uf, subidón de adrenalina tengo..... ahora o nunca:
LA PRIMERA VEZ que vi el fantasma de mi padre ni me inmuté. Demasiado vino durante la cena. Le deseé "buenas noches" y apagué la luz.
Desperté en un sobresalto, la cabeza me pesaba de tanto sueño raro. Abrí el grifo de la ducha y me mantuve bajo el chorro de agua caliente hasta que conseguí relajarme. Fue entonces cuando recordé la aparición de la noche anterior. Cerré el grifo, me puse el albronoz y corrí hasta el domitorio. Allí estaba él, delante de la butaca, quieto, con la mirada fija.
Grité, lloré, volví a gritar, y por último le pregunté "¿qué quieres de mí?" El fantasma de mi padre no contestó. Se limitó a poner la misma cara del día de su muerte, cuando me llamó a su lado, agonizante, podrido en dinero intocable, y me suplicó que me acercara. Yo lo hice, pero fue para arrancar su mascarilla de oxígeno, y, mientras se ahogaba, escupí: "jódete, viejo cabrón". Así murió, con la misma expresión de mido y sorpresa que ahora tenía. Fue inútil. Le amenacé, le imploré, le recé todo lo que sabía, y él, nada, quieto, con aquella cara de recién muerto mientras me vestía.
No conseguí que se fuera. Es más, a partir de aquel momento se convirtió en mi sombra y yo en la sombra de lo que fui. En un par de meses perdí su fábrica, perdí sus fincas y sus coches, perdí mis mujeres, mis amigos, mis clubes y contactos sociales. Y cuando ya no me quedaba nada, nada más que el fantasma de mi padre, desapareció.