Fué un invento estupendo pero no supieron venderlo, era demasiado caro como para que se hiciese popular pero sus virtudes eran innegables; gran calidad de sonido y duración en un pequeño tamaño de disco, un formato compacto, protegido contra rayaduras y a la vez manejable, usable en equipos portátiles y de sobremesa y, sobretodo, grabable.
Mereció ser el paso siguiente al cassette de cinta puesto que reunía en si mismo todas las virtudes de las cintas y de los discos de vinilo, pero Sony no vió el momento de bajarle el precio y el puesto que por derecho le correspondía a este magnífico invento lo ocupó el CDR, más grande, frágil y poco apropiado para equipos portátiles, pero a un precio mucho más razonable y compatible con todos los reproductores de CD audio.
Desgraciadamente ni tan siquiera pudo imponerse en el mercado profesional en el que acabó por imponerse el DAT por lo que acabó siendo usado por una minoría de usuarios domésticos que apreciábamos sus virtudes por encima de su elevado precio y escasa difusión, por periodistas y por grupos musicales amateur y semiprofesionales que usaban este soporte para entregar sus maquetas a las discográficas por ser de mejor calidad que el CDR y el cassette pero más accesible que un DAT.
Una verdadera pena; solo los que lo hemos conocido sabemos lo bueno que era.
Saludos.