Mis ya queridos amigos, si me permitís que así os llame: Gracias. He estado por contestaros privadamente a los más desconfiados, pero aquí estoy, abierto a todos. Bueno, vuelvo a estar encantado de los mensajes recibidos. Más todavía, porque me han parecido muy profundos algunos, bastante profundos otros e interesantes todos. Algunos me enseñáis el culo. Estáis en vuestro derecho. Ahora bien, respecto a los que os cuestionáis que si os tomo por conejillos de indias, nada más falso. Ahí están mis datos, si no los habéis consultado hacedlo. No escondo que soy periodista. Al tiempo, que en la biografía, hago un retrato tan evidente de quién soy que cualquiera que me conozca un poco sabría quien soy. No, amigos, yo puedo ser muchas cosas. Pedante, quizá, aunque no me tengo por tal. Pero lo que en ningún caso soy es alguien que toma a los demás por conejillos de indias. Tengo en mucho respeto al ser humano, aunque permanezca invisible. Por ahí no me vais a coger. Otra cosa es que vuestras opiniones sirvan para fundamentar las mías. Lo mismo digo. No escondo mis opiniones, aunque algunos pensáis que sí. Por resumir las dos anteriores comparecencias.
1. Soy vanidoso, demasiado. Yo mismo me aburro, pero no lo puedo evitar. En la misma medida procuro ser sincero.
2. No me interesa gran cosa el dinero, aunque sí lo suficiente para vivir bien. Pero ni tengo yates ni los quiero. Mi sueldo no pasa mucho los dos mil euros mensuales (¿mucho, poco?). Para mis libros, mis vinos y mis viajitos tengo. (Siempre me ha llamado la atención que los españoles somos muy pudorosos a la hora de hablar de dinero, mientras que no tenemos empacho en hablar de amantes, polvos, etc. Total, si el gran hermano de Hacienda nos tiene controlados.
3. Creo que con Internet tal vez no hubieran existido los campos de exterminio. Creo creerlo al menos. Aunque recuerdo que esa opinión ni esa idea se me ocurrieron, me la comentó en Río de Janeiro el escritor Paulo Coelho, del que os recomiendo "El alquimista". Es una de las cosas de que me gustaría intercambiar gustos aquí, sobre libros. Estoy leyendo una novela muy divertida, "La cuarta mano", de Irving, editada por Tustquest.
4. Os veo inteligentemente pesimismtas en vuestras respuestas. Que no nos engañen es lo fundamental. Saber la verdad aunque sea trágica, pero a continuación no contentarse con lo que hay. En ese sentido existe un pesimismo claudicante, acomodaticio que favorece al poder. Siempre se puede hacer algo.
Y ahora, me vais a permitir que me suelte el pelo e improvise unas líneas líricas, que es lo que de verdad me gusta.
En algún lugar del planeta, un hombre comparte su tedio con un ratón. En alguna habitación inmunda, quizá en una favela de Río, una pareja copula sin reloj, sin hartazgo. Quiero sacarme de la mano una paloma vestida de entretiempo que cabalgue la noche oscura del alma y visite los puertos del otro lado del charco, del otro lado de la vida, del otro lado de la red, del otro lado, tan sólo.
Es la hora de la merienda y busco en mi corazón acelerado y bucanero presentimientos y sorpresas para compartir con mis amigos, con las amigas recientes de la red. Aquí estoy yo, en un pueblo de Málaga, de vacaciones apenas estrenadas, de bermudas, camisa de colores, sandalias y pelo corto. Aquí estoy yo pensando en mujeres que nunca tuve y en otras que se durmieron en mis brazos, en paisajes inventados por mis manos y en pinturas apenas presentidas. Aquí estoy yo, con los míos y solo, familiar y aventurero, gozoso y con un miedo difuso que me traspasa la espalda. Al otro lado del mundo, en el húmedo recibidor de una casa colonial, en la Habana Vieja o en Aracataca una mujer hecha de arrugas y sentires, de dolores y hastío piensa que es la madre de García Márquez. La mujer es tan vieja como un siglo, tiene la intensidad de una soledad que le recorre el coxis y es viuda de todos los viudos del mundo. También, claro, también, un chaval transmite su hambre, un loco su extravío, un mercenario su pieza y una prostituta su salario.