TESTIGO INERTE.
Testigo inmóvil de mis desvaríos,
pétreo fósil de prepotente mirada,
que no perdona atisbo de lujuria.
Eres mi imagen perfecta,
a veces cruel y despiadado,
de inquisidora mirada.
Dantesco narrador de recuerdos,
que flotan entre realidad y sueño,
nómada frustrado, amargado,
irresoluto, ebrio de imposibles quimeras,
amplificador de virtudes propias,
o defectos ajenos.
A tu favor tienes:
que no cambiarás el mundo,
por desgracia,
¡Ni siquiera a ti mismo!