› Foros › Nintendo Switch › Juegos
CyberNoise escribió:Si quieres volar utiliza las físicas
https://www.youtube.com/watch?v=qUL7Pr8oDG4
La posibilidades que vamos tener en este juego...
En el mismo canal del video hay muchos videos de gameplays. Si no quereis ver más de la cuenta por spoilers... estáis avisados, aunque tampoco spoilea nada que no sean temas jugables y de posibilidades con el juego. Si no queréis ver estancias o lugares del mapa no miréis.
alexferrol escribió:Acabo de ver en otro foro que los amiibo de link arquero y link a caballo proporcionarán objetos (arco y espada respectivamente).
Estoy desde el móvil así que no puedo subir nada.
chufirulo escribió:alexferrol escribió:Acabo de ver en otro foro que los amiibo de link arquero y link a caballo proporcionarán objetos (arco y espada respectivamente).
Estoy desde el móvil así que no puedo subir nada.
Pero entiendo que seran caballo y arco con algun motivo o algo asi, a ver si los que no compramos los putos amiibos nos vamos a quedar sin poder montar a caballo o usar el arco...
chufirulo escribió:Pero entiendo que seran caballo y arco con algun motivo o algo asi, a ver si los que no compramos los putos amiibos nos vamos a quedar sin poder montar a caballo o usar el arco...
Sionis escribió:chufirulo escribió:alexferrol escribió:Acabo de ver en otro foro que los amiibo de link arquero y link a caballo proporcionarán objetos (arco y espada respectivamente).
Estoy desde el móvil así que no puedo subir nada.
Pero entiendo que seran caballo y arco con algun motivo o algo asi, a ver si los que no compramos los putos amiibos nos vamos a quedar sin poder montar a caballo o usar el arco...
Se viene Epona en forma de DLC-amiibo
chufirulo escribió:alexferrol escribió:Acabo de ver en otro foro que los amiibo de link arquero y link a caballo proporcionarán objetos (arco y espada respectivamente).
Estoy desde el móvil así que no puedo subir nada.
Pero entiendo que seran caballo y arco con algun motivo o algo asi, a ver si los que no compramos los putos amiibos nos vamos a quedar sin poder montar a caballo o usar el arco...
Raul643 escribió:Sionis escribió:chufirulo escribió:Pero entiendo que seran caballo y arco con algun motivo o algo asi, a ver si los que no compramos los putos amiibos nos vamos a quedar sin poder montar a caballo o usar el arco...
Se viene Epona en forma de DLC-amiibo
Yo también veo muy posible que Epona se consiga con algún amiibo
Grinch escribió:@ark83 http://www.xtralife.es/otros/figura-ami ... elda/23140
Grinch escribió:@ark83 http://www.xtralife.es/otros/figura-ami ... elda/23140
barralta escribió:Raul643 escribió:Sionis escribió:
Se viene Epona en forma de DLC-amiibo
Yo también veo muy posible que Epona se consiga con algún amiibo
No fastidies! Espero que no
Hisomaru escribió:Me han pasado este enlace que revela las funciones de los amiibo de Link arquero y Link jinete:
https://www.youtube.com/watch?v=3cQWE4ChII4
No es nada de gameplay, es la explicación de lo que supongo que es la parte trasera de la caja del amiibo en cuestión.
Grinch escribió:Lo del caballo si es cierto el amiibo simplemente sera una skin de caballo o tener el caballo un poco antes.
Lo del arco lo mismo te da un carcaj con 5 flechas mas
vamos cosas asi.
eloy_88 escribió:En el Twitter de Nintendo France, Eiji Aonuma ha confirmado que las vestimentas verdes de Link aparecerán en el juego. Misterio resuelto.
docobo escribió:hay un amiibo con forma de [start], sin el no puedes empezar a jugar
Algunos parece que estáis para desinformar
superfenix2020 escribió:Aonuma desvela los juegos a los que ha jugado en los últimos tiempos para buscar la inspiración necesaria para crear esta nueva aventura.
Far Cry 4, The Witcher 3, Skyrim y The Last Guardian ( El sucesor de ICO y Shadow of the Colossus), entre otros.
...y yo que pensaba que los programadores de Nintendo no jugaban a otros juegos de la competencia, ni cogían ideas de otros juegos....
Grinch escribió:@mepirulo era ejemplos de lo que podria dar. Y me referia que alo mejor podrias conseguirlo antes o seria una skin. No que o tienes el amiibo o no tienes caballo como se dicen por aqui.
Vamos que eran ejemplos. Y si es una bolsa pues lo dicho no iba desencaminado con los ejemplos que he dado
mepirulo escribió:Grinch escribió:@mepirulo era ejemplos de lo que podria dar. Y me referia que alo mejor podrias conseguirlo antes o seria una skin. No que o tienes el amiibo o no tienes caballo como se dicen por aqui.
Vamos que eran ejemplos. Y si es una bolsa pues lo dicho no iba desencaminado con los ejemplos que he dado
Lo decía en general, es que hemos saltado de: "Dan una bolsa para el caballo con el amíibo" (la realidad) a "Epona se desploquea con el amiibo" en una página.
superfenix2020 escribió:Aonuma desvela los juegos a los que ha jugado en los últimos tiempos para buscar la inspiración necesaria para crear esta nueva aventura.
Far Cry 4, The Witcher 3, Skyrim y The Last Guardian ( El sucesor de ICO y Shadow of the Colossus), entre otros.
...y yo que pensaba que los programadores de Nintendo no jugaban a otros juegos de la competencia, ni cogían ideas de otros juegos....
Link se incorporó con un fatigoso quejido y se frotó los ojos con las palmas de las manos. Habría sido un sueño perfecto si Luchta no le hubiera despertado con la amabilidad que le caracterizaba. Pero el tabernero no entendía de educación alguna, y siempre prefería poner una mano por delante cuando el tiempo le apremiaba. Luchta era el responsable de la caballeriza del Rey de Hyrule, además de ser el responsable de cocina de la única posada que abría sus puertas todas las noches dentro de los muros de la ciudad (aunque la comida era tan mala como cara). Link, en cambio, no sólo era el chico para todo a cargo del tabernero, sino, además, el foco donde descargaba todos sus berrinches y reproches.
Link odiaba su trabajo. Hubo un tiempo, objetivamente tan sólo unos pocos años atrás, pero una eternidad a su percepción temporal, en que no fue así. En realidad, no era que odiara sus quehaceres, ya que se entregaba a ellos con renovado esfuerzo día a día, como si la misma Princesa Zelda le hubiese comisionado dichas tareas. Más bien, detestaba lo que tenía que aguantar por ellas. No era la primera vez que Luchta le gritaba. A decir verdad, Link ya estaba acostumbrado a la manera despectiva e insolente con que le trataba el viejo Luchta, así como a sus continuos maltratos.
