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El trabajo fijo está sobrevalorado. O esa reflexión se puede desprender del ERE masivo que ha puesto en marcha Telemadrid. Todos los medios están analizando los más de 800 despidos que han sufrido los empleados de la televisión pública madrileña. La causa oficiosa de este colosal recorte es que la cadena no puede hacer frente a tantos puestos de trabajo.
Pero, paradójicamente, una televisión no puede realizarse sin camarógrafos, realizadores, mezcladores, sonidistas, productores o redactores. Tampoco sin peluqueros, ni maquilladores. La dirección de la cadena ha reducido drásticamente todos los puestos. Sin ellos es imposible que una televisión emita.
En cambio, los 41 directivos de la empresa se mantienen intactos. Los mismos jefes para un 77,5% menos de trabajadores. Sobreviven los responsables que han zambullido a la autonómica en esta terrible situación. Con sus decisiones, terminaron con la esencia de una cadena que los madrileños sentían cercana y terminó transformada en feudo de los amigos del gobierno de Esperanza Aguirre. De esta forma, la emisora derrumbó su audiencia hasta pasar desapercibida por los públicos mayoritarios. En definitiva, Madrid dejó de sentir suya esta televisión.
¿”Un trabajo para toda la vida”?
Aunque lo más inverosímil de esta situación es que, tras la marcha forzada de 861 trabajadores, Telemadrid ahora tiene que contratar a una empresa privada para poder seguir emitiendo. 29 millones de euros se destinarán para la contratación de “servicios exteriores”. La primera agraciada: Telefónica, que llevará las riendas técnicas del ente regional los dos próximos meses. Una decisión que desvela que el Expediente de Regulación de Empleo (ERE) ha sido desmedido.
Más aún, cuando gran parte de los empleados de Telemadrid consiguieron su empleo gracias a un examen público. De hecho, estos trabajadores vieron como su plaza se publicaba en el Bolentín Oficial de la Comunidad de Madrid. Habían aprobado una oposición, habían logrado un “trabajo para toda la vida” a base de preparación y esfuerzo. Y esto es lo más terrible, porque la plantilla de Telemadrid estaba sobredimensionada, sí, pero gran parte de sus profesionales, que son aún necesarios para su emisión, ganaron su puesto por méritos propios.
El ERE de Telemadrid deja en entredicho el valor del esfuerzo para encontrar un trabajo estable a través de un complicado examen público, pues manifesta decisiones políticas que parecen querer fomentar todo lo contrario: la inestabilidad que hace más vulnerable al trabajador sin padrino. El talento ya no es tendencia.