Es una historia que pasó el domingo en Roses. Dos equipos de la categoría de alevines (11 años) se enfrentaban en un amistoso. Los equipos eran AE Roses y la Fundación Sánchez Llibre.
El equipo de la fundación solo tenía 10 jugadores, pero había un niño de 6 años, Robert (hermano de un jugador), que quería jugar a toda costa. Al final le pusieron la camiseta y saltó al campo.
Desentonaba por la diferencia de estatura, pero eso no le importó al chiquitín para correr detrás de la pelota, aunque nunca llegaba a tiempo. Poco a poco, los jugadores de su equipo se dieron cuenta de las ganas que le ponía y empezaron a jugar para él. Creaban buenas jugadas y, cuando estaban a punto de meter un gol, le pasaban la pelota.
Robert hacía lo que podía, pero le era imposible superar a los defensas. Aquí empezó lo más bonito del partido y de la temporada. Los niños del equipo contrario se dieron cuenta y también empezaron a jugar para Robert.
En una jugada que llevaba la pelota el valiente delantero, los defensas empezaron a caerse y el pequeño futbolista llegó ante el portero, al que batió sin que se notara su colaboración. Todos gritaron gol. Incluso los contrarios, que corrieron a abrazar a Robert. Los jugadores de ambos equipos se abrazaron juntos aupando al pequeño.
Gracias AE Roses por hacer inmensamente feliz a un niño de 6 años. Y gracias a los niños que jugasteis aquel partido, porque disteis un espectáculo que va más allá de la mera deportividad. Demostraron que en un terreno de juego se puede hacer algo más que ganar, perder o empatar. Se pueden compartir ilusiones, cosa que muchas veces los adultos no entienden y estropean.
http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=46&idioma=CAS&idnoticia_PK=515748&idseccio_PK=1006&h=080605Vaya lección que nos han dado estos chavales de 11 años , un aplauso para ellos, cosas así hacen mantener un hilo de esperanza en la humanidad.