Por fin se puso en pie y se lavó la cara en el cuenco de agua que le servía para asearse. Para su disgusto, notó cómo un dolor punzante se apoderaba de sus riñones, y es que un tablón de madera forrado de paja no era precisamente el mejor lugar donde dormir. Sí lo era de cierta manera, por el hecho de que su cuarto se encontraba en el extremo opuesto de los aposentos de Luchta, de modo que no tenía que aguantar su mal humor las veinticuatro horas del día. Su habitación, más bien el techo de un granero abuhardillado cuyas maderas ya crujían por los muchos años, era el único lugar de reposo para el joven Link. Incluso, le sobraba espacio. La buhardilla estaba llena de cacharros viejos, ajados y sin mucho uso que Luchta apilaba cuando, rara vez, dada su tacañería, compraba platos, vasos o jarras nuevas, pero sus pertenencias eran tan pocas que cualquier pequeño rincón le servía para almacenarlas todas: unas ropas viejas, un par de zapatos, su cincho y una manta para los meses de invierno.
Cuando se hubo lavado la cara y atusado sus desaliñados cabellos rubios, se enfundó la ropa de faena y abrió con cautela la puerta que daba al pasillo y las escaleras. Respiró aliviado cuando no encontró ni rastro Luchta.
Aunque no por mucho tiempo.
Luchta le esperaba en la esquina derecha del pasillo, entre las sombras que acurrucaban los rincones de la casa. Link abrió los ojos de espanto cuando éste le lanzó una patada, dirigida a su trasero. Si le hubiera alcanzado, habría bajado las escaleras rodando y rebotando como una pelota de goma.
La sombra que envolvía la casa ésta mañana parecía conferir al viejo Luchta un aspecto más lúgubre que de costumbre. Luchta era un hombrecillo frágil y ya muy entrado en años, de escasos pelos canosos y ojos profundos y negros. En su rostro, además de una socarrona mueca de despecho y orgullo, podían apreciarse un sin número de arrugas, y su cuerpo era tan delgado que más de una vez Link se había preguntado cómo era posible que siguiera de una pieza por tantos años. Conocía a Luchta desde que tenía conciencia de sí mismo, y ya había olvidado cuando fue la primera vez que puso sus manos y su tiempo al servicio del posadero.
- ¡Holgazán! – gritó Luchta, echando espuma por la boca de la rabia -. ¡Una hora y media tarde! Ésta noche me lo pagarás quedándote a trabajar hasta la madrugada.
Si había algo que Luchta no toleraba y que, como consecuencia, le ponía de un terrible mal humor, era la pérdida de su dinero. Y cualquier motivo que amenazara ligeramente su no tan humilde cuenta de ahorros, le bastaba para ponerse hecho una furia y descargar su odio sobre el chico. Link frunció el ceño y le lanzó una furibunda mirada.
- Pero ya las limpié ayer – replicó él.
- ¡Mejor! – contestó Luchta, ahora con una maliciosa sonrisa en sus estrechos labios -. Así lo pensarás dos veces antes de llegar tarde a los establos del Rey. Además, si te sobra tiempo – añadió, haciendo un gesto burlón con la mano -, podrás lavar todos los cacharros que se usen hoy en la gran cena.
Link le miró, perplejo.
- ¡No me mires así! Si no recuerdas que hoy es el cumpleaños de la Princesa Zelda, es tu problema. Bastante tengo yo con estar encima de ti para que cumplas con tu trabajo como para recordarte las fechas importantes.
No era que Link lo hubiera olvidado. Sabía, y de sobra, que hoy era el cumpleaños de la Princesa. Pero esa última frase de Luchta le había dado esperanzas de que, por fin, tendría la oportunidad de entrar en el castillo. Y quien sabe, ¡lo mismo podría ver a Zelda en persona!
- ¿Quieres decir que el mismo Rey te ha elegido para hacer gala de tus dotes culinarias? – le espetó Link. Su tono burlón no pasó desapercibido a Luchta. Éste le miró con porfía y levantó una mano, amenazante, pero se retrajo enseguida.
- Así es, - añadió tras una pausa-. Y espero que estés listo para cuando anochezca. Ahora vete, quiero esos establos tan limpios que pueda verme la cara en los adoquines.
Cuando Link salió al estrecho callejón, se dio cuenta del hambre que tenía. No era la primera vez que marchaba a trabajar con el estómago vacío. Sin embargo, le era preferible pasar hambre a ver la aborrecible cara de Luchta cuando echaba mano de la despensa en busca de un buen desayuno. Link agitó la cabeza y se apretó el estómago con fuerza para seguir su camino.
La noche anterior había llovido, y entre las fisuras del adoquinado se habían formado minúsculos e incontables riachuelos de agua que reflejaban el Sol como un enorme espejo. Lejos, en la distancia, envuelto por la vaporosa bruma del alba, podían verse las torres y almenas del poderoso castillo de la Gran Ciudad. Era una vista inigualable, aunque se encontraba, de hecho, casi a las afueras de la muralla.
La Gran Ciudad de Hyrule, en contra de todos los rumores y conjeturas que circulaban debido a las malas lenguas, no era una ciudad de oro y plata, ni tan siquiera era una ciudad grande. Más bien todo lo contrario. Cualquiera que se hubiera creído esos barruntos se habría llevado una terrible decepción al llegar a ésta parte de Hyrule y encontrarse con una ciudad para la cual los años no pasaban en balde. Siempre podían encontrarse desperfectos aquí y allá, y en algunas localizaciones, especialmente aquellas que lindaban cerca del Templo del Tiempo, era fácil apreciar algún ladrillo que se dejaba ver por los innumerables descorchados de las paredes. Sin embargo, había algo mágico en ésta ciudad. Algo que era imperceptible a simple vista, pero que latía como un corazón vivo y que podía respirarse en el aire. Era el aroma a leyendas, a viejas leyendas de los héroes del pasado. Era algo especial, apenas perceptible, pero que a Link le maravillaba. ¿Quien no querría ser como el Legendario Héroe del Tiempo y combatir a la maldad con la mítica Espada Maestra? Ese era su mayor sueño y, sin embargo, el destino lo había querido de otra manera. Se habían perdido las viejas costumbres, como cantar a la luz del fuego las gestas del Héroe de la antigüedad, y la época dorada de Hyrule había pasado hacía ya unos cuantos lustros. Había pocos, muy pocos, que aún rememoraban aquella época de batallas, de mitos y leyendas, y que aún rendían pleitesía a las fábulas que ahora sólo podían encontrarse en la biblioteca Real. Link era uno de esos muchachos.
