Bueno, pues ahi va el segundo capitulo, a ver que os parece. En este se me ha ido la mano un poco creo en lo que a densidad se refiere. Si no entedeis algo decidmelo y Taido os lo explicara en persona en el proximo capitulo :D
Espero que lo disfruteis tanto leyendolo como yo pariendo abortos como este XDXD
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CAPITULO II
LA MENTE
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El día siguiente podría haber sido perfectamente una jornada como cualquier otra, de no haber sido porque de buenas a primeras me quedé dormido... El reloj sonó en su momento, pero al apagarlo mi cabeza decidió que me hacían falta al menos cinco minutos más de sueño. ¿Y quien era yo para negárselos?
Cuando me desperté y me percaté de la hora me levanté apresuradamente y me preparé en el menor tiempo posible. Ya llegaba por lo menos diez minutos tarde, y respecto a mi reunión con Redmo para ir a clase mejor ni hablar. Antes de salir de casa me aseguré de llevar conmigo una de las esferas que me había regalado mi madre en mi anterior cumpleaños; una vez en la calle la arrojé al suelo y la activé con un breve comando de voz: la pequeña esfera plateada empezó a irradiar luz, a la vez que a su alrededor se dibujaba un contorno que me era familiar. En un abrir y cerrar de ojos tuve una bicicleta justo enfrente mía, me monté en ella y pedaleé todo lo rápido que pude hacia el instituto.
En el camino al instituto me fijé una vez más en el ajetreado ritmo al que mi ciudad se movía. Todas las mañanas la urbe se convertía en un hervidero de gente. Miles de personas corrían apresuradamente de un lado a otro como pequeñas hormigas desorganizadas, las calzadas estaban siempre atestadas de todo tipo de vehículos motorizados que llevaban a sus ocupantes a lugares imposibles de predecir. En el cielo se observaban cientos de pequeñas aeronaves que proyectaban una divertida danza de sombras en los pocos rayos de luz que los enormes rascacielos dejaban pasar hasta el suelo. Para colmo todo esto estaba aderezado siempre con el ruido característico que emiten las ciudades: cientos de voces de distintos tonos y timbres mezclándose con el ruido de los motores y de las máquinas que recorrían la tierra y el aire. Cada mañana la vida en la ciudad se ponía en marcha de una manera casi mágica, pero a mi me había llegado a parecer aburrida y monótona. Quizá esta imagen podría desbordar los sentidos de cualquier ex
tranjero; pero para mi, después de dieciséis años, no era mas que una rutina cualquiera, algo que debía ver cada día me gustara o no.
Cuando finalmente llegué al instituto apenas hacía cinco minutos que habían comenzado las clases, con lo que al final no llegaba excesivamente tarde. Con otro comando desensamblé la bicicleta, guardé la esferita en la mochila y subí las escaleras del edificio lo más rápido que pude. Al llegar a la puerta de mi clase golpeé con los nudillos y abrí la puerta:
- ¿Se puede?
La primera clase de ese día era psicobiotecnología, así que fue Taido el que se vio forzado a interrumpir la clase (por mi culpa, cómo no). Me miró e hizo un gesto con la mano, indicándome que pasara. Me fui derecho a mi sitio y me senté haciendo el menor ruido posible.
- Bueno. ¿Qué pasa contigo? ¿El segundo día y ya estamos llegando tarde? - Redmo mostraba una sonrisa maliciosa.
- Por favor... a estas horas no me apetece andar discutiendo. ¿Me he perdido mucha chicha?
- Más bien poco o nada, un pequeño resumen de ayer y poco más. Aun así tengo tengo grabada la clase desde el principio, luego te la paso si eso.
- Ok, bueno, a ver que cuenta este hombre.
Dejamos de cuchichear y empezamos a prestar atención al profesor, el cual había comenzado ya a hablar sobre lo que sería el primer tema de la asignatura, titulado "La Mente":
- ... estaba soportada por un sistema físico llamado cerebro. En el Éter el mundo es igual de intangible que la mente, lo cual supone una gran ventaja en lo que acceso a la información se refiere... pero, como toda gran ventaja, tiene un gran inconveniente. No se si sabréis que antes del Primer Traspaso se llevaron a cabo experimentos con animales, concretamente primates, para comprobar la fiabilidad del sistema. Gracias a esos primeros experimentos se detectó uno de los grandes fallos que tenía (y tiene) el Éter: el problema de la iluminación.
