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Hoy, me levanté sin ganas de nada.
Reuniendo las pocas fuerzas que tenía, me arrastré hacia la calle y me coloqué en el banco de siempre.
Como de costumbre, Laura salía a la cafetería de al lado a las 9:00. Se tomaba dos tostadas con aceite y azúcar y se montaba en el coche para ir al trabajo. Tras un recorrido de 2,7 km y 15 min de duración, aparcaba el coche en la plaza 16B del Hospital Carmen de la Fe. Sí, me sabía todo sobre su vida. La había seguido tantas veces... No por amor, yo soy incapaz de amar. La seguía por curiosidad ¿Cómo se puede rebundar tanta felicidad? ¿Por que ella es feliz y yo no?
Lo había intentado, había probado tener amistades, enamorarme, buscarme aficciones... Incluso había probado el alcohol, las drogas... Pero era incapaz de ser feliz, esfuerzos como sonreír o levantarme cada día por las mañanas me suponía un esfuerzo sobre-natural. Sin embargo, ahí estaba ella... Feliz, sonriente con mucha energía... ¿Cómo se podía ser tan feliz? Me sorprendía, me facisnaba, me hipnotizaba completamente.
Con el tiempo, esa admiración se ha convertido en envidia, odio... La brillante luz me deslumbra, tengo que apagarla. Por eso hoy, al abrir la puerta de su coche. Se encontró con una agradable sorpresa...
No, no la maté.
La golpeé una y otra vez. Aplasté mi puños hasta que mis manos empezaron a hincharse y adormecerse... Y seguí golpeando alternativamente.
"Creo que ya es suficiente"
Dejé la bolsa de boxeo en el suelo y me fui a tomar un refrigerio... Me sentía tranquilo, muyy tranquilo...
Me encontraba en el sótano de un pequeño gimnasio de barrio, no era gran cosa pero era barato y estaba cerca de mi casa. Solía venir habitualmente, no para mantener mi figura, soy incapaz de sentirme bien conmigo mismo, tampoco iba a relajarme, puesto que nada puede calmarme. Lo de hoy era una rara excepción, por primera vez me sentía tranquilo y con las ideas claras... Es una sensación extraña, casi agobiante.
Pero cuando terminé el gimnasio y me dirigí a mi casa, me encontré con una extraña persona llamando a mi puerta, alcé la voz:
- ¿Quien es usted?
El visitante se dio la vuelta, era grande, muy grande. Tenía unos fuertes brazos moldeados y bien construidos, si se lo propusiera podría abrir la puerta con tan solo una palmada. Tenía los ojos oscuros que le daban un aspecto aterrador, estaba claro que era un hombre con el qué no se podía tener problemas.
- ¿Es usted Norman Bates?
Sí, ese soy yo. No sé si mi madre era una entuasiasta del cine o ya sospechaba de mi naturaleza al nacer. Por suerte nunca la conocí, lo cual en mis circunstancias en una suerte.
- Sí. ¿Que quiere?
- Policía Nacional - dijo mostrando la placa - Tengo que hacerle algunas preguntas sobre Laura Chacón.
"¿Cuál es la forma más rápida de tumbar a un policía?"
- ¿Laura Chacón? No me suena de nada.
- Joven, alta, atractiva, con un llamativo color pelirrojo... Espera tengo una foto aquí.
"Puedo meterle un directo en la nariz, el shock del momento me dará unos segundos para actuar o escapar".
- Ahora que lo dice... Sí, la conocía de vista, era una chica agradable. Siempre saludaba.
- ¿Entonces no tenía enemigos?
"Por una vez que estoy tranquilo, viene este tio a alterarme... Creo que una patada en la entrepierna sería mucho más sencillo, además es un clásico."
- No, no creo. Al menos que yo supiera, ya le he dicho que no la conocía.
- Sí, claro... ¿Donde se encontraba usted a las 8:30 de esta mañana?
"Una puñalada en los riñones será más efectivo, el dolor es tan intenso que no podrá gritar".
- Evidentemente, durmiendo.
- Ya claro... Y supongo que nadie podrá confirmarlo ¿Verdad?
"Creo que guardo un cuchillo en el tobillo".
- Pues no, agente.
- Decía que la conocía de vista ¿Podría detallarlo mucho más?
"Golpe en los testículos, directo en la nariz, saco el cuchillo y le apuñalo en los riñones antes de que grite. Despues a correr todo lo que puedas."
- La conocía de haberla visto en el bar de la esquina... Somos clientes habituales pero nunca hemos llegado a tener una conversación.
- ¿Sois clientes habituales o es usted un acosador? Parece lógico, un acosador que intenta dar un paso más y acaba cargandose a una inocente mujer.
- ¡¿Laura está muerta?!
"Yo no la maté"
- No finja que le sorprende. Sé a ciencia cierta que usted la seguía, probablemente sabía todo detalle de la vida de la mujer... Sí por mí fuera, le acusaría de asesinato y no pisaría la calle nunca más, pero esa tarea corresponde un juez y los jueces quieren pruebas sólidas por desgracia... Ahora me vuelvo a a la comisaría, pero no se preocupe. Nos volveremos a ver.
"Que así sea"
Son las ocho de la mañana, me voy al trabajo de cada día. Nada especial, me dedico al mundo de la mensajería y la paquetería... Soy un repartidor.
Mientras conducía el coche fúnebre, me puse a pensar en lo que había pasado. Ese detectivucho sabía que yo seguía a Laura, lo cual era bastante irregular, siempre borraba todas mis huellas y sabía pasar desapercibido cuando quería... Aquí tenemos un gran problema.