La vida comenzaba a despertar en la Gran Ciudad. Desde uno u otro rincón ya llegaban a sus oídos los primeros murmullos que provenían de las aglutinaciones de gente, así como las voces de los mercaderes, solapadas por el piafar de los caballos que retumbaban por entre el enladrillado de las calles. Sin embargo, desde hacía unos días atrás, la vida de la Gran Ciudad había menguado considerablemente, como si una misteriosa sensación de profunda extrañeza se hiciera hueco en medio de cada plaza, de cada calle y de cada esquina, que no sólo robaba el pulso de vida a la ciudad, sino también algo de energía vital a sus habitantes. Cosa rara, cuando la verdadera vida en la Gran Ciudad comenzaba varias horas antes del amanecer.
La ciudadela de Hyrule, al contrario de lo que sucedía con poblaciones vecinas, era una ciudad orientada al comercio, en vez de a la guerra u otro tipo de actividades. Sí es verdad que, como todas las ciudades coetáneas, tenía un ejército, pero éste no era tan grande como se esperaba de una ciudad de dicho renombre, aunque tampoco era tan pequeño como pudo haber sido. En los tiempos que corrían tampoco era estrictamente necesaria la posesión de un ejército para proteger los muros de la ciudad; hacía ya unos cuantos siglos que no había una guerra seria desde la famosa Guerra del Encarcelamiento, y la próxima aún no se preveía.
Link tomó la primera avenida a mano derecha y se encaminó, casi a trote, hacia el castillo de Luthern III, rey de todo Hyrule. No exactamente hacia el castillo en sí, sino más bien, como cada día, a los establos. La avenida principal era un fiel reflejo de la antigua gloria que, en su día, debió manifestar la Gran Ciudad de Hyrule. En cada estucado, en cada baldosa e incluso en cada piedra ligeramente a la vista podían apreciarse los minuciosos detalles que hicieron grande a la ciudad en cuanto a diseño y arquitectura, tales como grabados de la sagrada Trifuerza, las bases de la prominencia de todo el reino de Hyrule. Además, la calle estaba orientada directamente hacia el castillo, lo que en ésta mañana, con los colores casi extrañamente equivocados de aquel cielo, dotaban al paisaje de una belleza singular.
Gustó con cierta desaprobación que el camino hacia los establos no estaba siendo del todo tan tranquilo como debiera ser. Al contrario que en los pasados días, un incierto alboroto embotaba sus oídos, había más caballeros reales en las entradas principales como era de costumbre, y pronto empezaban a decorar los farolillos de las avenidas con banderas e insignias de los colores vecinos. La actividad dentro del castillo también parecía notarse en la distancia. El rey y la corte no eran tempraneros en lo tocante a realizar las actividades del día, pero hoy parecía haberse acelerado el ritmo cardíaco de Hyrule. Link no tardó mucho en comprenderlo. Había visita. Algún emisario, quizás algún Zora o Goron importante que, debido a la fiesta local dado el cumpleaños de la Princesa Zelda, quisiera obsequiar a la homenajeada con algún fabuloso presente. Quien sabe, lo mismo, como últimamente sucedía, y más que seguiría dándose el caso, quizás cupiera la posibilidad de que esa visita tan importante fuera otro pretendiente para la princesa. En opinión de Link, otro completo idiota sin modales ni clase que hacía gala de la más elegante fanfarronería.
Cuando casi hubo llegado al establo, se detuvo en el entrecruzado de una de las callejuelas para contemplar la magnificencia del Templo del Tiempo. Con respecto a la catedral, se podrían escribir mares de letras relativas a la geografía y a la intrincada composición de su arquitectura, pero lo verdaderamente reseñable eran los innumerables relatos, narraciones y leyendas de las que hacían gala cada centímetro de la porosa piedra. Desde lo más misterioso y oscuro hasta lo puramente hermoso, el Templo del Tiempo era una obra maestra arquitectónica que parecía haberse detenido en el tiempo. El simbolismo místico de la Trifuerza sobresalía de la estructura ante la indiferencia de la gente que parecía obviarlo, como dando por sentada la presencia de los siglos pasados. La procedencia del espléndido templo estaba tan perdida en la bruma del pasado que se desconocía su verdadero origen. El retablo de la Trifuerza era de origen flamígero, y estaba encuadrado en un gótico casi perfecto. Sus espectaculares dimensiones y la riqueza de sus capillas y techos abovedados sobrecogía el corazón de Link tanto como el de cualquiera, y se preguntó si alguna vez había estado frente a un edificio semejante. El Templo del Tiempo era el corazón espiritual y sede del primado del Consejo de los Siete, y el largo período de construcción explicaba la exuberante gama de estilos arquitectónicos reunidos tanto en la fachada como en las bóvedas interiores, que iban desde el plateresco hasta el gótico más ambiguo. La girola era de una apariencia hermosísima, con arcos entrecruzados que se fundían en una perfecta simetría, y permitía la fluidez necesaria para que peregrinos de toda procedencia de Hyrule venerasen las sagradas reliquias del templo, así como las ceremonias que se pudiesen estar oficiando. A lo largo del claustro se distribuían los diferentes pandas y remataban en cabecera con una magnífica doble girola, continuación de los salones laterales y de la hermosísima Puerta del Tiempo. La complejidad del altar central que se alzaba en la nave principal era de lo más sobresaliente, por lo original de la solución, y los muros semicirculares de ambos lados abovedaban los tramos irregulares consecuencia de la curva de la girola. Los arcos poli-lobulados se entrecruzaban con el triforio de la capilla central, y acentuaban el pórtico de la entrada de doble hoja. Link no entendía mucho de tecnicismo en lo referente a la arquitectura, pero el exotismo de la catedral no pasaba desapercibido para nadie.
En el establo todo seguía igual que el día anterior. El rastrillo, los sacos de forraje y diversas hiervas y el gris y mugriento trapo con el que Link fregaba cada tramo de suelo, cada balcón y cada clavija estaban en el mismo lugar. Al fondo estaban, colgados de unas anillas, las colleras, los fardos y las albardas porta cargas, y en otro rincón los demás aparejos necesarios para el ensillo del caballo. A cada lado, los comederos estaban vacíos, y los animales empezaban a resoplar nerviosamente esperando su porción de pienso y heno. Más le valdría espabilarse y limpiar hasta la última espuela antes del atardecer, si no quería acabar sin cena y echando horas hasta bien entrada la madrugada.
