En 1985 Ken Kutaragi estaba descansando en el salón de su modesto apartamento en Tokio mientras observaba cómo su hija jugaba con una Famicom, la Nintendo de 8 bits. En ese momento, súbitamente, supo ver las posibilidades de negocio que ofrecían los videojuegos. Kutaragi siempre había estado interesado por ellos pero hasta ese momento no entendió su verdadero potencial aplicado al mercado de masas.
Para sacar adelante su visión, el por aquel entonces ingeniero de los laboratorios de desarrollo de Sony debía convencer a sus jefes, más centrados en la fotografía digital y las pantallas LCD. Hijo de propietarios de un pequeño taller de impresión, Kutaragi siempre fue un brillante estudiante, con un talento innato para crear, inventar y componer nuevos mecanismos. Así lo demostró durante sus estudios en la Denki-Tsushin Daigaku -universidad de comunicaciones y electrónica, en Chōfu-, y lo volvió a hacer en ese momento de su vida. Debido al poco interés de sus superiores por los videojuegos, Kutaragi trabajó en secreto para Nintendo, desarrollando un chip de sonido para Super Famicom, el SPC700.
Debido a la férrea lealtad que rige las empresas japonesas, esto casi le costó su trabajo y su carrera, ya que se le acusó de traidor. Únicamente el CEO de Sony, Norio Ohga, elogió su virtuosa labor y le respaldó en este díficil momento. Convenciendo a Ohga de la importancia del ocio digital, Kutaragi consiguió que Sony realizase un primer acercamiento a ese multimillonario sector; se forjó una alianza con Nintendo para desarrollar un revolucionario soporte CD para su consola de éxito, la Super Famicom. El dispositivo recibiría el nombre de Play-Station.
Cuando estaba claro que ambas compañías lo tenían todo para establecer una alianza win-win, Hiroshi Yamauchi, tercer presidente de Nintendo y otro de los grandes históricos de esta industria, anunció que los planes se habían roto; Sony exigía íntegramente todos los royalties de los títulos publicados para el nuevo soporte, en calidad de propietaria de la tecnología. Yamauchi lo consideró inaceptable e indignado, insultado, rompió toda relación con los que antes habían sido sus socios. La situación intrínseca a esta ruptura es más compleja de lo que parece. Ambas compañías defendían lo que consideraban legítimete propio; Sony, los derechos sobre todos los lanzamientos en el soporte CD de Super Nintendo, y la compañía de Kyoto, mantener los royalties que siempre ha vinculado a todos sus juegos y que fueron sido objeto de discusión en la época de Nintendo 64.
Kutaragi volvía a estar nuevamente entre la espada y la pared. A pesar de su brillante trabajo, sus superiores le culpaban de la situación de punto muerto alcanzada tras la ruptura con Nintendo, que había costado una millonaria inversión en I+D. Pero nuevamente su mecenas, su protector, Norio Ohga, volvió a creer en él y a brindarle su total apoyo. En 1993 Kutaragi dirigió un potente equipo de Sony que se encargaría de desarrollar una consola totalmente nueva basada en el formato fabricado para Nintendo; tras todos los avatares, una renacida PlayStation vería la luz y el sueño acabaría por cumplirse.
Desde el lanzamiento de la primera consola de Sony en 1994, su carrera fue meteórica en virtud al enorme éxito alcanzado; PlayStation no sólo consiguió vender más de 102 millones de unidades en todo su ciclo -su sucesora, PS2, batió el récord con más de 115 en los tres mercados-, si no que rompió la hegemonía del que había sido su socio, Nintendo, haciéndolo fracasar con N64 y robándole importantes desarrolladores japoneses, que a la postre, su apoyo incondicional y exclusivo se convirtió en una de las mejores bazas de PSX, junto al magistral enfoque que se le dió al marketing, que siguió la visión original de Ken de acercar la máquina a la sala de estar.
La división de Kutaragi, Sony Computer Entertainment, fue adquiriendo un enorme peso específico dentro de Sony debido a sus fuertes beneficios, y el padre y arquitecto de la PlayStation ascendido a una categoría divina, un ejemplo, un modelo a seguir, un contundente caso de éxito. Tras retirarse su gran valedor Ohga, Nobuyuki Idei, siguiente presidente de Sony continuó apoyando a Ken, y fue el encargado de ejecutar sus distintos ascensos por el entramado jerárquico de la compañía: asistente de presidente, CEO global de Sony y finalmente vice presidente. Conforme los méritos, los reconocimientos, las apabullantes cifras económicas y su repercusión mediática iban creciendo, el carácter de Kutaragi se hizo más soberbio y prepotente. Sus atrevidas declaraciones desprestigiando a sus competidores y elogiando sus creaciones han llenado páginas de revistas y foros de Internet. Pero más allá de esta faceta cara a la galería, parece que la excesiva ambición de Kutaragi ha sido a la postre, la causa de su caída.
El 30 de noviembre de 2006 Ken Kutaragi es ascendido a presidente del consejo de SCE y reemplazado al frente de SCEI por el hasta entonces máximo responsable de Sony Computer Entertainment América, Kaz Hirai, quien según directivos de Sony, aportaría una visión mucho más cercana al nuevo tipo de jugador actual por encima de la mentalidad excesivamente tecnológica de Kutaragi. En este momento ya se apuntaba que esta maniobra era un primer paso para la salida del padre de la PlayStation de la compañía a la que ha convertido en líder del ocio electrónico. Y así fue. El pasado jueves Sony anunció que Ken Kutaragi sería relevado de sus actuales funciones en junio, tras presentar los resultados a los accionistas, ocupando el cargo de presidente honorífico, lo menos que podía hacerse para reconocerle sus grandísimos éxitos.
La historia de Kutaragi se asemeja mucho a la de todo héroe caído; una progresión meteórica rota y desagradecida cuando los resultados se han salido de las cifras millonarias que su división ha estado aportando a Sony. De héroe, a villano. De caudalosos beneficios a alarmantes pérdidas. A Howard Stringer, caballero del imperio británico, primer presidente no japonés de Sony y actual CEO de la corporación, no le ha templado un ápice el pulso a la hora de cercenar a Kutaragi. De todos es sabida la tensa relación que ambos directivos mantenían, con varios casos en los que Kutaragi, con sus acciones, llegó a desafiar y a desautorizar a Stringer.
El duro inicio de PlayStation 3 debido a la ambición excesiva de su padre -problemas de fabricación con el Blu-Ray, precio por encima de las previsiones, deficiente producción, cancelación del lanzamiento mundial, revisión a la baja en el modelo europeo, etc- han terminado por pasar una factura letal a su progenitor. Para la posteridad quedarán todos sus visionarios logros en el ocio electrónico con la familia PlayStation; PSX, PS2, incluso PSP con la que la compañía ha posicionado una portátil que compite en este mercado con la hegemonía de años de la que ha gozado Nintendo, pero también lo harán su ambición, prepotencia y especialmente, su genialidad.
Hasta siempre padre, larga vida.
Los sonyers te recordamos.