Yo no lo veo ni de coña como un acto propagandístico, Painkiller.
Simplemente me parece que este hombre está tan exaltado, le toca tanto el tema la fibra sensible, que explota cuando tiene cerca a una de esas personas que vemos por la tele y que parece que viven en los mundos de Yupi lejos de los problemas de a pie.
Le puede su propia emoción, y está fuera de sí, pero el paisano dice una serie de verdades como un templo, y todas con sentido.
Rosa Díez acierta plenamente al indicarles con la mano que le dejen terminar, porque ese hombre no es un peligro para la integridad de nadie, simplemente se está desahogando. Me hubiese gustado escucharla algo al terminar, pero entiendo que a ella también la pilla de sopetón (otra prueba más de que no estaba preparado, para mí).
La reacción del final como queriendo congraciarse, no es porque haya un tema pactado con Rosa Díez ni nada, es lo típico de cuando al final te vas desfogando, vas soltando todo lo que querías y te das cuenta a la vez que te estabas exhaltando más de la cuenta, y que a lo mejor la otra persona no merece ese griterío a la cara (porque el cabreo no iba con ella, o no iba específicamente contra ella al menos), y no querías dar esa imagen tuya tampoco.
Yo suelo ser muy templado, pero me ha pasado una vez en mi vida lo de ponerme en un caso parecido al de este señor, y me sentí así como se ve en las imagenes. Y tampoco soy votante de UPyD (principalmente por Rosa Díez, que tiene algo que no me fio de ella, la verdad).
Creo que es un buen reflejo de lo que está experimentando buena parte de la gente, y como se ve bien claro en este señor, no hay diferencias en esto entre vascos, catalanes, madrileños, asturianos y demás. Los políticos tendrían que bajarse más de sus coches oficiales y vivir con sus votantes, para saber lo que se cuece. Para un presidente del Gobierno a lo mejor es difícil por la seguridad y todo eso, pero sería mucho más sano para todos.