Le llamó la atención, como otras tantas veces, el animal que se encontraba al fondo de la cuadra. Era un perfecto ejemplar, hermoso y robusto, de piel cobriza y crines blancas. Además, era una hembra preciosa. Había visto crecer al caballo desde que era bien jovencito, incluso se había tomado la libertad de ponerle el nombre de Epona. Desconocía al dueño, pero él se había imaginado no pocas veces cabalgando sobre sus lomos, participando en las justas que se celebraban muy de vez en cuando en el campo de Hyrule y luchando en la cruzada de desterrar a las tinieblas con una mítica espada y unas ropas verdes. El destino lo quiso de otra manera.
2
No supo cuanto tiempo hubo transcurrido, pero cuando Link echó la vista al exterior se sorprendió de que no fuese todavía de noche. El sordo alboroto de la mañana y el medio día se había tornado en un murmullo algo más sutil, como más quedo y apagado, que se alejaba del núcleo de la ciudad merced de las últimas horas de la tarde. La claridad había cedido su lugar testimonialmente al crepúsculo, y los colores anaranjados y violetas del cielo se desplazaban en flecos entrelazados hacia el oeste, desdibujando los contornos que se perdían en el horizonte y dejando la ciudad en una casi absoluta penumbra. Poco después, ya apenas se oía ningún sonido que no fuera el del restriego del trapo por los últimos ollares.
Link se levantó echando mano a sus doloridas lumbares. Apenas había probado bocado y, cuando se incorporó a lavarse las manos y beber de la fuente, su estómago protestó audiblemente. Le dolían las manos y los codos, y un sudor gélido se le colaba entre la camisa, de modo que empezó a tiritar de frío. ¿Cuanto tiempo había pasado en mangas de camisa a la intemperie?
El sonido de unos pequeños y gráciles pasos le arrancó de sus pensamientos. Dio un respingo y volvió la mirada hacia la entrada del establo, pero allí no había nadie. Sin embargo, podía oír una respiración queda y acompasada, como una presencia incorpórea que acechaba en cualquier esquina y que no dejaba de ser menos amenazante.
- Vos debéis ser Link – dijo una voz. ¿Era su imaginación, o le pareció descubrir tras esa voz de mujer un tono hostil?
- ¿Y qué si lo soy? – respondió Link, ceñudo, agarrando con disimulo el espetón más cercano -. ¡Sal de tu escondrijo!
Una sombra pareció materializarse en el rincón más retirado, tomando una forma femenina envuelta en un manto gris. A Link casi le dio un vuelco el corazón, pero se recompuso enseguida y adoptó una pose defensiva.
- No debes temerme, joven – musitó la mujer, ahora retirándose la capucha de la capa.
Link la observó con inusitada curiosidad. La primera impresión se había evaporado en un instante, y ya no quedaba ni rastro de ningún tipo de sensación de amenaza. Más bien todo lo contrario. El velo de inquebrantable fuerza y seguridad que envolvía a esa mujer parecía palparse en el aire, y le había otorgado al espontaneo (o no tan espontaneo) encuentro una calidez poco común. Sus rasgos eran duros y, al mismo tiempo, tan elegantes como las curvas de su cuerpo, y sus ojos negros y rasgados le conferían el aspecto de un felino. Su cabello le caía en perfecta simetría hasta los omóplatos. Una fina y prolongada cicatriz atravesaba su rostro de derecha a izquierda, y aun así, para su sorpresa, sentía en ella una sensualidad que pocas veces había visto en una mujer. No sabía explicar qué había en su mirada, pero algo le atravesó el corazón. ¿No era eso un extraño sentimiento de familiaridad? En un brevísimo espacio de tiempo se examinó hacia adentro sin aparente éxito, pero con el resquicio de un sentimiento encontrado.
- Cuando halláis terminado de observarme proseguiré con mis explicaciones – dijo ella, ahora más seria -. Aunque si lo prefieres podemos quedarnos aquí callados toda la noche, tengo todo el tiempo del mundo.
Link se mordió el labio y se tragó la punzante respuesta que tenía preparada. Era la voz de una mujer acostumbrada a dar órdenes.
- Como prefieras. ¿Quien eres y qué quieres de mí?
- Sólo soy un mensajero, y lo que tengo que deciros es de suma importancia. ¿No hay otro lugar más apartado donde poder charlar?
Link miró con una mueca a su alrededor.
- Como ves... no existen en Hyrule muchos lugares donde mantener una buena conversación – dijo, señalando con la mirada afuera -. A la gente le gusta escuchar tanto más que hablar, y al poco todo se sabe.
- Lo que tengo que decir es sólo para vos – respondió. Dio un paso al frente y se cercioró de que en la calle no había nadie que pudiera escuchar.
- ¿Y a qué viene tanto misterio?
- Mi señora quiere hablar con vos. A solas.
Link calló. Esa mujer parecía medir cada una de sus palabras con una precisión matemática.
- Bien, pero antes quiero respuestas – respondió Link, mordaz-. ¿Quien eres y quien es “tu señora”?
- Ésta noche, después de la cena en el castillo, vendré a buscaros a éste mismo lugar. Entonces tendrás todas las respuestas que quieras.
Diciendo esto, dio media vuelta y se dispuso a marcharse, fundiéndose de nuevo entre las sombras por las que había llegado. Link fue más rápido y, dando una zancada, la agarró del antebrazo con suavidad pero con firmeza, y la obligó a detenerse.
- No tan rápido. ¿Pretendes que confíe en ti y que acuda luego así, sin más? Debes de ser muy ingenua.
Una débil y maliciosa sonrisa se dibujó en los labios de aquella mujer, que ya había apartado la mano de Link de un manotazo. A corta distancia, sus sinuosos rasgos faciales parecían cobrar vida propia y dotarla de un aspecto mucho más místico, como de otro mundo, un mundo de sombras y misterios del cual los mortales debían de mantenerse al margen. Link se fijó, no sin asombro, en los bordados y ribetes de su capucha. Brocado en finos y minúsculos filamentos, las hebras formaban un ojo, una pupila cuyas pestañas parecían tres puñales y que parecían verlo y discernirlo todo. Una lagrima colgaba del iris y se perdía entre una de las muchas sombras grises que surcaban su cuerpo.
