Un raton me devolvio la sonrisa....

Había discutido con mis padres y me sentía abatido por las tonterías de siempre. Tome mi chaqueta y me aventure a la calle buscando nada mas que un distracción y tomar aire fresco, Me dirigí hacia el muelle, atravesando varios parques, allí mantuve largas miradas hacia las oscuras aguas. A mi alrededor docenas de parejas caminaban acarameladas pero estoy acostumbrado y no afecto como antaño, cuando la visión de una pareja feliz hacia llorar a mi corazón. Tras una hora de serenidad, regrese sobre mis pasos pero me detuve en un parquecito de césped y una gran fuente, me senté en un banco alejado de las parejas que se prodigaban arrumacos y comencé a revisar mi novela a la luz de las farolas.

Unos ruiditos atrajeron mi atención, junto a mis pies una pequeña sombra corría tras los restos de pipas en el suelo. Al principio pensé que seria una rata, pero enseguida me di cuenta que no era mas que un pequeño y hermoso ratón de campo de no mas de 6 cm y un largo rabito, durante varios minutos mire como saltaba de pipa en pipa. Cada ves que alguien pasaba a menos de tres metros del banco, el ratón de un salto corría a un sumidero cercano, pero con el tiempo comenzó a interesarse por mis pies, [aunque solo se acerco cuando estuve mas tranquilo y sereno…] llevaba unas gruesas botas y un pantalón vaquero, poco a poco se acercaba y mordisqueaba suavemente la piel de mis botas, degustándolas... Al poco apareció otro ratoncito y juntos siguieron comiendo pipas, pero ahora cuando alguien se acercaba corrían a esconderse entre mis grandes botas [calzo un 48, mis botas son enormes] uno de ellos me hizo un favor pues me raspo los restos de un chicle de fresa que tenia en un lateral del zapato, que nunca había logrado quitar del todo…

Seguí escribiendo ajeno a los ratoncitos que se subían y bajaban de mis botas según se acercaba gente, hasta que uno comenzó a subir por mi pantalón, me hizo gracia y deje que llegara a mi rodilla donde se quedo unos instantes, acerque lentamente mi mano y le acaricie levemente el suave lomo. Me miro directamente, eran unos ojitos pequeños, como cabezas de alfiler, pero muy vivaces, por un instante me sentí en paz conmigo mismo. Entonces un perro salio de la nada y ladrando espantó a los dos pequeños roedores que en un instante se escaparon por el pequeño hueco del sumidero. El dueño del can se acerco y me aviso de que había visto una rata sobre mi pierna y que pensaba que iba a atacarme. En ese momento me reí como no me había reído en mucho tiempo, tras unos instantes, le explique al hombre que solo eran inofensivos ratones de campo… apartados de su habitad natural por la egoísta mano del hombre, le comente que era fácil distinguir las ratas de los ratones por el hocico, el tamaño, el largo y color de su pelaje.

Me despedí del hombre que siguió paseando a su perro y observe las rejas del sumidero donde se asomaron dos pequeñas cabecitas antes de desaparecer otras ves. Sonreí y me dirigí hacia mi casa… quizás dos pequeños ratones no era la compañía que yo hubiera deseado en una noche como esa… pero fueron suficientes para sacarme una sonrisa y volver a casa…