> Supongo que os habrán explicado que algunas religiones que había en el Mundo Real tenían como último fin la iluminación. Esto era un estado o fenómeno por el cual el individuo alcanzaba una comprensión absoluta del universo. Gracias a esto el iluminado en cuestión se situaba en un estado de semidivinidad y conseguía fundir su alma con el universo en si, pasando a ser parte (en cierto modo) de todas las cosas que conformaban su entorno.
> Pues bien, el problema de la iluminación consistía exactamente en eso. Cuando se transfirieron las primeras conciencias de primates a un ordenador no se impuso un límite en el acceso a la información. Sus conciencias podían consultar cualquier dato que estuviese a su alcance de manera casi instantánea; esto hacía que su mente se fuera dispersando gradualmente hasta que se fundía con el sistema en sí. Esto supuso un autentico problema, ya que el objetivo era conservar la conciencia de la raza humana, y no expandirla hasta el infinito para así perderla.
> Esto se solucionó con la inclusión de...
El brazo de una compañera de clase se alzo por encima de nuestras cabezas, lo que significaba que el profesor empezaba ya a ir demasiado rápido...
- ¿Tienes alguna duda?
- Si, no entiendo muy bien lo del problema de la iluminación. ¿Podría explicarlo un poco mejor?
- Sin problemas. Mira, te lo explicaré con un ejemplo: imagínate que tenemos un vaso lleno de agua con azúcar disuelta. Cogemos ahora un cubo con agua y echamos dentro el contenido del vaso. ¿Qué ocurriría con la concentración de azúcar en la nueva disolución?
- Pues al haber más cantidad de agua... la concentración de azúcar disminuiría.
- Bien. Ahora imagina que en vez de echar el agua del vaso en un cubo lo vertiésemos en una piscina. Una vez más, ¿qué ocurriría con la concentración?
- Pues sería muchísimo menor comparada con la del vaso.
- Por último, imagina que el agua del vaso fuese a parar al océano. ¿Qué pasaría?
- ¿¿En el océano?? Bueno... la cantidad de azúcar comparada con la de agua sería despreciable... ¿no?
- Exactamente ahí quería llegar. Quizá el símil no sea demasiado bueno, pero supón que el agua con azúcar es nuestra conciencia, y que el océano es el mundo que nos rodea. Si juntásemos nuestra mente con el mundo directamente, nuestro alma se expandiría de tal manera que perderíamos nuestra identidad. Bueno, más que perderla estaría tan dispersa que quedaría totalmente inutilizada. ¿Lo comprendes ahora?
- Creo que si.. pero aun así, ¿cómo se solucionaría el problema?
- Eso es lo que iba a explicar a continuación. La única manera de poner una barrera entre nuestra mente y el mundo que nos rodea es creando un soporte de naturaleza distinta que haga de barrera. Si seguimos con la comparación del agua, sería como, en vez de verter el contenido del vaso, colocar el vaso lleno y totalmente sellado dentro del agua. Por supuesto el material de dicho vaso debería permitir el traspaso de información entre el interior y el exterior.
> En nuestro caso esa barrera es nuestro cuerpo. Nuestros órganos son los que reciben la información y se la envían al cerebro, que es quien se encarga de procesar los datos. Sin ese "cuello de botella" que suponen los sentidos, la cantidad de información que tendríamos a nuestro alcance sería tal que nos perderíamos en su inmensidad. Hasta ahí el problema de la iluminación. ¿Todo claro?
El silencio se adueño de la clase mientras el profesor miraba de un lado a otro del aula.
- Por el silencio supongo que todo está entendido, pero vamos, no acostumbro a hacer preguntas retóricas, así que para la próxima podríais asentir por lo menos con la cabeza....
> A ver, el siguiente punto es como se almacena la información de nuestra conciencia en el Éter. Realmente la manera de almacenar los datos de nuestra personalidad y nuestras experiencias es la misma que en el Mundo Real. En el Mundo Real la mente o la conciencia era el resultado de la existencia de tres elementos: un soporte físico con unas reglas determinadas de funcionamiento (el cerebro), una estructura determinada y aleatoria del soporte físico (las conexiones neuronales) y un conjunto de recuerdos e informaciones guardadas (la memoria). En el caso del soporte físico, en nuestro caso son los supercomputadores que procesan toda la información de este mundo. Estos procesadores son comunes para todos nosotros, pero separan la información perfectamente, dando como resultado un procesamiento independiente de datos para cada entidad.