- Acertáis en vuestros pensamientos, Link – dijo con una mueca que bien pudo significar una sonrisa como todo lo contrario -. Soy una Sheikah. Y como te dije, obtendrás todas las respuestas que necesites, pero no ahora.
Un resplandor lo cegó por completo cuando la mujer arrojó algo redondo y marrón contra el suelo. Link se quedó estupefacto. ¿No hacían más de mil años que los Sheikah habían desaparecido?
En la tercera imagen sale un símbolo sobre la temperatura que nunca había visto ¿Qué significa?
Lanza Divina escribió:Nuevas capturas direct feed (capturadas desde la consola) con la mejor calidad posible.
http://i.imgur.com/4X5zAas.png
http://i.imgur.com/CZdOkhp.png
http://i.imgur.com/n3pN2jE.png
http://i.imgur.com/vRUgYYf.png
http://i.imgur.com/iKBVwK9.png
http://i.imgur.com/kLb1FYH.png
http://i.imgur.com/R9jdrCO.png
http://i.imgur.com/ouEcgBj.png
http://i.imgur.com/J3E0Fyk.png
http://i.imgur.com/tuUwV8x.png
http://i.imgur.com/rfyheF7.png
http://i.imgur.com/rZ2DEFs.png
http://i.imgur.com/gaiz8n7.png
http://i.imgur.com/tka5Aah.png
http://i.imgur.com/SqVm006.png
http://i.imgur.com/wuLDCTu.png
http://i.imgur.com/lEzDVWM.png
http://i.imgur.com/WOKBXBU.png
http://i.imgur.com/Yzf9hXy.png
http://i.imgur.com/GNuaOC9.png
SPOILER
http://i.imgur.com/szZAGwv.png
No me deja poner imagenes, asi que ajo y agua.
Hisomaru escribió:@Grinch no debí mirar las imágenes ><, el ultimo spoiler que abro ^^. Ya que lo he hecho…En la tercera imagen sale un símbolo sobre la temperatura que nunca había visto ¿Qué significa?
Me refiero al símbolo que hay encima del termómetro, ese ya se para que sirve ^^
superfenix2020 escribió:Aonuma desvela los juegos a los que ha jugado en los últimos tiempos para buscar la inspiración necesaria para crear esta nueva aventura.
Far Cry 4, The Witcher 3, Skyrim y The Last Guardian ( El sucesor de ICO y Shadow of the Colossus), entre otros.
...y yo que pensaba que los programadores de Nintendo no jugaban a otros juegos de la competencia, ni cogían ideas de otros juegos....
LanzaTM escribió:No sé si os gusta leer, pero si es así, aquí os dejo algo que seguramente disfrutéis mucho.
LA LEYENDA DE ZELDALink se incorporó con un fatigoso quejido y se frotó los ojos con las palmas de las manos. Habría sido un sueño perfecto si Luchta no le hubiera despertado con la amabilidad que le caracterizaba. Pero el tabernero no entendía de educación alguna, y siempre prefería poner una mano por delante cuando el tiempo le apremiaba. Luchta era el responsable de la caballeriza del Rey de Hyrule, además de ser el responsable de cocina de la única posada que abría sus puertas todas las noches dentro de los muros de la ciudad (aunque la comida era tan mala como cara). Link, en cambio, no sólo era el chico para todo a cargo del tabernero, sino, además, el foco donde descargaba todos sus berrinches y reproches.
Link odiaba su trabajo. Hubo un tiempo, objetivamente tan sólo unos pocos años atrás, pero una eternidad a su percepción temporal, en que no fue así. En realidad, no era que odiara sus quehaceres, ya que se entregaba a ellos con renovado esfuerzo día a día, como si la misma Princesa Zelda le hubiese comisionado dichas tareas. Más bien, detestaba lo que tenía que aguantar por ellas. No era la primera vez que Luchta le gritaba. A decir verdad, Link ya estaba acostumbrado a la manera despectiva e insolente con que le trataba el viejo Luchta, así como a sus continuos maltratos.
Por fin se puso en pie y se lavó la cara en el cuenco de agua que le servía para asearse. Para su disgusto, notó cómo un dolor punzante se apoderaba de sus riñones, y es que un tablón de madera forrado de paja no era precisamente el mejor lugar donde dormir. Sí lo era de cierta manera, por el hecho de que su cuarto se encontraba en el extremo opuesto de los aposentos de Luchta, de modo que no tenía que aguantar su mal humor las veinticuatro horas del día. Su habitación, más bien el techo de un granero abuhardillado cuyas maderas ya crujían por los muchos años, era el único lugar de reposo para el joven Link. Incluso, le sobraba espacio. La buhardilla estaba llena de cacharros viejos, ajados y sin mucho uso que Luchta apilaba cuando, rara vez, dada su tacañería, compraba platos, vasos o jarras nuevas, pero sus pertenencias eran tan pocas que cualquier pequeño rincón le servía para almacenarlas todas: unas ropas viejas, un par de zapatos, su cincho y una manta para los meses de invierno.
Cuando se hubo lavado la cara y atusado sus desaliñados cabellos rubios, se enfundó la ropa de faena y abrió con cautela la puerta que daba al pasillo y las escaleras. Respiró aliviado cuando no encontró ni rastro Luchta.
Aunque no por mucho tiempo.
Luchta le esperaba en la esquina derecha del pasillo, entre las sombras que acurrucaban los rincones de la casa. Link abrió los ojos de espanto cuando éste le lanzó una patada, dirigida a su trasero. Si le hubiera alcanzado, habría bajado las escaleras rodando y rebotando como una pelota de goma.
La sombra que envolvía la casa ésta mañana parecía conferir al viejo Luchta un aspecto más lúgubre que de costumbre. Luchta era un hombrecillo frágil y ya muy entrado en años, de escasos pelos canosos y ojos profundos y negros. En su rostro, además de una socarrona mueca de despecho y orgullo, podían apreciarse un sin número de arrugas, y su cuerpo era tan delgado que más de una vez Link se había preguntado cómo era posible que siguiera de una pieza por tantos años. Conocía a Luchta desde que tenía conciencia de sí mismo, y ya había olvidado cuando fue la primera vez que puso sus manos y su tiempo al servicio del posadero.
- ¡Holgazán! – gritó Luchta, echando espuma por la boca de la rabia -. ¡Una hora y media tarde! Ésta noche me lo pagarás quedándote a trabajar hasta la madrugada.
