Hola a todos, me gustaría compartir este proyecto que tengo entre manos al cual le he dedicado bastantes horas y tengo numerosas páginas escritas. Mi idea es ir publicándolo por actos de manera que se pueda digerir poco a poco. Sin más dilación me pongo a disposición de vuestras críticas siempre que sean constructivas. Un saludo.
Prólogo – El destino no perdona
Acto 1
No recuerdo con exactitud el progreso de la infección. Todo ha transcurrido demasiado rápido para la humanidad, para una nefasta organización del gobierno que se vio desbordada por los terribles sucesos que se multiplicaban en forma de progresión geométrica.
Poco a poco todos los países sucumbieron ante un incierto foco de expansión. Algo que tuve claro desde el principio es que, sin duda, se trataba de un virus y no de una bacteria por la necesidad de un huésped para sobrevivir y reproducirse. Al principio se especulaba, según informes oficiales poco detallados, con la posibilidad de ser mutaciones de virus erradicados tales como el ébola o la, mientras escasas fuentes extraoficiales hablaban de individuos con gravísimas heridas y hemorragias que mostraban una singular agresividad llegando al canibalismo. El mundo se estaba volviendo loco, una locura contagiosa que, en mi opinión, hacía sacar lo peor de las personas.
Es desconcertante la censura y la falta de información en los medios de comunicación que nos rodeó durante el descenso al infierno que, unido al colapso de las líneas telefónicas y la desaparición inescrutable de los servidores de Internet, nos sumergió en un torbellino de incógnitas sobre los modos de transmisión del virus, así como los medios y/o agentes que pudieran favorecer la reproducción del mismo. Tampoco hubo suficiente tiempo para analizarlo y sintetizar una vacuna. Además su creación y posterior distribución, en caso de que se consiguiera, habría sido un rotundo fracaso con toda seguridad. La única conclusión segura tras observar las ínfimas imágenes y videos que circulaban por la red es la sed de sangre que parece perseguir a esas cosas.
Mientras la población evitaba pisar la calle en la medida de lo posible, pequeñas infecciones avanzadas procedentes básicamente del turismo aéreo fueron controladas en algunos hospitales custodiados por la policía y el ejército. No obstante algunas personas contagiadas en sus primeros estadios pasaron inadvertidas en los controles de las fronteras y aeropuertos, y cuando quisieron fortificarlos ya era demasiado tarde. Al poco tiempo comenzaron pequeñas agresiones aisladas que fueron aumentando con el paso de los días, hasta que la policía y el ejército se vieron incapaces de mantener el orden. Las incontenibles zonas de cuarentena no aguantaron la presión. El pánico invadió a la población urbana, momento que aprovecharon los criminales para realizar saqueos y asesinatos. Muchas personas intentaron escapar pero pocas fueron las que contaron con un lugar donde resguardarse fuera de las grandes urbes, y aún menos las que consiguieron eludir los controles en las carreteras.
Cuando la situación se empezó a descontrolar fue obvia la creación de los puntos seguros. Un filósofo dijo una vez que el hombre es un ser social por naturaleza y en las situaciones de peligro esto se hace palpable. Pobres desgraciados, la escasa munición de las mermadas fuerzas del orden no fue suficiente para parar a una inmensa horda de podridos buscando carne fresca. Fueron atrapados como ratas, la masacre debió ser escalofriante. Miles de personas encerradas en una pequeña porción de terreno…prefiero no imaginarlo. Donde antes se oían incesantes gentíos acompañados de inmensos focos de luz ahora solo se apreciaban enormes columnas de humo que se perdían en el horizonte de lo que antes fue la última esperanza de una hundida sociedad. Ahora el oscuro silencio solo es roto por los continuos gemidos de esas cosas que deambulan incansables en busca de sus presas.
Pocos fuimos los inconscientes que rechazamos acudir a dichos puntos y eso, mezclado con nuestra suerte, nos salvó la vida, al menos en un primer momento. Quizá no fuimos por un presentimiento, quizá no supimos reaccionar, quizá no teníamos ganas de vivir… Sin embargo, en mi caso, eso carece de importancia. ¿Por qué? No seáis impacientes, todo llegará a su debido momento. Sin embargo yo soy de los que piensan que el hombre es un lobo para el hombre y mi autosuficiencia es superior a mi sociabilidad. Mi carácter siempre ha sido difícil y mi cerrada personalidad no ha ayudado a arreglarlo. El desorden y la irresponsabilidad me han podido costar la vida, pero todo eso ha quedado atrás, con mi antigua vida, todo ha cambiado…
¿Que quién soy yo? Lo siento, no estoy preparado aún para contestar a esa pregunta.