Noticia de varios medios internacionales en el día de ayer ( fuente aquí La Vanguardia, espero que no se enfaden ): las obras para la construcción de la mayor superestructura artificial del mundo, el proyecto
The Line de NEOM, han comenzado. ¿ Y qué es The Line ?. Pues el proyecto megalómano y ya veremos si factible del energúmeno que gobierna actualmente Arabia Saudí, el Príncipe Mohamed bin Salman, monarca que se declara preocupado por el futuro del planeta y la sostenibilidad pero al parecer no tanto por los Derechos Humanos de sus conciudadanos y menos de sus opositores, a los que no duda en hacer matar y descuartizar cuando le conviene.
Pero volviendo al tema, ¿ qué es The Line ?. Pues una ciudad vertical tridimensional y futurista que fue presentada en 2021 con 170 km de longitud y 200 m de anchura alienada y encajonada entre dos paredes rascacielos verticales de 500 m de altura revestidas de espejos a modo de protección contra los elementos, una especie de megamuro que bien podría ser el sueño húmedo de Trump y que costará 1 billón de dólares ( billón europeo, o sea un millón de millones de dólares ) y tardará 50 años en ser construido. Y si al final no llega a buen puerto, que es lo más posible, o termina en fracaso como las Palm Islands de Dubai, seguro que habrá hecho felices a muchos comisionistas.
Mejor verlo en el vídeo promocional porque cuesta de creer.
Pues lo dicho, han empezado las obras en la provincia de Tabuk:
Según el catalán Antoni Vives, jefe de urbanismo del proyecto, The Line no tendrá ni coches ni carreteras y podrá ser recorrida en su extensión mediante un tren de alta velocidad que hará el trayecto de punta a punta en unos 20 minutos. Y según el citado bin Salman, presidente del Consejo de administración de NEOM, esta nueva ciudad
"abordará los retos a los que se enfrenta la humanidad en la vida urbana actual y arrojará luz sobre formas alternativas de vivir". De vivir siempre que se haga lo que él dice y se cierre la boca, porque de lo contrario puede ocurrir que se pierda el derecho, como les ha sucedido a los tres integrantes de la tribu Hawaitat que se negaron a ser expropiados y han sido condenados a muerte a principios de octubre por negarse a desalojar sus tierras, según informa la organización de derechos humanos ALQST.
Cuando pienso en dónde va a para el dinero cada vez que alguien pone gasolina en el vehículo me dan ganas de prenderle fuego. Al coche. Y para ser sincero a bin Salman también.