Si había algo que Luchta no toleraba y que, como consecuencia, le ponía de un terrible mal humor, era la pérdida de su dinero. Y cualquier motivo que amenazara ligeramente su no tan humilde cuenta de ahorros, le bastaba para ponerse hecho una furia y descargar su odio sobre el chico. Link frunció el ceño y le lanzó una furibunda mirada.
- Pero ya las limpié ayer – replicó él.
- ¡Mejor! – contestó Luchta, ahora con una maliciosa sonrisa en sus estrechos labios -. Así lo pensarás dos veces antes de llegar tarde a los establos del Rey. Además, si te sobra tiempo – añadió, haciendo un gesto burlón con la mano -, podrás lavar todos los cacharros que se usen hoy en la gran cena.
Link le miró, perplejo.
- ¡No me mires así! Si no recuerdas que hoy es el cumpleaños de la Princesa Zelda, es tu problema. Bastante tengo yo con estar encima de ti para que cumplas con tu trabajo como para recordarte las fechas importantes.
No era que Link lo hubiera olvidado. Sabía, y de sobra, que hoy era el cumpleaños de la Princesa. Pero esa última frase de Luchta le había dado esperanzas de que, por fin, tendría la oportunidad de entrar en el castillo. Y quien sabe, ¡lo mismo podría ver a Zelda en persona!
- ¿Quieres decir que el mismo Rey te ha elegido para hacer gala de tus dotes culinarias? – le espetó Link. Su tono burlón no pasó desapercibido a Luchta. Éste le miró con porfía y levantó una mano, amenazante, pero se retrajo enseguida.
- Así es, - añadió tras una pausa-. Y espero que estés listo para cuando anochezca. Ahora vete, quiero esos establos tan limpios que pueda verme la cara en los adoquines.
Cuando Link salió al estrecho callejón, se dio cuenta del hambre que tenía. No era la primera vez que marchaba a trabajar con el estómago vacío. Sin embargo, le era preferible pasar hambre a ver la aborrecible cara de Luchta cuando echaba mano de la despensa en busca de un buen desayuno. Link agitó la cabeza y se apretó el estómago con fuerza para seguir su camino.
La noche anterior había llovido, y entre las fisuras del adoquinado se habían formado minúsculos e incontables riachuelos de agua que reflejaban el Sol como un enorme espejo. Lejos, en la distancia, envuelto por la vaporosa bruma del alba, podían verse las torres y almenas del poderoso castillo de la Gran Ciudad. Era una vista inigualable, aunque se encontraba, de hecho, casi a las afueras de la muralla.
La Gran Ciudad de Hyrule, en contra de todos los rumores y conjeturas que circulaban debido a las malas lenguas, no era una ciudad de oro y plata, ni tan siquiera era una ciudad grande. Más bien todo lo contrario. Cualquiera que se hubiera creído esos barruntos se habría llevado una terrible decepción al llegar a ésta parte de Hyrule y encontrarse con una ciudad para la cual los años no pasaban en balde. Siempre podían encontrarse desperfectos aquí y allá, y en algunas localizaciones, especialmente aquellas que lindaban cerca del Templo del Tiempo, era fácil apreciar algún ladrillo que se dejaba ver por los innumerables descorchados de las paredes. Sin embargo, había algo mágico en ésta ciudad. Algo que era imperceptible a simple vista, pero que latía como un corazón vivo y que podía respirarse en el aire. Era el aroma a leyendas, a viejas leyendas de los héroes del pasado. Era algo especial, apenas perceptible, pero que a Link le maravillaba. ¿Quien no querría ser como el Legendario Héroe del Tiempo y combatir a la maldad con la mítica Espada Maestra? Ese era su mayor sueño y, sin embargo, el destino lo había querido de otra manera. Se habían perdido las viejas costumbres, como cantar a la luz del fuego las gestas del Héroe de la antigüedad, y la época dorada de Hyrule había pasado hacía ya unos cuantos lustros. Había pocos, muy pocos, que aún rememoraban aquella época de batallas, de mitos y leyendas, y que aún rendían pleitesía a las fábulas que ahora sólo podían encontrarse en la biblioteca Real. Link era uno de esos muchachos.
La vida comenzaba a despertar en la Gran Ciudad. Desde uno u otro rincón ya llegaban a sus oídos los primeros murmullos que provenían de las aglutinaciones de gente, así como las voces de los mercaderes, solapadas por el piafar de los caballos que retumbaban por entre el enladrillado de las calles. Sin embargo, desde hacía unos días atrás, la vida de la Gran Ciudad había menguado considerablemente, como si una misteriosa sensación de profunda extrañeza se hiciera hueco en medio de cada plaza, de cada calle y de cada esquina, que no sólo robaba el pulso de vida a la ciudad, sino también algo de energía vital a sus habitantes. Cosa rara, cuando la verdadera vida en la Gran Ciudad comenzaba varias horas antes del amanecer.
La ciudadela de Hyrule, al contrario de lo que sucedía con poblaciones vecinas, era una ciudad orientada al comercio, en vez de a la guerra u otro tipo de actividades. Sí es verdad que, como todas las ciudades coetáneas, tenía un ejército, pero éste no era tan grande como se esperaba de una ciudad de dicho renombre, aunque tampoco era tan pequeño como pudo haber sido. En los tiempos que corrían tampoco era estrictamente necesaria la posesión de un ejército para proteger los muros de la ciudad; hacía ya unos cuantos siglos que no había una guerra seria desde la famosa Guerra del Encarcelamiento, y la próxima aún no se preveía.
Link tomó la primera avenida a mano derecha y se encaminó, casi a trote, hacia el castillo de Luthern III, rey de todo Hyrule. No exactamente hacia el castillo en sí, sino más bien, como cada día, a los establos. La avenida principal era un fiel reflejo de la antigua gloria que, en su día, debió manifestar la Gran Ciudad de Hyrule. En cada estucado, en cada baldosa e incluso en cada piedra ligeramente a la vista podían apreciarse los minuciosos detalles que hicieron grande a la ciudad en cuanto a diseño y arquitectura, tales como grabados de la sagrada Trifuerza, las bases de la prominencia de todo el reino de Hyrule. Además, la calle estaba orientada directamente hacia el castillo, lo que en ésta mañana, con los colores casi extrañamente equivocados de aquel cielo, dotaban al paisaje de una belleza singular.