> Los otros dos elementos, es decir, la estructura y la memoria, son lo que forman nuestra personalidad. La estructura puede parecer en un principio algo trivial, pero no es así: con un conjunto limitado de piezas podríamos construir una infinidad de composiciones distintas. Esto aplicado a los humanos quiere decir que aunque todos los Homo Sapiens tenían un cerebro construido con los mismos elementos, su estructura variaba de un individuo a otro, de manera que el procesado de la información se efectuaba de una manera distinta (aunque el soporte físico fuese igual para todos). La información sobre la estructura queda preprogramada en nuestro nacimiento (al igual que con los Homo Sapiens), y va evolucionando hasta cierta edad dependiendo del uso y desuso que se le den a ciertas funciones.
> En cuanto a la memoria, creo que no hay nada que aclarar. En la estructura emulamos un sistema físico en un ambiente virtual, pero con la memoria no hace falta. La memoria es igual de intangible en el Mundo Real que en el Éter, es simplemente información que se va almacenando en el cerebro a medida que nuestra vida transcurre.
> Pues bien, estos tres elementos son los que dan como resultado a la conciencia, mientras que los dos últimos dan como producto la personalidad. Tened en cuenta que el procesamiento de los datos también está influido por la información que haya almacenado anteriormente el cerebro. Pondré un ejemplo por si no ha quedado claro: pongamos que tenemos a dos personas en un paso de cebra, una de ellas conoce las señales viales y la otra no; es obvio que la primera cruzaría el paso solo cuando la luz estuviese verde para los peatones mientras que el segundo cruzaría cuando no hubiese riesgo de ser atropellado. Esto demuestra que tanto la predisposición de nuestro cerebro como nuestros conocimientos influyen en nuestro día a día, y nos permiten tener una visión totalmente independiente de la de cualquier otra persona.
Cuando terminó de hablar miró la hora en su reloj de muñeca, levantó de nuevo la cabeza y nos dijo:
- Como quedan cinco minutos para que suene el timbre y la clase de hoy ha sido un poco densa os dejo en paz. Igual que ayer, repasad en casa lo que no hayáis entendido, y mañana nada mas empezar la clase responderé a vuestras dudas. ¡Hasta la próxima clase!
Igual que al día anterior, la mitad de la clase estaba en estado comatoso del que fueron saliendo paulatinamente. Al irse el profesor me fijé en que nunca traía a clase ningún libro, apunte, carpeta o nada parecido; solo llegaba, daba la clase a medida que se le iban ocurriendo las cosas y luego se marchaba como si tal cosa.
El resto del día de instituto fue un poco más plomizo que la jornada anterior. Al ser el segundo día empezamos ya a dar materia de algunas asignaturas, lo que resultaba bastante molesto. Aun así tampoco era muy duro de soportar, y el final de las clases y la vuelta a casa no tardaron en llegar.
La vuelta a casa fue exactamente igual a la del día anterior, solo que con un poco más de peso en la mochila: el de la esfera de la bicicleta. Me despedí de Redmo en el mismo lugar de siempre y nos marchamos cada uno para su casa. El mediodía y la tarde transcurrió sin problemas: comer, una pequeña siesta, estudiar, distraerme, cenar y acostarme.
Lo único destacable fue una extraña sensación que tuve en uno de mis trayectos por casa. Al fondo del pasillo que daba a mi habitación había un espejo colocado en la pared, y todavía no se muy bien porqué, me dio por ponerme delante y escrutarme con la mirada. La imagen que aparecía delante mía era curiosa cuando menos: un chico de estatura media, con el pelo moreno, corto y lacio, ojos verdes oscuros y facciones faciales de lo más comunes; en resumen, el colmo de la normalidad. Me acordé de una frase que había escuchado hace algún tiempo: "Si no puedes destacar de manera natural, se agresivamente mediocre". Recuerdo que me hizo sonreír. Lo mejor de todo era justamente eso, no destacaba en nada de una manera innata, no tenía aptitudes más desarrolladas que otras, ni rasgos exagerados, ni nada que me identificara de manera especial. Esto me provocaba un cierto desazón.
Me acordé entonces de la clase de psicobiotecnología y me resultó raro no ser más que el producto de un cúmulo de información. Me sentía extraño al saber que no sabía lo que era: que aunque estaba allí, nunca tendría conocimiento de lo que realmente era en un nivel más profundo. Al pensar en esto un escalofrío me recorrió la espalda, me sentí extrañamente vivo, pero no sabía decir porque... solo sabía que estaba allí, y quizá con ello bastaba....
Me acosté poco después de lo ocurrido frente al espejo, dándole vueltas a lo que significaba estar vivo. Reconozco que no logré sacar nada en claro, pero al menos el esfuerzo me sirvió para dormirme, y así llego el día siguiente, que me deparaba nuevos conocimientos; y con ello, nuevos e interesantes pensamientos.