En realidad no sé si tiene mucho que ver con si somos lo que aparentamos o no. Bajo mi punto de vista sí, porque viene a explicar que cada uno puede comportarse de muchas maneras a lo largo de su vida, de hecho, lo lógico sería reaccionar a las situaciones según éstas, no ser de una manera para todas las situaciones.
Hermann Hesse escribió:Tengo la desgracia de estar siempre contradiciéndome. La realidad siempre lo hace, pero no el espíritu, ni tampoco la virtud. Por ejemplo, después de una dura caminata en verano puedo llegar a estar completamente obsesionado por el deseo de beber un vaso de agua y declarar que el agua es la cosa más maravillosa del mundo. Un cuarto de hora más tarde, cuando ya he bebido, no hay nada en el mundo que me resulte menos interesante que el agua y el beber. Lo mismo me ocurre con el comer, el dormir, el pensar. Mi relación con el “espíritu” es la misma que con la comida y la bebida. Algunas veces no hay nada en el mundo que me atraiga más ni me parezca más necesario que el espíritu, la posibilidad de abstracción, de lógica, de la idea. Después, cuando estoy harto y necesito y ansío lo contrario, todo lo que sea espíritu me repugna como la comida podrida. Sé por experiencia que este comportamiento pasa por arbitrario, falto de carácter, e incluso sé que no está permitido, pero nunca he podido entender por qué. Pues de igual modo que tengo que alternar constantemente entre comida y ayuno, dormir y estar alerta, también tengo que ir como un péndulo de aquí allá, cambiando constantemente entre naturalidad y espiritualidad, experiencia y platonismo, orden y revolución, catolicismo y protestantismo. Me parece muy virtuoso, firme, lleno de carácter, que una persona pueda venerar siempre al espíritu y despreciar la naturaleza, que pueda ser siempre revolucionario y nunca conservador, o al contrario; pero me parece tan fatal, tan repelente y tan loco como si alguien quisiera estar siempre comiendo o durmiendo. Y, sin embargo, todos los partidos, tanto los políticos como los espirituales, los religiosos como los científicos, se basan en el presupuesto de que comportamiento tan demente es posible, es natural.