Gustó con cierta desaprobación que el camino hacia los establos no estaba siendo del todo tan tranquilo como debiera ser. Al contrario que en los pasados días, un incierto alboroto embotaba sus oídos, había más caballeros reales en las entradas principales como era de costumbre, y pronto empezaban a decorar los farolillos de las avenidas con banderas e insignias de los colores vecinos. La actividad dentro del castillo también parecía notarse en la distancia. El rey y la corte no eran tempraneros en lo tocante a realizar las actividades del día, pero hoy parecía haberse acelerado el ritmo cardíaco de Hyrule. Link no tardó mucho en comprenderlo. Había visita. Algún emisario, quizás algún Zora o Goron importante que, debido a la fiesta local dado el cumpleaños de la Princesa Zelda, quisiera obsequiar a la homenajeada con algún fabuloso presente. Quien sabe, lo mismo, como últimamente sucedía, y más que seguiría dándose el caso, quizás cupiera la posibilidad de que esa visita tan importante fuera otro pretendiente para la princesa. En opinión de Link, otro completo idiota sin modales ni clase que hacía gala de la más elegante fanfarronería.
Cuando casi hubo llegado al establo, se detuvo en el entrecruzado de una de las callejuelas para contemplar la magnificencia del Templo del Tiempo. Con respecto a la catedral, se podrían escribir mares de letras relativas a la geografía y a la intrincada composición de su arquitectura, pero lo verdaderamente reseñable eran los innumerables relatos, narraciones y leyendas de las que hacían gala cada centímetro de la porosa piedra. Desde lo más misterioso y oscuro hasta lo puramente hermoso, el Templo del Tiempo era una obra maestra arquitectónica que parecía haberse detenido en el tiempo. El simbolismo místico de la Trifuerza sobresalía de la estructura ante la indiferencia de la gente que parecía obviarlo, como dando por sentada la presencia de los siglos pasados. La procedencia del espléndido templo estaba tan perdida en la bruma del pasado que se desconocía su verdadero origen. El retablo de la Trifuerza era de origen flamígero, y estaba encuadrado en un gótico casi perfecto. Sus espectaculares dimensiones y la riqueza de sus capillas y techos abovedados sobrecogía el corazón de Link tanto como el de cualquiera, y se preguntó si alguna vez había estado frente a un edificio semejante. El Templo del Tiempo era el corazón espiritual y sede del primado del Consejo de los Siete, y el largo período de construcción explicaba la exuberante gama de estilos arquitectónicos reunidos tanto en la fachada como en las bóvedas interiores, que iban desde el plateresco hasta el gótico más ambiguo. La girola era de una apariencia hermosísima, con arcos entrecruzados que se fundían en una perfecta simetría, y permitía la fluidez necesaria para que peregrinos de toda procedencia de Hyrule venerasen las sagradas reliquias del templo, así como las ceremonias que se pudiesen estar oficiando. A lo largo del claustro se distribuían los diferentes pandas y remataban en cabecera con una magnífica doble girola, continuación de los salones laterales y de la hermosísima Puerta del Tiempo. La complejidad del altar central que se alzaba en la nave principal era de lo más sobresaliente, por lo original de la solución, y los muros semicirculares de ambos lados abovedaban los tramos irregulares consecuencia de la curva de la girola. Los arcos poli-lobulados se entrecruzaban con el triforio de la capilla central, y acentuaban el pórtico de la entrada de doble hoja. Link no entendía mucho de tecnicismo en lo referente a la arquitectura, pero el exotismo de la catedral no pasaba desapercibido para nadie.
En el establo todo seguía igual que el día anterior. El rastrillo, los sacos de forraje y diversas hiervas y el gris y mugriento trapo con el que Link fregaba cada tramo de suelo, cada balcón y cada clavija estaban en el mismo lugar. Al fondo estaban, colgados de unas anillas, las colleras, los fardos y las albardas porta cargas, y en otro rincón los demás aparejos necesarios para el ensillo del caballo. A cada lado, los comederos estaban vacíos, y los animales empezaban a resoplar nerviosamente esperando su porción de pienso y heno. Más le valdría espabilarse y limpiar hasta la última espuela antes del atardecer, si no quería acabar sin cena y echando horas hasta bien entrada la madrugada.
Le llamó la atención, como otras tantas veces, el animal que se encontraba al fondo de la cuadra. Era un perfecto ejemplar, hermoso y robusto, de piel cobriza y crines blancas. Además, era una hembra preciosa. Había visto crecer al caballo desde que era bien jovencito, incluso se había tomado la libertad de ponerle el nombre de Epona. Desconocía al dueño, pero él se había imaginado no pocas veces cabalgando sobre sus lomos, participando en las justas que se celebraban muy de vez en cuando en el campo de Hyrule y luchando en la cruzada de desterrar a las tinieblas con una mítica espada y unas ropas verdes. El destino lo quiso de otra manera.
2
No supo cuanto tiempo hubo transcurrido, pero cuando Link echó la vista al exterior se sorprendió de que no fuese todavía de noche. El sordo alboroto de la mañana y el medio día se había tornado en un murmullo algo más sutil, como más quedo y apagado, que se alejaba del núcleo de la ciudad merced de las últimas horas de la tarde. La claridad había cedido su lugar testimonialmente al crepúsculo, y los colores anaranjados y violetas del cielo se desplazaban en flecos entrelazados hacia el oeste, desdibujando los contornos que se perdían en el horizonte y dejando la ciudad en una casi absoluta penumbra. Poco después, ya apenas se oía ningún sonido que no fuera el del restriego del trapo por los últimos ollares.
Link se levantó echando mano a sus doloridas lumbares. Apenas había probado bocado y, cuando se incorporó a lavarse las manos y beber de la fuente, su estómago protestó audiblemente. Le dolían las manos y los codos, y un sudor gélido se le colaba entre la camisa, de modo que empezó a tiritar de frío. ¿Cuanto tiempo había pasado en mangas de camisa a la intemperie?
El sonido de unos pequeños y gráciles pasos le arrancó de sus pensamientos. Dio un respingo y volvió la mirada hacia la entrada del establo, pero allí no había nadie. Sin embargo, podía oír una respiración queda y acompasada, como una presencia incorpórea que acechaba en cualquier esquina y que no dejaba de ser menos amenazante.
- Vos debéis ser Link – dijo una voz. ¿Era su imaginación, o le pareció descubrir tras esa voz de mujer un tono hostil?
- ¿Y qué si lo soy? – respondió Link, ceñudo, agarrando con disimulo el espetón más cercano -. ¡Sal de tu escondrijo!
Una sombra pareció materializarse en el rincón más retirado, tomando una forma femenina envuelta en un manto gris. A Link casi le dio un vuelco el corazón, pero se recompuso enseguida y adoptó una pose defensiva.