Terminé mi trabajo y me volví a casa. Cuando iba de paso por el bar, me decidí entrar a preguntar. Pasé entre las mesas cuidadosamente, el bar no era muy grande y para colmo el dueño había puesto más mesas de las que correspondían. Diversidad de tapas se veían en la barra, todas probadas por mí y deliciosas... La verdad es que era muy buen bar, aunque el dueño fuese un "agarrado" con las raciones.
El dueño se encontraba detrás de la barra limpiando unos vasos. Tras apoyarme en la barra, le silbé. Dejando de limpiar los pasos y poniendo cara como si le hubiera interrumpido algo importante, se acercó a la barra:
- ¿Que quieres? - dijo secamente.
- Buenos días, quería saber si quieres morir hoy.
Puso cara de sorpresa, no sabía si le estaba gastando una broma o me había oído mal.
- ¿Que dices?
- Te llamas Antonio, de 45 años, nacido en Valladolid. Vives en una piso encima del bar no muy grande pero te da para guardar tu colección de coches en miniatura. Casi todos los fines de semana vas a recoger a tu hija pequeña a casa de tu ex-mujer: Lucía de 9 años. La llevas a los parques de atracciones, a montar en bici, a comer helados...Es el único momento de la semana que sonríes, lo cual demuestra que te importa mucho.
Tragué saliva.
- De modo que no me jodas y dime que le has dicho a la policía. Y creeme, sabré si me estás mintiendo.
- ¿Cómo sabes...
- Callate y contesta a mi pregunta.
Estaba descolocado, no sabía que hacer. Saqué mi cuchillo del tobillo y lo puse en la barra para ayudarle a decidir. Optó por la vía fácil:
- Ayer vino un policía y empezó a hacerme preguntas sobre unas de mis clientes. Le dije lo normal, que era una cliente habitual, que pagaba bien, que no daba problemas... Me dio las gracias y me pidió las cintas de seguridad.
"Que gran descuido por mi parte, las cámaras de seguridad son un testigo muy objetivo. Una persona muy observadora podría darse cuenta de que mis salidas y entradas al local estaban sincronizadas con las de ella. Una investigación posterior descubriría que no había ninguna razón racional para ello puesto que nuestros horarios de trabajo son distintos"
- Gracias por la ayuda, y ahora por tu bien. Olvida todo esto.
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El detectivacho me la había jugado, tenía un móvil y no sería díficil situarme cerca de la escena del crimen con su descubrimiento.
Lo único que necesita para condenarme es una prueba sólida: Una prueba de que usé el arma del crimen para matarla o algun testigo que me viera en el acto.No encontraría nada, pero ese detectivillo no parecía de los que se rinden rápido. Puede que incluso llegue a falsificar las pruebas, quien sabe. Tengo que ponerme en serio con ese tema mañana.
Al llegar al lado de mi portal vi una imagen sorprendente. Dos hombres estaban asaltando a una inocente mujer. Pasé por el lado con disimulo, pero los atracadores no parecían estar por la labor.
- ¡Tú! ¿A donde crees que vas?
- A mi casa a dormir, si no le importa.
Uno de ellos me cogió del brazo para que no continuara, gran error. Me tiré al suelo haciendo una rodada tirando de su brazo trás de sí, lo que hizo que se cayera al suelo.
El otro hombre sacó una navaja e intento clavarmela de frente, me hize a un lado y con un golpe seco en la mano hize que el hombre tirara la navaja. Acto seguido le puse una pierna por detrás y lo desbalanceé hacia ese lado provocando su caida.
El primer hombre ya se había levantado y se lanzaba hacia a mí. Esquivé su primer puñetazo con un movimiento de cabeza y aproveché mi ventaja para cogerle el brazo y tirar de él para atrás retorciendolo. Con la otra mano golpeé con precisión su pecho, a la altura de los pulmones. Esta clase de golpes hacen que suelten todo el aire contenido en los pulmones, lo que te da una sensación de asfixia y ahogo. Aprovechando mi ventaja, tiré de su brazo a un lado mientras ponía el pie. Acabando comiendo el suelo, con las manos sujetandose el cuello con gesto de dolor.
El segundo hombre también se había levantado, pero parecía que se lo estaba pensando dos veces. Cogí su navaja del suelo y me acerqué hacia él. Entendiendo lo que quería decir, se acercó a su compañero, lo llevó a hombros y se fueron lo más rapidamente posible.
Miré a la mujer, era ya madura, con 50 años pero de apariencia atractiva. Parecía sorprendida y agradecida. Se acerco paso a paso, como alguien que descubre algo nuevo. Al final sonrió y me abrazó.
Unas lagrimas recorrieron mis mejillas...
esfuerzos como sonreír o levantarme cada día por las mañanas me suponía un esfuerzo sobre-natural
VozdeLosMuertos escribió:Interesante. Yo el final lo veía venir, bueno, creo que al decir que la chica es genial y el protagonista no, ya se intuye toda esa envidia y rencor que el último párrafo explicita.
Me choca el "hoy me levanté sin ganas de nada" con el "levantarme cada día por las mañanas me suponía un esfuerzo sobre-natural." No sé, no tener ganas de nada no me parece comparable a un esfuerzo sobrenatural. Es más, creo que si en ese párrafo apareciera que el motivo para salir de la cama es ella, quedaría mejor y más clara la idea. ¿Los demás cómo lo veis?