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Me llamo Flor del Rocío. Tengo 18 años en el momento de iniciar este escrito. No sé cuando lo concluiré ni si tendré valor de enfrentar lo que resulte de esta siembra. Espero aprovechar los frutos.
El pozo
Para la gente que está fuera del pozo es en algunas ocasiones imposible comprender a la gente que está dentro. Espero que este escrito les ayude a comprendernos y a acercarse más a nosotros… los de dentro.
Yo estoy en el pozo. Escribo desde él. Y creo que he conseguido (o al menos he intentado) clasificar y aplicar esta psiquiatría en parábolas y espero comprendan de este modo “los de fuera” a los de dentro.
Llevo mucho en el pozo, creo que desde que tenía juicio.
Un tema de polémica actualidad es la violencia de género. Creo decir con acierto que es un tipo de compañero, está en el pozo.
Espero poder clasificar, haciendo una generalización inexacta, porque todas lo son. Que se acerquen a los que estamos dentro de este pozo, centrándome en depresión, que es el que padezco y del que puedo hablar con más certeza y seguridad.
Tipos de pozos:
1.Depresión
2.Estrés
3.Inseguridad
4.Miedo
5.Enfermedad
6.Impotencia
7.Ira
8.Drogadicción
9.Y otros.
Aunque tengamos el mismo problema, la forma en que le hacemos frente (o no se lo hacemos) es la que nos diferencia unos de otros. Es ahí donde se nos trata genéricamente, y es donde, hay que individualizar, o añadir subgrupos a dicho problema, o enfermedad. Quizás no venga a decir nada nuevo, quizás los psiquiatras y psicólogos tengan palabras para designar esos subgrupos, pero la gente de a pie, la gente de afuera del pozo, merece conocerlos y ponerlos a su alcance de un modo popular, digamos.
Mi pozo es depresión. Yo vivo en un mundo particular, privado, mío, en el cual estoy despierta cuatro horas y duermo veinte, y al día siguiente duermo veinticuatro, y al siguiente ocho…
Cada uno es distinto, con su pozo.
Las grandes preguntas: ¿cómo alguien se hunde con tanta facilidad ante un problema, y otros no? ¿cómo un maltratador dice querer a su mujer, y cómo una mujer se queda para ser maltratada?
Es sencillo para alguien desde el pozo. Iré al grano: cómo reaccionamos al hecho de estar en ese pozo.
Imagínense a alguien que cae en un pozo, oculto a la vista de todos. Actuamos de muy distintas formas, pero me voy a centrar en las siguientes:
Consigue salir del pozo
Aquí se distinguen dos comportamientos:
No se rinde y sale del pozo
Así deberíamos de ser todos. A cabezazos si hace falta; consigue romperse las uñas, hacer el supremo esfuerzo de salir, de trepar por ese pozo, y no se rinde, y tiene el valor de ser constante, aunque duela, aunque se sienta solo, no se rinde. Ése sale, sin que nadie más se sienta implicado.
Sale “a ratos”
Parece absurdo ¿verdad? Son generalmente madres. Son aquellos, que se han “tirado o caído al pozo” por alguien, generalmente. Son aquellos que tienen a alguien dentro; son personas que por cariño, se lanzan al pozo. Salen del pozo sin ver a su alrededor, para no ver lo hermoso de la vida, sus colores, porque si los vieran, quizás no volverían al pozo, donde están las personas a las que quieren. En ocasiones las mujeres maltratadas se atienen a este tipo.
Sale con ayuda y esfuerzo
Ha intentado salir, cuando ha estado a punto se ha caído. Quiere salir, y está dispuesto a intentarlo cuando tenga fuerzas, que por el momento se han agotado. Por si acaso pasa alguien se pone a gritar pidiendo ayuda, alguien le tiende la mano. Y ya es ese espacio que no pudo recorrer en un principio el que recorren por él.
Por supuesto ha de intentar recopilar fuerzas y llegar hasta donde llegó la primera vez, no rendirse, si ha llegado una vez puede llegar otra, y saldrá del pozo.
Y sale, con ayuda, pero con voluntad y esfuerzo.
Quiere salir, sin esfuerzo
Parece una perogrullada, pero es así. Son personas que piensan que poniendo a la gente debajo, apilando cadáveres podrá salir. Como una pila. Y que cada día añades una víctima, y te pones más arriba, más cerca del brocal del pozo.
Nunca saldrán. No tienen en cuenta que a mayor remordimiento, más lejos está el brocal. Cuando ya es inevitable, y se dan cuenta, de que todo ha sido en vano, se suicidan.