- No debes temerme, joven – musitó la mujer, ahora retirándose la capucha de la capa.
Link la observó con inusitada curiosidad. La primera impresión se había evaporado en un instante, y ya no quedaba ni rastro de ningún tipo de sensación de amenaza. Más bien todo lo contrario. El velo de inquebrantable fuerza y seguridad que envolvía a esa mujer parecía palparse en el aire, y le había otorgado al espontaneo (o no tan espontaneo) encuentro una calidez poco común. Sus rasgos eran duros y, al mismo tiempo, tan elegantes como las curvas de su cuerpo, y sus ojos negros y rasgados le conferían el aspecto de un felino. Su cabello le caía en perfecta simetría hasta los omóplatos. Una fina y prolongada cicatriz atravesaba su rostro de derecha a izquierda, y aun así, para su sorpresa, sentía en ella una sensualidad que pocas veces había visto en una mujer. No sabía explicar qué había en su mirada, pero algo le atravesó el corazón. ¿No era eso un extraño sentimiento de familiaridad? En un brevísimo espacio de tiempo se examinó hacia adentro sin aparente éxito, pero con el resquicio de un sentimiento encontrado.
- Cuando halláis terminado de observarme proseguiré con mis explicaciones – dijo ella, ahora más seria -. Aunque si lo prefieres podemos quedarnos aquí callados toda la noche, tengo todo el tiempo del mundo.
Link se mordió el labio y se tragó la punzante respuesta que tenía preparada. Era la voz de una mujer acostumbrada a dar órdenes.
- Como prefieras. ¿Quien eres y qué quieres de mí?
- Sólo soy un mensajero, y lo que tengo que deciros es de suma importancia. ¿No hay otro lugar más apartado donde poder charlar?
Link miró con una mueca a su alrededor.
- Como ves... no existen en Hyrule muchos lugares donde mantener una buena conversación – dijo, señalando con la mirada afuera -. A la gente le gusta escuchar tanto más que hablar, y al poco todo se sabe.
- Lo que tengo que decir es sólo para vos – respondió. Dio un paso al frente y se cercioró de que en la calle no había nadie que pudiera escuchar.
- ¿Y a qué viene tanto misterio?
- Mi señora quiere hablar con vos. A solas.
Link calló. Esa mujer parecía medir cada una de sus palabras con una precisión matemática.
- Bien, pero antes quiero respuestas – respondió Link, mordaz-. ¿Quien eres y quien es “tu señora”?
- Ésta noche, después de la cena en el castillo, vendré a buscaros a éste mismo lugar. Entonces tendrás todas las respuestas que quieras.
Diciendo esto, dio media vuelta y se dispuso a marcharse, fundiéndose de nuevo entre las sombras por las que había llegado. Link fue más rápido y, dando una zancada, la agarró del antebrazo con suavidad pero con firmeza, y la obligó a detenerse.
- No tan rápido. ¿Pretendes que confíe en ti y que acuda luego así, sin más? Debes de ser muy ingenua.
Una débil y maliciosa sonrisa se dibujó en los labios de aquella mujer, que ya había apartado la mano de Link de un manotazo. A corta distancia, sus sinuosos rasgos faciales parecían cobrar vida propia y dotarla de un aspecto mucho más místico, como de otro mundo, un mundo de sombras y misterios del cual los mortales debían de mantenerse al margen. Link se fijó, no sin asombro, en los bordados y ribetes de su capucha. Brocado en finos y minúsculos filamentos, las hebras formaban un ojo, una pupila cuyas pestañas parecían tres puñales y que parecían verlo y discernirlo todo. Una lagrima colgaba del iris y se perdía entre una de las muchas sombras grises que surcaban su cuerpo.
- Acertáis en vuestros pensamientos, Link – dijo con una mueca que bien pudo significar una sonrisa como todo lo contrario -. Soy una Sheikah. Y como te dije, obtendrás todas las respuestas que necesites, pero no ahora.
Un resplandor lo cegó por completo cuando la mujer arrojó algo redondo y marrón contra el suelo. Link se quedó estupefacto. ¿No hacían más de mil años que los Sheikah habían desaparecido?
Si os gusta os pongo más partes del relato
KiraKira escribió:
Confirmado entonces que la versión de Switch corre a 1080 (Porque las imágenes son sacadas de la consola).
Magix escribió:KiraKira escribió:
Confirmado entonces que la versión de Switch corre a 1080 (Porque las imágenes son sacadas de la consola).
Eso no significa nada.
Hisomaru escribió:En la tercera imagen sale un símbolo sobre la temperatura que nunca había visto ¿Qué significa?
radar. Creo que dijeron que habría algo para buscar los santuarios, y eso tiene toda la pinta de serlo.
Magix escribió:KiraKira escribió:
Confirmado entonces que la versión de Switch corre a 1080 (Porque las imágenes son sacadas de la consola).
Eso no significa nada.
Lanza Divina escribió:Nuevas capturas direct feed (capturadas desde la consola) con la mejor calidad posible.
http://i.imgur.com/4X5zAas.png
http://i.imgur.com/CZdOkhp.png
http://i.imgur.com/n3pN2jE.png
http://i.imgur.com/vRUgYYf.png
http://i.imgur.com/iKBVwK9.png
http://i.imgur.com/kLb1FYH.png
http://i.imgur.com/R9jdrCO.png
http://i.imgur.com/ouEcgBj.png
http://i.imgur.com/J3E0Fyk.png
http://i.imgur.com/tuUwV8x.png
http://i.imgur.com/rfyheF7.png
http://i.imgur.com/rZ2DEFs.png
http://i.imgur.com/gaiz8n7.png
http://i.imgur.com/tka5Aah.png
http://i.imgur.com/SqVm006.png
http://i.imgur.com/wuLDCTu.png
http://i.imgur.com/lEzDVWM.png
http://i.imgur.com/WOKBXBU.png
http://i.imgur.com/Yzf9hXy.png
http://i.imgur.com/GNuaOC9.png
SPOILER
http://i.imgur.com/szZAGwv.png
No me deja poner imagenes, asi que ajo y agua.
losKA escribió:Si este juego transcurre después de Ocarina of time..aquí os dejo un video que cuenta lo que sucede...
https://youtu.be/nH6RlXralqI
Una vez pulsado este podéis ver que hay 5 capitulos más creo.
Luego tienen temporadas de según qué momentos del Zeldas. Es brutal. Creo que un compi puso algunos. Los recomiendo
Ya nos queda menos
Viendo los amiibos...me quedo con link lobo del tirón. Los otros solo dan armas o escudo