No convirtamos esto en un enfrentamiento entre arcades y simuladores. Ambos géneros puede y deben convivir, porque lo único que tienen en común es la conducción. Yo puedo disfrutar igualmente de un Outrun 2 y de un Assetto Corsa, pero ambas experiencias son tan diferentes como un Tetris de un Final Fantasy. Tampoco creo que unos sean más o menos fáciles de hacer que otros. En los simuladores el objetivo está claro: simular la realidad, así que no hay que preocuparse por una dirección artística, por ejemplo, sino simplemente de ser rigurosos y fieles a la realidad. Sin embargo, unos buenos periféricos dedicados son imprescindibles. En los arcades, sin embargo, ya hay un componente de diseño. Aquí estoy de acuerdo que en los últimos años la cosa se ha torcido mucho con esos juegos. Como decía el compañero antes, se ha perdido esa elegancia, esa belleza, ese goce de correr limpiamente, disfrutando de la jugabilidad, de los paisajes, de los coches... Antes estos arcades de conducción eran más exóticos, más atractivos y coloridos. No hay más que echar un ojo a los grandes ejemplos de las recreativas. Ahora se lleva más el macarrismo, la destrucción, lo urbano e industrial, el tuning, lo oscuro, lo sucio, las horteradas, el vandalismo...