Española de nacimiento, pero de padres británicos, su nombre real es Alicia Esteve. En 2004, mediante un foro de Internet se contactó con el sobreviviente Gerry Cormacz, a quien, al parecer, no tardó en persuadir de su fábula. Al poco tiempo era una de las activistas más entusiastas de su asociación, guió al propio Rudolph Giuliani por la Zona Cero y su voz se quebró varias veces en actos conmemorativos del 11-S. Los detalles de su supuesta supervivencia, que hasta 2007 nadie quiso o pudo contrastar, estaban repletos de sentimentalismo y acotaciones extrañas.
Obsesionada con el casamiento
En sus presuntos recuerdos de cómo logró descender 78 pisos, Tania dijo en cierta ocasión que fueron “el recuerdo del vestido (de novia) y Dave” los que le dieron “fuerzas para bajar las interminables escaleras a toda prisa. Ni siquiera recuerdo cómo conseguí llegar abajo”.
Una memoria singular puesto que, a pesar de la imaginable conmoción, la cabeza de Tania sí guardó lo siguiente: “Cuando intentaba salir del laberinto de escombros y fuego, un hombre murmuró algo señalándome. Al acercarme, me tendió su mano. Estaba agonizando y era consciente de ello, porque me entregó su anillo de matrimonio. ‘Hazlo llegar a mi mujer’, me imploró. Su rostro se me ha quedado grabado”.
La evidente obsesión con el tema matrimonial la llevó a intercalar dos anécdotas sobre el asunto en su épica fantasía de supervivencia. Esto, a pesar de que describió el contexto como apocalíptico y no fue original a la hora de las metáforas: “Parecía como si King Kong hubiera venido y arrancando un trozo del edificio”. Hasta la comparación es un plagio: en la versión de 1976 de la película sobre el gigantesco simio, King Kong se sube precisamente a una de las Torres Gemelas hasta caer abatido.
Los lugares comunes no acababan allí. La versión de cómo conoció a su prometido (quien existió en verdad pero cuya familia y amigos negaron tajantemente que tuviera relación alguna con Tania) parece calcada de cualquier comedia romántica: “Todo comenzó un día lluvioso, en una acera de Manhattan. Avisté un taxi, alcé la mano y me lancé decidida a la manija de la puerta, cuando me choqué con un apuesto joven que pensaba que el chofer le había visto primero a él. No fue nada educado y tuvimos una disputa en plena calle”.
Mágicamente, siempre según Tania, “un mes después cuál fue mi sorpresa cuando, al llegar a una rutinaria reunión de trabajo, me lo encontré al otro lado de la mesa. Surgió el flechazo. Vivimos un noviazgo intenso [...] llegamos a viajar a Hawai poco antes de los atentados. Allí me pidió que nos casáramos. Acepté. Y estábamos en plenos preparativos cuando ocurrió la catástrofe”.
Por supuesto, en su versión final de cómo recupera la conciencia tras el shock también hay otro elemento que la hace quedar como una mártir: “Me dijeron que había estado en coma por las quemaduras y las heridas. Allí me anunciaron que mi prometido había fallecido. Pensé si no hubiese sido mejor quedarme yo también allí arriba”.
En septiembre de 2007, el diario The New York Times comprobó que nadie había verificado el testimonio de Tania. Y no les llevó mucho tiempo descubrir que los familiares del supuesto prometido jamás habían oído hablar de ella. Tampoco tardaron en revelar que Tania nunca había trabajado en Merrill Lynch & Company. Del otro lado del Atlántico, otro periódico –La Vanguardia de Barcelona- completó las fichas del rompecabezas: Tania se llamaba en verdad Alicia y estaba a por lo menos 6000 kilómetros del World Trade Center aquel fatídico día.
La fama que hace la felicidad
Exponente extremo de la búsqueda de fama instantánea (un signo de época, qué duda cabe), Tania, cuya historia clínica desconozco, no se quedó con un solo dólar que no le perteneciera. El círculo de víctimas con las que se rodeó jura que lo de ella nunca fue la estafa. Simplemente deseaba tener la mejor historia de supervivencia quizás imaginando que hasta el dolor tiene un ranking implícito. Por un tiempo bastante largo, lo consiguió.
Es el personaje más bizarro e increíble que dejó el 11-S. Una falsa superviviente que durante casi cuatro años engañó a todos. Llegó a presidir la asociación de víctimas y habló en varios homenajes donde se le quebraba la voz por “la emoción”.
Pero la prensa estadounidense aún no sabía la historia de Tania Head. Una pena. Porque tenía condimentos cinematográficos ideales para cocinar un “docu-reality” y repetirlo hasta el hartazgo de costa a costa. Tania había sido rescatada del piso 78 de la Torre Sur por el joven bombero Welles Remy Crowther e integraba el afortunado grupo de diecinueve personas que lograron sobrevivir pese a estar en un piso superior al impacto del avión.
Además, la historia de Tania contenía otro dato que aumentaba su dosis de dramatismo: ella estaba a punto de casarse con Dave, un empleado de Marsh & McLennan que casualmente trabajaba en el piso 100 de la otra torre… y que tuvo mucho menos suerte que ella. “Pensé en el vestido blanco que tenía elegido y aquello me dio fuerzas”, declaró Tania graficando con cursilería el peor momento de su vida.
Su propio guión
Llegados a este punto, debemos decir que la mayor suerte de Tania Head fue que le creyeran. No sólo los medios estadounidenses sino también el alcalde de Nueva York (con quien aparece en la foto) y los (auténticos) sobrevivientes que la designaron presidenta de la Survivors Network del World Trade Center.
Tania, cuyo fraude salió a la luz en 2007, no sólo fingió haber estado en el lugar de la tragedia —inventó relatos de ese momento varias veces— sino que llegó a compartir una cena con los padres del hombre que supuestamente la había rescatado. Él si había existido.
http://andresbacigalupo.wordpress.com/t ... ia-esteve/Carcel o Manicomio?