Es cuando te das cuenta de lo que has sembrado, cuando recibes los frutos, cuando te das cuenta del daño que has hecho. Y generalmente, quien actúa de este modo es demasiado cobarde para enfrentarse a ellos.
Se rinde y se habitúa
Esto merece una explicación más extendida. Cuando estás en un pozo, y ya has decidido rendirte, asumir que no saldrás, te acostumbras a la oscuridad de ése pozo. Te acostumbras a sus cerrados lados, a su falsa seguridad, porque no pueden atacarte sin que tú les veas venir… y no quieres volver hacia fuera, inconscientemente porque tienes miedo a lo que hay arriba, porque te “has acostumbrado” al pozo.
Pero hay algo de lo que no te das cuenta. Hasta que pasa, y es que la gente que quieres, está arriba. Y te llaman, y te tienden la mano para que subas, que salgas de tu pozo. Y la distancia y el cariño generalmente no se llevan bien. Y te das cuenta de que no puedes abrazarles, que no puedes besarles, que están “arriba” y tú “abajo” y que para comunicarte tienes que dar voces, la voz suena distorsionada por el eco y no les comprendes, y ellos a ti tampoco. Y te sientes solo. No hay comunicación.
Y fuerzas a la gente que te quiere a que se acerque al brocal del pozo, cada día un poco más, para estar más cerca de ti, para intentar estrecharte y comprenderte. Y llega un día que no hay brocal del pozo, y sin querer, has hecho que se caigan en él. Contigo.
En un primer momento piensas que es una tragedia, que esa persona no ha decidido estar ahí. Pero te das cuenta de que la abrazas, te entiende, habla tu mismo lenguaje, que está contigo, que sabe lo que sientes, y egoístamente, te alegras de no estar solo. Aquí es donde juega un papel muy importante el ejemplo anterior, el que “sale a ratos”. Es posible que esa persona sea más fuerte que tú, y que consiga salir a por comida, agua… y viva contigo en tu pozo, porque te quiere, porque se da cuenta de cuanto la necesitas, que sino estarías muy solo, que no saldrías adelante, que te volverías loco de remate, que morirías. Y vuelve, porque te quiere, porque le importas, porque cree que debe… Si no es tu madre (cuyo amor es incondicional y altruista) llegará un punto en que lógicamente se canse.
Ésa persona, cuando se canse, que haya visto la luz y quiera quedarse fuera del pozo, se despedirá o no de ti.
A partir de aquí actuamos de dos modos distintos:
Echa gente al pozo, pero no los retiene
La dejas ir, porque en ese punto comprendes que hay quien no está a gusto en el pozo, que no es como tú. Lo respetas. Pero tú ya has visto lo “bueno” que es tener a otra persona contigo, hablas, te ríes y no estás solo. Y decides que a la próxima persona que se arrime al brocal a tenderte la mano, la echarás, al pozo, para que esté contigo. Y cogerás esa mano, y tirarás hacia abajo, con casi la misma fuerza que hubieses empleado para salir.
No obligas a la gente a quedarse contigo, en parte porque tú también te cansas. Te cansas de una persona que comparte hasta tal punto tu alma, tu vida, “tu pozo” tu espacio. Y la echas, y hasta la ayudas a salir. Porque ya no te aporta lo que te aportaba. Es un ciclo. Maltratas mentes, sin saberlo; destruyes su alma, su forma de ver la vida. Porque llega un punto, no sabes en qué momento, te habitúas a que estar dentro es lo mejor y de ése modo malvives. Este es mi pozo.
Echa gente al pozo, y las retiene
Este sería el caso de los maltratadores físicos.
Cuando echan a alguien al pozo, y esa persona quiere salir, porque no está a gusto en esa situación, le intentas dañar físicamente, para que no pueda trepar, para que se acostumbre a la idea de que no saldrá nunca de ahí. No das lugar a elección. Este pozo suele ser inseguridad, te sientes inseguro de que te vaya a querer de otro modo, que forzando la situación. Algunos dicen que por instinto de posesión, yo desde mi pozo, no lo creo.
Del insulto al golpe hay muy poca distancia, sé de lo que hablo. Y no es así.
Crees que esa persona será más feliz fuera que dentro del pozo. Y si quieres estar con ella la retienes, para que no se escape. El amor es cercanía, es egoísmo en muchas ocasiones. Y si tienes que romperle las manos, para que no se agarre a las paredes, se las rompes. Y si tienes que dejarla sin voz, para que no pida auxilio a los que están fuera, la dejas sin voz. Pero llega un punto en el que “se rompe” del todo. Ya no saldrá.
Y sientes dos cosas, una alegría, has vencido la situación, y otra desamparo, estás solo otra vez.
Y vuelta a empezar.
