En la carretera 32, cerca de Groß Döhren, Baja Sajonia (Alemania) el tráfico había quedado obstruido: un pobre tejón yacía en la carretera. Aparentemente muerto, las autoridades tuvieron que personarse en ese punto de la vía para retirar el cadáver del infortunado animal, seguramente víctima de algún conductor desalmado con un déficit de amor hacia las criaturas de la Sagrada patria alemana.
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Sin embargo, uno de los agentes encargados de la recogida de la bestezuela advirtió que no estaba aplastada por ningún neumático ni tenía contusión alguna. Era más: lo único inusual era que respiraba pesadamente, como si durmiera. Pero… ¿qué tejón sería lo suficientemente temerario como para echarse un sueñecito en mitad de la carretera?
La duda planeaba sobre la cabeza de los eficientes operarios cuando el bicho se despertó y, en vez de salir corriendo ante los extraños, se los quedó mirando con una inusual expresión.
1. El pobre bicho estuvo comiendo cerezas fermentadas caídas de un árbol próximo (con el correspondiente contenido de alcohol).
2. El tejón dio por casualidad con un bote de guindas al marrasquino y se pilló la cogorza del siglo tras comérselas todas.
Por cierto, no os preocupéis por el animal. Los agentes le vieron subirse a un sauce a terminar de dormir la mona.
Un saludo...
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