
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Denn die Todten reiten schnell porque los muertos viajan veloces
(Lenore, de Burger)
Jamás es excusable ser malvado, pero hay cierto mérito en saber que uno lo es.
(Baudelaire, Charles )
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Tuvo que apretar los puños para calmar algo que le ardia en él, algo que llevaba acompañandole muchos años. Pero tal y como se alejaba de aquel lugar la furia se apagó. Ahora solo caminaba hacia las afueras de la ciudad , teniendo por seguro que jamás volveria a ser admitido en ella.

Pensó en dirigirse a su ciudad natal , aquella que conoció cuando aún era mortal. Pero alguna clase de fantasma del pasado le atormentaba y cambió de idea. Prefirió dirigirse a una gran capital. Pasó por delante de una cabina de telefonos, hurgó en su memoria y recordó a alguien de la que seria su nueva ciudad.

Marcó rápidamente un numero, habló unos escasos minutos. Cuando colgó una extraña sonrisa se dibujó en su cara. Siguió andando con ella unos metros más.

Mirandose el traje, pensó que seria mejor lucir algo nuevo. Vislumbró una tienda y con un agil movimiento se deslizó en su interior. Si si , aquello le gustaba. Se hizo con un elegante traje negro y una camisa. Acompañó todo aquello con unos guantes pero conservó sus botines. Se marchó de allí dando rítmicos saltitos con ellos.

Aún eran las 4 de la mañana. Llegó a él el dulce olor de la sangre. Giraron una esquina unas alocadas jovencitas, que le sonrieron coquetas.

Saltó casi sin poder evitarlo sobre la que estaba más cerca. Pese al salvajismo del acto, no llegó a manchar su nueva camisa.

Se agachó y susurró algo al cadaver que yacia a sus pies.
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