¿Qué hacer si alguien que me importa está en el pozo?
Estás advertido de que si te arrimas demasiado te caerás. Y de que es posible que no quiera ser ayudado. O que no sea constante en sus esfuerzos y te mande a paseo.
Entonces ¿qué? Es difícil contestar a esta pregunta desde el pozo. ¿Qué esperanza doy?
Quien quiere salir y ves que se esfuerza, que procura disfrutar con cosas de la vida. Que ve lo que hay fuera y quiere estar allí… a ésa persona hay que darle la mano, cuerdas lo que sea… porque aun no ha llegado al punto de no retorno, aún no se ha rendido. Aún es posible hacer algo. Os recomiendo paciencia, cariño, y ánimo.
Yo soy consciente de lo que hago en mi pozo. Que hay personas que se caen por mi culpa. Pero hay que intentar ayudar a quien no es consciente. Porque el ser consciente de lo que haces es un punto positivo, dentro de lo malo. Significa que tienes conciencia, que puedes intentar controlarte, no echar a las personas al pozo y pedir perdón y ayudar a quien has tirado. Con la conciencia limpia, el brocal no aumenta, y quizá se salga. Pero si no ves lo que haces… no hay posibilidad de reflexión, y quizás no salgas jamás del pozo. Hay que hacérselo ver. Consejo: paciencia, y cuidado al no caerse al pozo, porque hay mayor posibilidad de ello.
Yo salí con medicinas, pero he caído de nuevo y esta vez me he resignado. No creo que las medicinas hagan desaparecer el pozo. Quizás te ayuden a salir, pero no lo tapiarán y en cualquier momento te caerás otra vez. El cariño, el amor y la fe tapiarán ese pozo. No los medicamentos. Combínalos, unas para salir y otras para no caer de nuevo.
En cuanto a los que “salen a ratos”, no sé que decir. Mi madre pertenece a este grupo. En ocasiones se puede recomendar no volver al pozo. Pero esto es muy relativo. Depende de quien está en el pozo.
Los gatos, si la comida que les sirves no es de su agrado, prefiere morir de hambre a comérsela.
Hay quien muere, sin un apoyo base, que sólo ve posible con la compañía de una madre, o esta persona que “sale a ratos”. Desde luego, si no hay remedio para el que está en el pozo, es mejor salvar a quien “sale a ratos”. Que no se convierta en alguien que no puede salir. Que conserve la elección.
Es duro aconsejar en este caso. Porque yo, dependo de mi madre. No trabajo, no salgo casi nunca… soy completamente dependiente. Soy un parásito. Y si muere o sale del pozo definitivamente mi huésped, yo pereceré. Lo tengo claro.
No sé que más decir. Desde luego no soy un ejemplo de los logros, desgraciadamente. Pero como lo conozco a fondo, desde mi pozo, creo que puedo aleccionar a los que se acercan al brocal de los peligros que eso conlleva. Porque quien está precavido, quien conoce al “enemigo” tiene más probabilidades de éxito en la empresa.
Siempre, todos nos hemos caído en un pozo en algún momento de nuestras vidas, es precisamente ley de existencia. Pasas baches, en algunos aprendes de ellos, de tus errores, y te haces fuerte. En ocasiones no pasas ese bache, y es cuando necesitas ayuda, antes de que sea demasiado tarde.
Mucha suerte.
Disculpas y agradecimientos
Disculpas:
Lo siento si mis opiniones han herido la conciencia de algunas personas.
Aprovecho para pedir disculpas a todas las personas que por mi culpa se han caído al pozo. Aunque ya no están en mi pozo, es probable que hayan vuelto a caerse en otros, porque lo que ha pasado una vez, raro es que pase dos, pero si pasa dos, seguro pasa una tercera. Disculpas a quien en mis malos momentos he traicionado, herido o humillado. Disculpas a quien trató de ayudarme y rechacé su esfuerzo. Disculpas a todos los que me conocen, que en algún momento me hayan sufrido.
A Francisco G. C. Por haberte hundido en el pozo de nuevo. Espero que hubieses podido salir, y cumplir tus sueños.
A Ricardo A. G. Tenías razón, no soy digna de la confianza depositada en mí. Me declaro culpable, en un momento bajo cometí aquella indiscreción.
A David, porque no merecías estar en mi pozo, que jugase contigo de aquel modo.
A mi padre, Juan Antonio A. R. Siento que el tiempo y la distancia te hayan impedido conocerme, y que no puedas sentirte orgulloso de mí.
A mi abuela, Eugenia R. I. Te ha dado un infarto, y he sido tan cruel que no me ha importado.
