Desajuste Mental 1
SCi-Fi . Parte de Un sueño.
Se despertó de repente. Estaba empapado en sudor. Sudor frió que le corría por el cuerpo y le hacia sentir mal. La respiración entrecortada parecía decirle que algo no iba bien. Se miró entonces los brazos. Uno de los puertos colgaba de la cama, desconectado de su brazo, despilfarrando una energía que necesitaba como el respirar. Miró a su alrededor, tratando de buscar algún objeto que pudiera acercarle su fuente de alimento, su subsistencia. Sabía que si llegaba la mañana y sólo se había recargado por un puerto no podría dar ni un paso adelante, no podría ir a trabajar, y lo que es peor, sería castigado por la cantidad de energía malgastada que perdida flotaba en el aire de su habitación. Una luz iluminó por un momento la habitación. Tan sólo era una nave de patrulla, rodeando el apartamento de Brian. Por un momento, cuando vio la luz pensó que ya venían a por él, que habían descubierto su delito y lo castigarían como a los que antes lo hicieron. Solo de pensarlo se estremeció al pensar en aquellos miserables que un día fueron arrojados al núcleo del reactor, o enviados a la luna, a pasar como conejillos de indias el resto de sus días. Entonces y con gran sufrimiento por el cansancio acumulado, se puso en pie. En cuanto pisó el suelo, una luz verde intermitente se encendió en el techo, y una voz digital de mujer comenzó a torturar su cabeza.
- Las horas no dormidas, son horas no rendidas, y las horas no rendidas son horas estafadas. No estafe a su jefe. Descanse lo suficiente.
-Sisi, jodida máquina, haré lo que dices, pero antes debo enchufarme a la droga que me dais para que mañana podáis consumirme un poco más.
- Las horas no dormidas, son horas no rendidas, y las horas no rendidas son horas estafadas. No estafe a su jefe. Descanse lo suficiente.-repitió la máquina.
Brian conectó el segundo de los puertos a su brazo derecho. Se sentó en la cama únicamente para hacer callar a la voz que seguía taladrándole la cabeza con sus ideas del trabajo ideal. Me pregunto que es lo que estará haciendo ahora el señor McCallister, se dijo Brian. Seguro que el muy capuyo se está poniendo de veneno rojo hasta las orejas y encima no tiene que aguantar a ninguna máquina que le recuerde sus obligaciones. Probablemente así sería, pero era algo que nunca vería con sus propios ojos, pues su jefe, el señor McCallister dormiría ahora probablemente en una gran habitación de un hotel de Marte, mientras él dejaba pudrir su cuerpo trabajando en una explotación minera en pleno centro de Nueva Nueva York, meses después de la gran explosión Nuclear. Eran pocos los que lograron huir después de la explosión, y muchos los que murieron en ella, y más aun los que morían lentamente trabajando como Brian para una macro fundación que no tenía otro fin sino saquear el universo, sangrar planeta a planeta, devastar sus recursos para luego ir a otro y hacer lo mismo con el único fin de aumentar su poder como gran Canciller de la Tierra.
[url="http://www.elotrolado.net/showthread.php?s=&threadid=111115&perpage=10&pagenumber=1"]Hilo Original[/url]