Sueños: Sueño II - La Imaginación
Torrejón de Ardoz - Madrid. 4-Mayo-2002
Estoy en el autobús, me dirijo al instituto, es mi segundo año, me encuentro en un asiento cerca de la ventana, me gusta mirar tras el cristal, mirar afuera, a la gente caminando con sus vidas, tengo la mochila encima de mis rodillas, y la frente ladeada hacia el cristal.
Mientras veo a la gente pasar, pienso en que cada uno a de tener su propia vida, sus propios problemas, pero que la mayoría de nosotros no somos conscientes de nada más que de un universo propio, donde se alojan las personas a las que conocemos, lo que nos afecta. Aunque seguro que hay alguien ahí fuera pensando lo mismo que yo, o eso espero...
Al pensar esto, levemente sonrío, y recuerdo cuando hace unos cuatro años, jugaba con mi hermano, éramos pequeños, pero era en esos momentos en los que estábamos solos, jugando, cuando todo cambiaba, cuando disfrutábamos con esas historietas que inventábamos y creíamos, me hace ilusión recordar que cuando era más pequeño, me imaginaba grandes árboles parlantes, donde su voz era la mía, cuando un objeto cualquiera se convertía en una espada, y el mundo se tintaba de colores imposibles, de fuertes emociones que no eran más que creaciones de uno mismo, esa imaginación constante, la hecho de menos, y por ello aún de vez en cuando, vuelvo a mi mundo...me encanta fantasear y convertir la realidad en otra cosa, ser capaz de no ver gente paseando por la calle, sino tal vez por un campo, poder acariciar una planta y sentirme fuera de mi cuerpo, me gusta la idea de seguir creciendo sin perder esto, y si por alguna razón tuviera que perderlo, por lo menos, no olvidar que existió. Me considero una persona con bastante imaginación, cosa que me encanta, y me asusta perder esa inocencia que se tiene al ser un niño, esa creatividad que queda eclipsada por los deberes de una vida impuesta.
Y aún estoy en el autobús, las paradas pasan, el cielo es gris, pero no esta nublado, la gente esta en su mundo, vive lo que bien podría ser una realidad, su realidad. Una señora se acaba de sentar a mi lado, tiene el pelo corto y teñido de castaño claro, grandes pendientes blancos en las orejas y un colgante bastante contundente con cadena gruesa,- bastante simples de diseño-, lleva una chaqueta y una falda de un color rojizo, con bandas horizontales más oscuras y un gran broche en la solapa, calza unos zapatos negros, de ella destacan sus abundantes arrugas, en la frente y las manos, y una gran cantidad de maquillaje que intenta ocultar su rostro, aunque es ciertamente ineficaz, habla con su hijo por el móvil...No parece tener nada presente, nada especial, ningún tipo de sueño por cumplir, la gente de ahora solo se dedica a vivir sin pensar en que es lo que quieren, que les apetece, que desean como personas para ser felices, solo se conforman con lo que poseen, nada más, sin imaginación ni ilusión.
Hace un rato, dos paradas, que una chica entro en el autobús y se coloco frente a mi, esta de pie, me mira de vez en cuando con rostro tímido, a mi me gusta su expresión, me hace sentir bien, es morena, tiene el pelo largo y ondulado más allá de los hombros, unos grandes ojos castaños y una boca dulcemente pequeña, lleva la mochila junto a sus pies, es preciosa, me he puesto rojo al coincidir su mirada con la mía y creo que se ha dado cuenta, me gustaría poder conocerla, hablar con ella, reírnos juntos, me siento atraído por ella, de una forma totalmente pura. Es gracioso como somos, como nos sentimos, y como varían nuestras percepciones según la edad, yo quiero seguir avanzando en mi vida, ser más complejo, pero sin perder lo que fui, sin olvidar lo que pensé y creé, sin dejar de soñar despierto, sin perder la imaginación, quiero ser complejo y completo y para ello no puedo renunciar a lo vivido ni bloquear lo que viviré. La chica de enfrente me atrae, me gustaría decírselo, pero no creo que sea el momento, aunque quizás no exista otro, ¿qué hacer?...
Aunque no sea un niño viviré, no olvidaré como crear, no olvidaré como soñar con fantasías e ilusiones, con imaginación.
Ya llego a mi parada, le pido con tono suave a la mujer que me deje pasar, cojo mi mochila y me dirijo a la puerta del autobús, no sin mirar por última vez a la chica de enfrente, ella, se baja en la misma parada.