Agradecimientos:
Gracias a Paulho Coelho, que me abrió los ojos, me hizo darme cuenta de las cosas (algo es algo), por esos libros. Os los recomiendo.
A mis gatitos, Neko (que va a ser mamá) y Gus, por darme cariño, una responsabilidad y un compromiso.
A mis perras, Gitana y Perla, por quererme y darme motivos de enfado, irritación y alegría. Sin vosotras no me fijaría tanto en lo que me rodea.
A la música, por evadirme de mi sufrimiento y situación.
Y eternas gracias a mi madre, que aun en su perjuicio sigue conmigo.
Firmado:
Flor del Rocío A. V.
1.- En psiquiatría no hay leyes.
2.- Los psiquiatras se especializan en sus defectos
3.- Ante una urgencia psiquiátrica, lo primero que hay que hacer es comprobar tu propio estado mental.
4.- Los pacientes no son los únicos que tienen la enfermedad o que no la tienen
5.- En psiquiatría, primero viene el tratamiento, luego el diagnóstico.
6.- Los peores psiquiatras son los que más cobran y los expertos mundiales son los peores de todos ellos.
7.- La facultad de medicina es un lastre para llegar a ser psicoterapeuta
8.- Tus colegas te haran mas daño que tus pacientes.
9.- Puedes saberlo todo de una persona por el modo en que practica un determinado deporte
10.- Los pacientes “fisiológicos” no toman su medicacion el cincuenta por ciento de las veces y los pacientes psiquiátricos suelen tomarla menos veces
11.- La terapia es parte de la vida y vicerversa
12.- La curación en psicoterapia, no tiene nada que ver con la psicología: LA CONEXIÓN, no el YO, es la que cura.
13.- La prestación de cuidado psiquiátrico reside en saber lo menos posible y en entender lo mas posible acerca de cómo vivir el sufrimiento de tus semejantes.
Ilwenray85 escribió:¿Ha visitado mi post una futura psiquiatra/psicóloga?
Si es así algo especialmente para vosotros algo que leí tiempo atrás... forma parte de "Monte Miseria" una sátira a los psiquiatras. Como toda sátira, puede ser más acertada o no, aunque a mí en particular me hace gracia... en plan ironía.1.- En psiquiatría no hay leyes.
2.- Los psiquiatras se especializan en sus defectos
3.- Ante una urgencia psiquiátrica, lo primero que hay que hacer es comprobar tu propio estado mental.
4.- Los pacientes no son los únicos que tienen la enfermedad o que no la tienen
5.- En psiquiatría, primero viene el tratamiento, luego el diagnóstico.
6.- Los peores psiquiatras son los que más cobran y los expertos mundiales son los peores de todos ellos.
7.- La facultad de medicina es un lastre para llegar a ser psicoterapeuta
8.- Tus colegas te haran mas daño que tus pacientes.
9.- Puedes saberlo todo de una persona por el modo en que practica un determinado deporte
10.- Los pacientes “fisiológicos” no toman su medicacion el cincuenta por ciento de las veces y los pacientes psiquiátricos suelen tomarla menos veces
11.- La terapia es parte de la vida y vicerversa
12.- La curación en psicoterapia, no tiene nada que ver con la psicología: LA CONEXIÓN, no el YO, es la que cura.
13.- La prestación de cuidado psiquiátrico reside en saber lo menos posible y en entender lo mas posible acerca de cómo vivir el sufrimiento de tus semejantes.
Ilwenray85 escribió:Lo escribí hace muuuuuuuuuuuucho tiempo. Mi entorno ha cambiado algo, pero yo no.
Hoy alguien me ha dicho que para qué quiero que acumule polvo, este rincón del eoliano me parece un buen lugar, ya que todo el mundo lo usa para contar sus neuras.
Mello escribió:Me gusta el texto
Aunque te dejas una opción. Cuando quieres salir del pozo y la gente se empeña en empujarte de nuevo a él. Parece un caso demasiado horrible, pero por desconocimiento de la gente que nos rodea, muchas veces nos toca luchar contra el pozo y contra la gente que, en su ignorancia, no hace más que empujarnos dentro de él.
<...>
Mello escribió:Solo puedo decirte que ánimo, uno puede llegar a acostumbrarse al pozo, pero te pierdes grandes cosas. Yo estoy sacando orgullo no sé de dónde, ignorando a los que intentan hundirme en el pozo de un modo u otro y tratando de acercarme a los que me invitan a salir de él. Y sobre todo, luchando por mí misma. Porque nos merecemos ser felices, así de simple. Ya sabes que si necesitas apoyo dentro de tu pozo, me tienes a tu entera disposición (y así compartimos chocolate)
Un besazo.