Bebió lo que quedaba de la copa de vino, sopló suavemente las velas y un dulce olor a melocotón impregnó la habitación, oscuridad, sólo una leve luz de la calle se filtraba por la ventana y él seguía sentado en la silla petrificado; sabía lo que pasaría, pero no podía moverse, cerró los ojos, escucho el crujir de la falda, tap tap, sus pasos acercándose, ella respiraba agitada, nerviosa y él sólo podía aguantar la respiración.
Se sentó en sus piernas, lo rodeó con los brazos él no podía resistirse, estaba tenso, el olor le mareaba, su perfume, las velas, la música de los vecinos del piso de abajo, la discusión del piso de arriba... Cerró los ojos, tenía ganas de huir pero no sabía a donde no podía concentrarse en buscar la puerta para salir de allí; necesitaba luz, poder mirarla con una protección, ella seguía acercándose, sus labios le buscaban, el silencio se podía cortar con un cuchillo, el tiempo se paró, se rozaban sus labios, su lengua quería entrar en al boca...
Clanc!! Se separaron asustados, cogidos de la mano, ¿Que había sido ese ruido? ¿habría entrado un ladrón?
La respiración de la chica era agitada, temblaba de miedo, entonces apareció su perro arrastrando la correa con las llaves...estaba salvado; ahora tendría que encender la luz, arreglar lo que el perro había roto y él se podría ir por donde había venido, por suerte tendría unas horas hasta su llegada a la oficina, esperaba poderse resistir.