Siempre me han gustado las películas con la venganza como eje central, y esta no ha sido la excepción. Aunque muy distinta ( y mucho más austera en todos los sentidos ) de la idea previa que me había formado, celebro que esté mucho más cerca del cine personal del que el director ya ha dado muestras antes que de la preocupación por llegar a un público muy amplio. De hecho ignoro cómo le ha ido en taquilla como para justificar un elevado presupuesto que, para ser sincero, no se ve en pantalla, pero intuyo que los resultados artísticos están muy por encima de los comerciales, ya que ni por su factura ni su trama pienso que sea muy asequible para grandes audiencias.
Mucho mejor en las partes oníricas que en las más apegadas a la realidad, con un uso inteligente del blanco y negro curiosamente yuxtapuesto con partes de color en zonas iluminadas, lo cierto es que ambas facetas se funden con bastante acierto hasta resultar a menudo prácticamente indistinguibles la una de la otra. Algunas imágenes son de lo más sugerente, sí, pero siempre voluntariamente lejos de una espectacularidad artificial. Incluso las peleas son como el mundo que describe la película, sucias, descarnadas y sin malabarismos absurdos. Cualquier cosa sirve para matar. Aquí tenemos a una máquina de matar pero ciertamente no a un héroe indestructible.
Dicho lo cual, hablemos de su protagonista. Mucho se ha hablado de Amleth y su posible relación con el Hamlet shakespeariano, pero sinceramente yo lo veo más cerca del Kullervo del Kalevala finés ( el norteño no le habla a la espada mágica pero casi y algo hay de turbio en su relación con cierto familiar ) que del dubitativo príncipe danés. Amleth no tiene dobleces, tiene un objetivo del no se desvía lo más mínimo y muestra una tendencia a ceder a sus impulsos más destructivos. Y ya puestos, si algo resulta significativo en su nombre es, precisamente, su significado: en islandés antiguo viene a ser algo así como "estúpido" o "tonto", y de hecho él mismo se califica como tal cuando cierto giro en la historia tiene lugar. Y ya puestos, si hablamos de venganzas, y no, no me he vuelto loco, hay otro personaje esta vez del puro fantástico con el que también hay algún lejano punto de contacto: la escena del túmulo donde consigue la espada de Luna, por cierto de las mejores de la película junto con el árbol de los ancestros y esa valkiria de reminiscencias wagnerianas ( para el que no lo sepa la imagen tan popular como falsa de los vikingos y valkirias con cascos de cuernos viene directamente del directos de escena del Anillo de Wagner a mediados del XIX ), remite claramente a aquella magnífica escena del Conan de Milius en la que desciende a un túmulo bajo las rocas y toma la espada de las manos del cadáver del antiguo y difunto rey, que tras ello se deshace en polvo, exactamente al igual que aquí. Espada que igualmente está grabada con runas, cosa harto dudosa y acaso pequeña licencia (¿ nuevo homenaje ?) que imagino que se han tomado ya que las espadas vikingas ceremoniales o no eran básicamente funcionales, muy caras como para desecharlas y no especialmente bien fabricadas debido al escaso conocimiento metalúrgico que tenían, de ahí que hayan sobrevivido tan pocas y en tan mal estado, como mucho ornamentaban los pomos que duraban más que el resto. Cosas de ver La Casa de Empeños...
Y volviendo al tema, el protagonista real, pues bien, se ajusta mucho al personaje, al igual que el resto, aunque para mi destaca especialmente el danés Claes Bang, al que hace tiempo que sigo y al que tengo en gran consideración.
En resumen: una grata sorpresa y una película más que notable, muy alejada de la idea que tenía en mente, pero ni de lejos tampoco esa obra maestra de la que algunos hablan con bastante ligereza, creo que eso es bastante obvio. Espero que a Robert Eggers las buenas críticas le sirvan para seguir manteniendo contra viento y marea ese carácter tan personal de sus films porque viendo el cine que se hace hoy en día necesitamos gente como él que se arriesgue.